/ sábado 1 de septiembre de 2018

Deja vú legislativo

Mucha retórica y pocos planteamientos concretos, contrario a lo prometido

La LIV legislatura de Morelos en su primer periodo ordinario de sesiones comenzó su trabajo con mucha retórica y pocos planteamientos concretos, contrario a lo prometido, no hubo un Congreso de puertas abiertas, elementos antimotines cerraron las calles alrededor, y a las rejas se les colocó cadenas con candado; dentro, lo que tanto criticaron, se repitió en el discurso: prometieron al gobernador electo que estaban a sus "órdenes"; todo fue igual, nada cambió, las mismas palabras, las mismas promesas de transparencia y combate a la corrupción.

En un solo día, el Congreso que "emanó del pueblo", de las urnas y de la molestia ciudadana, aprendió las mañas de sus antecesores y de regodearse con el poder, les gustó muy rápido llegar en su auto y que se les abriera el paso con vallas de policías, y que la gente sólo los viera llegar de lejos; algunos como la diputada federal, Juanita Guerra, y sus familiares llegaron, empujaron a los guardias de seguridad y entraron sin educación alguna. Todos los demás tenían que entregar su invitación.

El grupo de ciudadanos que llegó con sus pancartas ni siquiera iba a protestar en su contra, solo pedían que sus antecesores no se fueran de manera impune; "¿Está cerrado? ¿No dejan pasar? y ¿el Congreso abierto?", preguntaron decepcionados.

No obstante, dentro no se escucharon sus quejas, engolosinados con el poder y su encargo, los 20 diputados lucieron sus mejores galas, con sus mejores perfumes, trajes y vestidos nuevos que se compraron exclusivamente para el evento.

Ya no eran los diputados que en campaña presumían su etiqueta de pueblo, esta vez ello se notó en las corbatas y en los trajes sastre. Sentados en las curules, se notaban incómodos en los mullidos sillones, y se sonrojaban cuando se veían en la amplia pantalla del pleno.

Cuando el presidente de la Mesa Directiva, Alfonso de Jesús Sotelo, pasó lista a cada uno de los diputados con sus fracciones y sus bancadas, sonaban las porras y los aplausos, era el inicio de la ceremonia protocolaria, lo de siempre, igual que todo cada tres años. No hubo nada nuevo, era una nueva etapa con un nuevo Congreso, pero con la misma retorica, formas y actitudes, aunque con distinto rostro y otros nombres.

Además, fue evidente la ausencia del representante del Ejecutivo estatal, ya que sólo acudió la magistrada presidente del TSJ, Carmen Verónica Cuevas López.

Comenzaron los discursos, Cristina Xochiquetzali Sánchez, con su entonación escolar, presumió que el anterior diputado de esa fracción fue el único que no se "vendió"; aunque interesada más en lograr un peinado y maquillaje sensacionalista, pronunció quejas y amagues de legislar "caiga quien caiga", pero no subrayó cómo; además lamentó que como originaria de Jojutla la reconstrucción no hubiera avanzado a casi un año ni en 40 por ciento.

De las siete fracciones parlamentarias, Humanista, Partido Social Demócrata (PSD), Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Revolución Democrática (PRD), Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), ninguna denotó contenido, las legisladoras con la voz quebrada o titubeante, tal vez por su inexperiencia, mostraban tener regular lectura.

No obstante, coincidieron en un Morelos en crisis, y del Congreso histórico por su mayoría femenina, de la necesidad de reencontrarse con la sociedad; algunas agradecieron a sus dirigencias nacionales y locales, otras hicieron todo para ganarse los abucheos de los asistentes en su mayoría familiares de los nuevos diputados.

La legisladora del PRD, Rosalinda Rodríguez, por presumir logros del Gobierno de Graco Ramírez fue reconvenida a terminar su lectura; Rosalina Mazari debido a que leyó de manera apresurada para terminar a tiempo, se le entendió poco, pero por su experiencia legislativa, confió que el Congreso de Morelos no debe caer en la tentación de una tiranía legislativa. Las legisladoras de estas fracciones, urgieron a revertir las reformas de la LIII Legislatura y reivindicarse con los ciudadanos.

En su turno, a la diputa de PES, Marisela Jiménez, le ganó el sentimiento y puso a Dios sobre su quehacer legislativo, agradeció a un ser divino y le rogó sabiduría para hacer bien su trabajo. Adelantó que el gobernador electo tiene "su" bancada que lo respaldará en las propuestas e iniciativas, y rogó otra vez a la divinidad para que cuando gobierne tenga un corazón compasivo.

Por su parte, Tania Valentina Rodríguez Ruiz, a pesar de que ha tenido oportunidad de estar en la más alta tribuna del estado, se perdió en su discurso y dijo que por el tiempo no podría enumerar todas las necesidades y el contenido de su agenda legislativa; aunque en otros momentos no lo hizo y formó parte de legislaturas criticadas, confió que esta vez, trabajará para "arrancar de tajo a la corrupción, pero en Morelos no habrá ni borrón ni cuenta nueva".

La ex priista y ahora coordinadora del grupo parlamentario de Morena, Keila Figueroa, presumió que ese partido ganó todo por primera vez en Morelos, y por ello, comenzará una cruzada legislativa para acabar abusos y excesos, pero no especificó cuáles.

Sin embargo, casi al grito amenazó que promoverá una auditoria a las finanzas del Congreso, porque no quiere ser "tapadera de nadie", y prometió una revisión a los créditos sobre todo el destinado a la reconstrucción por el sismo del año pasado; además, ante la presencia del fiscal en el recinto legislativo, le adelantó que se buscará removerlo, "no se puede confiar en los que fueron subordinados del gobernador actual", señaló.

De esta manera, los 20 diputados de la LIV Legislatura comenzaron su labor con advertencias bravuconas, lamentos partidistas, y promesas de castigo, pero no se comprometieron a reducirse el salario, a eliminar áreas y comisiones, a evitar pagarse emolumentos. Asimismo, cabe señalar que no habrá austeridad en la República porque al final brindaron y rentaron mesas lounge para descansar, no es nada nuevo, el tiempo para ellos ha comenzado a correr.

La LIV legislatura de Morelos en su primer periodo ordinario de sesiones comenzó su trabajo con mucha retórica y pocos planteamientos concretos, contrario a lo prometido, no hubo un Congreso de puertas abiertas, elementos antimotines cerraron las calles alrededor, y a las rejas se les colocó cadenas con candado; dentro, lo que tanto criticaron, se repitió en el discurso: prometieron al gobernador electo que estaban a sus "órdenes"; todo fue igual, nada cambió, las mismas palabras, las mismas promesas de transparencia y combate a la corrupción.

En un solo día, el Congreso que "emanó del pueblo", de las urnas y de la molestia ciudadana, aprendió las mañas de sus antecesores y de regodearse con el poder, les gustó muy rápido llegar en su auto y que se les abriera el paso con vallas de policías, y que la gente sólo los viera llegar de lejos; algunos como la diputada federal, Juanita Guerra, y sus familiares llegaron, empujaron a los guardias de seguridad y entraron sin educación alguna. Todos los demás tenían que entregar su invitación.

El grupo de ciudadanos que llegó con sus pancartas ni siquiera iba a protestar en su contra, solo pedían que sus antecesores no se fueran de manera impune; "¿Está cerrado? ¿No dejan pasar? y ¿el Congreso abierto?", preguntaron decepcionados.

No obstante, dentro no se escucharon sus quejas, engolosinados con el poder y su encargo, los 20 diputados lucieron sus mejores galas, con sus mejores perfumes, trajes y vestidos nuevos que se compraron exclusivamente para el evento.

Ya no eran los diputados que en campaña presumían su etiqueta de pueblo, esta vez ello se notó en las corbatas y en los trajes sastre. Sentados en las curules, se notaban incómodos en los mullidos sillones, y se sonrojaban cuando se veían en la amplia pantalla del pleno.

Cuando el presidente de la Mesa Directiva, Alfonso de Jesús Sotelo, pasó lista a cada uno de los diputados con sus fracciones y sus bancadas, sonaban las porras y los aplausos, era el inicio de la ceremonia protocolaria, lo de siempre, igual que todo cada tres años. No hubo nada nuevo, era una nueva etapa con un nuevo Congreso, pero con la misma retorica, formas y actitudes, aunque con distinto rostro y otros nombres.

Además, fue evidente la ausencia del representante del Ejecutivo estatal, ya que sólo acudió la magistrada presidente del TSJ, Carmen Verónica Cuevas López.

Comenzaron los discursos, Cristina Xochiquetzali Sánchez, con su entonación escolar, presumió que el anterior diputado de esa fracción fue el único que no se "vendió"; aunque interesada más en lograr un peinado y maquillaje sensacionalista, pronunció quejas y amagues de legislar "caiga quien caiga", pero no subrayó cómo; además lamentó que como originaria de Jojutla la reconstrucción no hubiera avanzado a casi un año ni en 40 por ciento.

De las siete fracciones parlamentarias, Humanista, Partido Social Demócrata (PSD), Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Revolución Democrática (PRD), Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), ninguna denotó contenido, las legisladoras con la voz quebrada o titubeante, tal vez por su inexperiencia, mostraban tener regular lectura.

No obstante, coincidieron en un Morelos en crisis, y del Congreso histórico por su mayoría femenina, de la necesidad de reencontrarse con la sociedad; algunas agradecieron a sus dirigencias nacionales y locales, otras hicieron todo para ganarse los abucheos de los asistentes en su mayoría familiares de los nuevos diputados.

La legisladora del PRD, Rosalinda Rodríguez, por presumir logros del Gobierno de Graco Ramírez fue reconvenida a terminar su lectura; Rosalina Mazari debido a que leyó de manera apresurada para terminar a tiempo, se le entendió poco, pero por su experiencia legislativa, confió que el Congreso de Morelos no debe caer en la tentación de una tiranía legislativa. Las legisladoras de estas fracciones, urgieron a revertir las reformas de la LIII Legislatura y reivindicarse con los ciudadanos.

En su turno, a la diputa de PES, Marisela Jiménez, le ganó el sentimiento y puso a Dios sobre su quehacer legislativo, agradeció a un ser divino y le rogó sabiduría para hacer bien su trabajo. Adelantó que el gobernador electo tiene "su" bancada que lo respaldará en las propuestas e iniciativas, y rogó otra vez a la divinidad para que cuando gobierne tenga un corazón compasivo.

Por su parte, Tania Valentina Rodríguez Ruiz, a pesar de que ha tenido oportunidad de estar en la más alta tribuna del estado, se perdió en su discurso y dijo que por el tiempo no podría enumerar todas las necesidades y el contenido de su agenda legislativa; aunque en otros momentos no lo hizo y formó parte de legislaturas criticadas, confió que esta vez, trabajará para "arrancar de tajo a la corrupción, pero en Morelos no habrá ni borrón ni cuenta nueva".

La ex priista y ahora coordinadora del grupo parlamentario de Morena, Keila Figueroa, presumió que ese partido ganó todo por primera vez en Morelos, y por ello, comenzará una cruzada legislativa para acabar abusos y excesos, pero no especificó cuáles.

Sin embargo, casi al grito amenazó que promoverá una auditoria a las finanzas del Congreso, porque no quiere ser "tapadera de nadie", y prometió una revisión a los créditos sobre todo el destinado a la reconstrucción por el sismo del año pasado; además, ante la presencia del fiscal en el recinto legislativo, le adelantó que se buscará removerlo, "no se puede confiar en los que fueron subordinados del gobernador actual", señaló.

De esta manera, los 20 diputados de la LIV Legislatura comenzaron su labor con advertencias bravuconas, lamentos partidistas, y promesas de castigo, pero no se comprometieron a reducirse el salario, a eliminar áreas y comisiones, a evitar pagarse emolumentos. Asimismo, cabe señalar que no habrá austeridad en la República porque al final brindaron y rentaron mesas lounge para descansar, no es nada nuevo, el tiempo para ellos ha comenzado a correr.

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