La pandemia ha generado que las fiestas patronales regresen a la adoración, contemplación y convivencia sana entre feligreses, dejando de lado las fiestas paganas, considera la Iglesia; sin embargo, los antropólogos consideran que cuando se cancelan este tipo de actividades, se afecta en la forma de socializar, en la convivencia de una comunidad.
El año pasado, con la pandemia por Covid-19, y principios de este 2021, las fiestas patronales fueron canceladas; sin embargo, fue hasta hace unas semanas, cuando Morelos avanzó al semáforo verde, cuando empezaron a celebrarse algunas festividades como en Alta Palmira de Cuernavaca y la semana pasada la feria en honor a Santiago Apóstol, en Jiutepec.
El padre Tomás Nájera Toral, vicario general y vocero de la diócesis de Cuernavaca, comentó que hay que recordar que en la antigüedad y en la actualidad las iglesias o templos están ubicados en el centro de una población o comunidad, además representan espacios importantes de la vida de los feligreses.
Aclaró que las fiestas patronales no solo es volcarse en la imagen del santo sino como el santo, ver por su comunidad, que tenga vida y se dejen de lado las actividades cotidianas para hacer la festividad.
El vicario comentó que la Iglesia siempre ha pedido que las fiestas populares no se conviertan en fiestas paganas, llamado que han hecho desde antes de la pandemia, ya que deben ser tiempo de contemplación, oración y convivencia pacífica en torno al santo que se celebra.
Señaló que sin duda con la pandemia además de cancelarse las ferias y fiestas, se ha regresado al origen de la festividad, celebrando de manera religiosa a través de la misa.
Feria de Tlaltenango
Nájera Toral comentó que ya se dio una reunión con el secretario del Ayuntamiento de Cuernavaca, en la cual el ayudante municipal de Tlaltenango presentó una propuesta para que se lleve a cabo la feria, en la cual se propone contar con los protocolos necesarios, definir sentidos, la colocación de menos puestos, contar con áreas para lavados de mano, control de peregrinos y más.
Por su parte, el secretario del Ayuntamiento les refirió que esta propuesta sería presentada al comité que lleva el tema del Covid-19 para saber si es viable.
Indicó que la Diócesis de Cuernavaca se ha pronunciado porque la feria tendría que realizarse de acuerdo a los nuevos protocolos y que por el momento no es posible pensar que se realice como se venía realizando hace dos años.
Asimismo, recordó que la Iglesia solo es responsable y decide en la celebración que se lleva al interior de los templos, y lo que sucede al exterior es organizado por los comités ciudadanos o promotores de ferias.
Las fiestas patronales son esenciales
El doctor Luis Miguel Morayta Mendoza, antropólogo del Centro INAH Morelos, comentó que sin duda las fiestas son esenciales para la vida de los pueblos porque están dedicadas a las imágenes patronales de una comunidad.
Indicó que las imágenes tienen una vida propia, cuando se reza en honor la imagen no es el extracto sino el San Miguel Arcángel que está en la Iglesia de Acapantzingo o San Salvador que está en Ocotepec.
Señaló que estas imágenes sagradas tiene una fuerza y que pueden ayudar a sus fieles, y en la manera que son celebradas se les reza, se les pide, “es lo que va acrecentando la fuerza sagrada que tienen, puede ser una imagen de una parroquia o de una capilla barrial, o una medalla, pero llega a tener una vida propia y la manera como nos comportemos hacia esta imagen es la manera en que va a corresponder”.
Afectaciones en la comunidad
El investigador del INAH señaló que con la pandemia, sobre todo en el tiempo que no se podían realizar ferias o festividades, sí hubo una afectación en las relacione sociales.
“Hay una cuestión en las comunidades, sobre todo en las que tienen tradiciones indígenas, que es la de alimentar al visitante, es un principio ético y aquí no hubo posibilidad de hacerlo, es más, las fiestas patronales no se llevaron a cabo y ahora se uso el Internet hasta para confesiones, por celular, Internet para misas y procesiones fueran vistas a través de pantallas de computadora o teléfonos, pero no hubo la oportunidad de compartir, de ser anfitrión y de dar comida, es una de las formas más fuertes de tomar la relación, entre las gentes, las familias y los pueblos".
Puso como ejemplo el tema de velaciones en comunidades, cuando existía un falleció por Covid-19 solo entregaban las cenizas ya que no podían reunirse para evitar posibles contagios.
Recalcó que no es la primera vez que las fiestas patronales en México se han visto afectas, ya hubo una pandemia en 1919 (gripe española) que causó casi un millón de muertos, llegó un momento en que no se podía celebrar ni conmemorar fiestas.
De hecho, recuerda que cuando recién llegó a vivir a Ocotepec, a los pobladores que les tocó esa época solo se les permitía enterrar a sus familiares, no había velorios ni mucho menos festividades y parecía el fin de sus tradiciones; sin embargo, siguieron adelante, cambiaron algunas cosas, pero al final se reconstruyeron.
Con miedo, se reactivan fiestas
Maximino Contreras, originario de Puebla, se dedica a la elaboración artesanal de piezas hechas a base de piedra volcánica y desde la semana pasada, tras más de un año resguardado por la pandemia, se reincorporó a la actividad de las ferias patronales.
La semana pasada acudió a la primer feria desde que inicio la pandemia, participó vendiendo en la Feria en honor a Santiago Apóstol en Jiutepec, sin duda acudió con temor a contagiarse, pero es la forma en que puede generar ingresos para sostener a su familia.
Junto con su familia tiene un taller, en donde crean sus piezas e innovan, y es la única forma que conocen para subsistir.
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