Kalina Bermúdez supo lo que quería desde una edad muy temprana, a los 11 años, aquella niña ya se había fijado como meta estudiar en la República Democrática Alemana. Desde entonces, hasta su adolescencia, combinó su sueño con un esfuerzo escolar constante que la llevó a hacerlo realidad a los 18, gracias a una beca. Para ella ha sido uno de sus grandes logros.
“Fui afortunada y de las mujeres que hemos podido estudiar, hacer un doctorado, ser investigadora y hasta cierto punto estar satisfechas con lo que hemos hecho y hacer lo que nos gusta, eso es un gran privilegio. A mí me gusta la investigación, me gusta lo que hago y tengo excelentes relaciones tanto con hombres como con mujeres, así que no me siento discriminada dentro del ámbito laboral en el que me he desarrollado”, relata Kalina Bermúdez Torres, investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y presidenta de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y la Conservación, Capítulo México.
La doctora, creció en una familia que ella misma califica como liberal. Vivió su infancia en un ambiente en el que no se sintió limitada por el hecho de ser mujer por sus padres ni sus hermanos, si acaso hasta que siguió creciendo y percibió un cuidado excesivo hacia su integridad, un peligro que pudo haber existido fuera de casa.
“Sí sentí en algún momento una especie de cuidado excesivo, digámoslo así, porque me convertí en mujer, entonces había ya la idea de que corría riesgos, y esa sensación sí me inhibió, me bloqueó en algunas actividades, sobre todo deportivas”, recuerda.
En cualquier caso, nadie le impidió viajar a Europa, una región donde, además, terminó por comprobar que las diferencias sociales marcadas entre hombres y mujeres existen incluso en países que, desde afuera, imaginamos vanguardistas.
“Yo pensaba que en este país habría diferencias con respecto a México para con las mujeres, que sería más equitativo, pero también me di cuenta de que había prejuicios fuertes, aun con todas las posibilidades y el apoyo para el desarrollo de las mujeres, para que trabajaran también, no se rompía esta diferencia de que las mujeres seguían teniendo doble y triple jornada”, relata.
Formada como bióloga en Alemania, Kalina Bermúdez ha dedicado su vida a México, específicamente a la diversidad biológica de este país y del estado en el que vive, Morelos. A fuerza de años de investigación y crecimiento, ha descubierto que una de las claves para alcanzar la independencia es la solidez económica, de manera que las mujeres no estén sujetas a decisiones ajenas y puedan realizar sus propias elecciones.
“La independencia económica es básica en la pareja, aunque no haya pareja; es importante ser económicamente independiente, te da la capacidad de decidir hacia dónde quieres ir, si quieres estar o no estar, y creo que eso también me ha ayudado, esa posibilidad que también he tenido. He tenido varias parejas y en ningún momento he tenido la necesidad de que me mantenga, y no lo hubiera aceptado”, afirma.
No por ello cree que deba haber una rivalidad entre hombres y mujeres. Todo lo contrario: cree que ambos géneros deben aprender a complementarse.
“No creo que las mujeres y los hombres seamos iguales, física e intelectualmente, pero sí creo que somos un muy buen complemento: lo que no ven unos, lo vemos otras; lo que no sienten unos, lo sentimos otras; lo que no sentimos unas, lo sienten otros. Esa es la reflexión que tenemos que canalizar”.