El sol apenas asoma por el horizonte cuando los hombres que trabajan en El Hospital, una pequeña comunidad rural de Cuautla, comienzan la jornada.

Despiertan al alba, desayunan un pan con café y luego toman sus bicicletas para recorrer el camino hacia los campos de caña, maíz y arroz. La carretera Cuautla - El Hospital se extiende ante ellos como una serpiente que atraviesa el paisaje campirano.

“Se puede considerar de riesgo porque la carretera no tiene acotamientos, entonces se reduce lo que es el ancho de la vía,” confiesa Genaro Torres, ayudante municipal de El Hospital.

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El rescatista Ricardo Morellano Orozco, del grupo Emergencias Morelos, Rescatistas Unidos, Búsqueda y Rescate Escuadrón Oro Morelos, coincide:

“No hay límites de velocidad, no hay acotamientos. Son hasta cinco accidentes al mes los que estamos teniendo ahí”.

A lo largo de la carretera, los ciclistas y los trabajadores del campo, así como los turistas que se dirigen hacia la histórica ex hacienda La Concepción y su acueducto, luchan por compartir un espacio cada vez más reducido. No hay avistamientos ni señalamientos.

Durante el temporal, la maleza invade los bordes del camino y los escombros descuidadamente abandonados limitan aún más el espacio. Genaro se queja de que la hierba crece sin control y de que hay gente que, sin tomar en cuenta a los demás o acaso malintencionadamente, tiran escombros en el camino.

“No puedes orillarte, más por el escombro,” advierte.

“Para seguridad vial hace falta una auditoría vial, donde se ven las deficiencias de lo que es la carretera, qué es lo que se necesita, incluso la señalización de topes, que no están balizados”, añade Morellano.

El golpe de la realidad

Daniel Vallejo, director de Tránsito, proporciona una visión de las dificultades financieras y logísticas que presenta la creación de una solución a largo plazo para estos problemas:

“Tenemos un tema con desarrollo urbano, tocando el tema de una posible ciclovía, pero para hacerla era un dinero muy importante y teníamos que justificarlo con la población que se traslada de un lado a otro, y El Hospital es un lugar donde sí hay bicis, de trabajadores del campo, principalmente, y los fines de semana es un tema meramente deportivo, pero la población en sí no es tanta o lo suficiente como para inyectarle tanto dinero para una ciclovía en ese trayecto”, admite el comandante.

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A pesar de los riesgos, la carretera es hasta ahora la única vía de acceso a los campos de trabajo y a los principales puntos de interés de la zona.

Al caer la noche

Justo en frente de la ex hacienda está María, encargada de una tienda de ropa, en la curva donde empiezan las casas.

“Lo que sí veo peligroso es cuando vienen los muchachos de las bicicletas, los ciclistas, porque no hay señalamientos para ellos,” cuenta. Además, para los que caminan para ir a trabajar a los campos, la falta de banquetas aumenta el riesgo. Y el asunto de la iluminación es otro tema de preocupación.

“De iluminación nada más esta parte, hacia allá hay, pero poca” dice María.

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Haciendo presión

Pese a las circunstancias, los habitantes de El Hospital siguen luchando por su seguridad y su bienestar. Hacen lo posible para presionar a las autoridades municipales a que tomen medidas, y aunque Genaro afirma que “cuando se hace presión sí dan soluciones”, admite que aún falta mucho.

Recientemente, un accidente grave hizo que la comunidad tomara aún más conciencia del peligro que enfrentan en la carretera. Un motociclista y su familia se estrellaron al no hacer alto total al incorporarse.

“Hace poco tuvo lugar un accidente grave, un joven con su esposa y su bebé salieron volando de su motocicleta. Manejaban a la defensiva, no se pararon, cuando debían hacer alto total porque se estaban incorporando a la carretera desde uno de los caminos. No hubo decesos, afortunadamente,” relata Genaro con una mezcla de alivio y preocupación.

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