Las cuadrillas de trabajadores llegan a los cultivos de arroz en la madrugada y se van al mediodía. Este es el ciclo del cultivo de arroz en Cuautla, donde la tradición y la necesidad se entrelazan en una lucha por la supervivencia de un legado agrícola.
Los productores y jornaleros observan con tristeza la extinción de un cultivo que ha marcado la identidad de Cuautla. Sueños, tradición y necesidad son los motivos por los que se niegan a abandonar el campo, a pesar de los desafíos.
Arroceros de Morelos: El despertar en el campo
El sol ni siquiera ha salido cuando la cuadrilla ya está en marcha, cortando las últimas espigas de arroz. La décima luna de octubre alumbra los cuerpos inclinados de los jornaleros, que, en silencio y con una precisión envidiable, azotan el grano contra los botes.
A las tres de la mañana, con el frío de octubre aún presente, los jornaleros se preparan para la cosecha. Miguel, un joven arrocero de 26 años, refleja la dedicación de su generación al trabajo en el campo: “Trabajamos temprano porque a las doce empieza el calor”.
Los últimos arroceros: Un legado que se apaga
En Morelos, el cultivo de arroz es más que una actividad agrícola; es parte de la cultura local. Sin embargo, solo quedan 13 productores en Cuautla, un número que refleja la disminución dramática de esta actividad. Cirilo Ortíz, uno de los últimos productores, señala: “No habrá más arroceros. Muchos han optado por sembrar caña, que deja más dinero y requiere menos trabajo”.
Causas de la desaparición del cultivo de arroz
El alto costo de producción es uno de los principales desafíos que enfrentan los arroceros. Las rentas y los insumos han aumentado considerablemente, convirtiendo el cultivo en una apuesta arriesgada.
Asimismo, la escasez de agua y las condiciones climáticas inestables han afectado las cosechas. A pesar de que este año se logró una buena cosecha, la incertidumbre persiste.
Pero también la expansión urbana ha reducido las tierras disponibles para la agricultura. Y la falta de apoyo gubernamental consistente ha dejado a los productores sin incentivos suficientes para continuar con el cultivo de arroz.
La última cosecha: Un momento de celebración y reflexión
Al mediodía, cuando los caballos cargados de arroz parten hacia el molino, los arroceros celebran su esfuerzo. Aunque la cosecha ha terminado, la esperanza de volver a sembrar se mantiene viva.
A pesar de los desafíos, el arroz morelense cuenta con una denominación de origen desde 2012, lo que resalta su calidad y sabor. Este legado, defendido por aquellos que aún cultivan la tierra, enfrenta un futuro incierto, pero su esencia sigue viva en las familias y las cocinas que valoran su tradición.