Con la oportunidad de elegir cualquier lugar del país o del mundo para pasar los últimos días de su vida, el expresidente de la República Luis Echeverría eligió Cuernavaca. Pudo ser el clima, la vegetación, o la tranquilidad de su hogar tradicional de la eterna primavera; los mil 510 metros sobre el nivel del mar o quizá su cercanía con la capital del país, la razón no es clara, pero así es. Fue su casa ubicada en San Jerónimo testigo de su último aliento.
Luis Echeverría guardaba un cariño especial por la ciudad, eso quedó demostrado cuando elegía pasar aquí algunos fines de semana junto a sus hijos y esposa, doña Esther Zuno. Con su familia pasaba días y horas en su casa de la calle Coronel Ahumada, colonia Los Volcanes, ahora convertido en el Centro Universitario Los Belenes, que pertenece a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), y que es utilizado como centro de eventos y hotel.
Le cedió su casa de descanso de Belenes a la UAEM a petición de la FEUM que, a diferencia de otras agrupaciones estudiantiles, era profundamente oficialista. Su esposa se enojó mucho por la donación, dijeron Jorge Meade y Víctor Rubio Herrera, quienes estaban entonces en la grilla.
Quizá esos gratos recuerdos de la infancia “feliz” de sus hijos y su familia fueron lo que lo motivaron a descansar en su casa de Cuernavaca, desde donde, ya sin bullicio, sin reclamos por las víctimas de Tlatelolco, salió la carroza fúnebre hacia su última morada.
A pesar de su gran cariño o gusto por la ciudad, aquí nadie le lloró, nadie dedicó una oración por él.
La última manifestación fue en octubre de 2021 cuando integrantes del Comité 68 Pro Libertades Democráticas llegaron a su residencia para lanzar huevos a la fachada, ahí gritaron consignas y exigieron fuera juzgado por su participación en la matanza de estudiantes un 2 de octubre de 1968.
Echeverría y las nuevas generaciones
Las nuevas generaciones poco lo recuerdan, pues fue presidente de México de 1970 a 1976, los más jóvenes deben tener 46 años cumplidos. Fue la “vieja guardia” de la política los únicos que acompañaron su cortejo fúnebre, aquellos que no se sintieron avergonzados de hacerlo pese a los señalamientos de su pasado.
A sus cien años de vida, los más jóvenes responden “¿quién es ese?”, al ser cuestionados sobre si recuerdan al exjefe del Poder Ejecutivo, pues no fue suficiente el repaso en la clase de Historia de México, y hoy su nombre no suena en Tik Tok ni en una sola de las plataformas digitales.
"Un genocida impune"
Desde sus cuentas oficiales la clase política en Morelos emitió algunas opiniones con respecto a su muerte como los integrantes del Pacto por la Soberanía Alimentaria.
“La muerte de Luis Echeverría es significativa de lo que ocurre en nuestro país, donde la impunidad prevalece sobre la verdad y la justicia. Ni venganza ni odio mueven a las víctimas, solo saber lo ocurrido y lograr la verdad”, escribieron.
Rigoberto Lorence, expresidente del Partido del Trabajo en Morelos y luchador social expresó: “Ayer murió Luis Echeverría, a los 100 años de edad, impune como lo fue desde las represiones que ordenó en los setentas en la Costa Grande de Guerrero. Encerró a la población campesina que apoyaba a Lucio Cabañas en una gigantesca cárcel sin rejas. Murió odiado por millones de excombatientes; sus hijos y nietos, y en medio del clamor popular contra la impunidad del genocida”.
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