Rodrigo, de 13 años, no regresará este año a clases. En casa no hay televisión ni teléfono inteligente. Sólo su hermano cursará el quinto año con apoyo de su maestra, quien le entregará guías de estudio para evitar que pierda el año.
Juana Figueroa Sebastián, de poco más de 50 años de edad, es mamá de Rordigo y Andrés, de 10 años, quien este ciclo escolar pasará a quinto año. Con el nuevo sistema de educación en casa, sólo Andrés podrá continuar con sus estudios. Ellos son parte de las estadísticas de pobreza. En casa no hay televisión ni internet, tampoco teléfonos inteligentes. Apenas cuentan con el servicio de energía eléctrica que comparte con su hija.
“Este año solo podrá estudiar Andrés, pasó a quinto año; ya no iba a estudiar ninguno, porque fui muchas veces a la escuela y siempre estuvo cerrada y unas mamás me dijeron que me metiera al Face, pero no tengo celular, no tengo internet, y pensé que perdería el año. Pero la maestra nos buscó y encontró, ella le va a mandar una guía por semana, la tiene que contestar para que se la califiquen y así va a ser hasta que entren a clases.
Pero a Rodrigo no lo inscribió en la secundaria Juan Escutia de la colonia Benito Juárez; "a fuerza tiene que tomar las clases por televisión o por el celular, en internet ,y no tengo nada de eso, hasta para inscribirlo se hace por internet y no tengo. A ver si el otro año logra entrar a la secundaria", dice al lamentar que la pobreza en la que viven se ha vuelto más dura y le angustia que no puedan estudiar sus hijos.
"No quiero que como yo que no estudie, estén sufriendo por no poder ayudar a sus hijos"; ella sabe que hay más mujeres como ella, madres solteras que no pueden y no tienen cómo sus hijos puedan estudiar, la pobreza, el ir viviendo al día, ir juntando para pagar el agua, la luz, no es fácil, y menos en tiempos de pandemia, donde solo le dan trabajo tres días de la semana.