Cuando el maestro Jaime Gaytán llegó a dar clases a la colonia Juan Morales, en Yecapixtla, en la década de 1970, caminar hasta la secundaria era una odisea: las calles de barro se empantanaban a tal punto que los camiones preferían no subir. Maestros y alumnos tenían que avanzar por el cerro caminando, con lodo acumulándose en la suela de los zapatos.
"Llegaba uno al salón con las botas llenas de barro. Ahorita están en la gloria", recuerda el maestro.
Jaime Gaytán Rivera quería ser ingeniero textil, pero no tenía dinero para irse a estudiar a la capital. Pronto descubrió en la docencia, y en la posibilidad de cambiar la vida de sus alumnos, su verdadera vocación.
"Siempre traté de estar con ellos como un familiar, poniéndome en sus zapatos, entendiendo sus problemas, apoyándolos con el cariño de un maestro. No me sentía su padre, pero sí tuve la fortuna de que algunos chamacos, al principio, me decían papá. Se siente bonito", recuerda.
La secundaria Felipe Carrillo Puerto
La secundaria Felipe Carrillo Puerto está en lo alto de una colina sobre la que se extiende la que hoy es considerada como la segunda colonia más grande de Morelos, solo por detrás de la Antonio Barona, en Cuernavaca.
Fue poblada por gente que llegó de varias partes, particularmente del estado de Guerrero y, después del sismo de 1985, del centro del país. Las familias encontraron aquí terrenos a buen precio, pero las condiciones de desarrollo nunca fueron las mejores y el asentamiento se convirtió pronto en un terreno conflictivo.
"En esos tiempos la comunidad era conflictiva, porque se formó con gente de fuera y se veía mucha gente malosa. Los taxis no querían entrar en la noche, por ejemplo, pero la misma educación fue cambiado a las personas", dice el maestro, a unos metros del portón por el que entraron y salieron todos los alumnos que educó, algunos de ellos profesionistas que han demostrado que su trabajo valió la pena.
Arriba de la entrada hay una frase: "La educación transforma personas, las personas transforman el mundo". No siempre estuvo aquí, pero resume a la perfección el trabajo de todo maestro.
"Eso es lo que tiene la educación, que nos va metiendo a la dinámica del entendimiento, del razonamiento, porque también te va abriendo camino para ser más competitivo en la vida", agrega Gaytán, quien, como maestro de Historia, Formación cívica y ética, Morelos, espacio y tiempo y Geografía, no se limitó a transmitir conocimiento, sino a formar parte de la solución a un problema social fomentando la reflexión entre sus alumnos.
Yamily Citlaly
De todos los alumnos que tuvo en más de tres décadas, hay una que recuerda con particular cariño: Yamily Citlaly Ambrosio, con una personalidad que no quiso dejarse doblejar ante ninguno de sus profesores, incluyéndolo.
"Tenía su carácter, y yo le decía que iba para licenciada por su manera de hablar, de responder, de gritar. Recuerdo que una vez la señalé con el dedo, y no le gustaba, me gritó 'no me señale', y yo le dije 'te señalo las veces que yo quiera'. Al otro día llegó su hermana, mayor que ella, y le dio un codazo delante de mí, y se disculpó", recuerda el maestro.
Dos décadas después, Yamily reconoce la estima que le tiene al maestro Jaime:
Es un maestro que estimo mucho, por el recuerdo de esa etapa de nuestras vidas. Tengo recuerdos muy bonitos
Así como otros alumnos, incluyéndome, mantiene comunicación telefónica con él y, recientemente, se reencontraron en una comida que los llevó a recordar una de las etapas más valiosas de su vida: la de él como maestro, y la de nosotros como sus alumnos.