El Gigante lleva aquí ocho años. Para verlo de cerca hay que recorrer un largo sendero, formado entre la maleza y el pasto que come ahora mismo una vaca, y más adelante un par de caballos. El sendero termina frente a una pluma de acceso vehicular y una reja con un letrero de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que dice: "Prohibido pescar".
El gigante tiene 29 metros de profundidad y permanece dormido la mayor parte del año. Dentro, cardúmenes de mojarras se mueven de un lado a otro, juegan a esconderse hasta que desaparecen por debajo de las luces que refleja el sol. No hay quien se atreva a venir por ellas. El gigante, en realidad, es una presa en el municipio de Ciudad Ayala, la cual puede contener casi medio millón de metros cúbicos, pero ha llegado a su límite en esta temporada.
Vivir cerca del Gigante
José Luis tiene 50 años de edad, es campesino y vive aquí desde antes que apareciera El Gigante. Tal como sus vecinos, que son muy pocos, se dedica a la ganadería. Por las noches, que pueden ser muy largas, se agazapa en las inmediaciones de la colosal estructura para vigilar que todo esté bien.
"En la noche de lluvia se escucha cómo brama, cuando el agua golpea las paredes se oyen los madrazos", narra mientras avanza por la corona y sus nietos que se han escapado de la casa, van tras sus pasos. Es un buen día de verano y la brisa que corre sobre la corona es fresca, mitiga el calor.
Cerca de la presa hay unas 10 viviendas hechas de block de concreto sin pintura, rústicas. En casi todas hay corrales de toros, vacas, caballos, gallos y gallinas. A pesar del riesgo que existe de que el almacenamiento se salga de control en esta temporada, el temor no se ha asentado todavía entre quienes viven aquí; "cada vez que ha estado a punto de desbordarse, le abren la puerta para que se desfogue", explica José.
De acuerdo con María Inés Robles, directora de Protección Civil municipal, las familias fueron notificadas sobre el riesgo que representa esta zona en esta temporada, antes de que empezaran las lluvias.
El origen de El Gigante
Construido durante el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa, con una inversión de 40 millones de pesos, la presa tiene una cortina de concreto de 29 metros de altura, 160 metros de longitud y tres metros de ancho en su corona. Fue construida en 2009, sobre el potrero en el que los ganaderos llevaban a pastar a sus animales, como un centro de almacenamiento del agua del río Cuautla para llevarla a los cultivos de la zona. De acuerdo con algunos lugareños, la presa debe su nombre a un gran árbol que había en ese lugar, al que todos llamaban "El Gigante".