Fue cancelada la tradicional fiesta patronal del municipio indígena de Coatetelco en honor a San Juan Bautista, esto debido a la contingencia epidemiológica del Covid-19, pero eso no impidió que en la víspera se llevara el huentle a los airecitos y que la gente cumpliera la promesa de llevarle hermosos arreglos florales, veladora e incluso su limosna.
Dicha celebración lleva más de 200 años, pero en esta ocasión no hubo las tradicionales danzas a la virgen, tecuanes y chínelos, y aunque la comparsa se dio cita para tocar, la celebración fue muy austera, tampoco hubo mole verde y rojo, tamales de mojarra y las tortillas de mano que acostumbran los feligreses en esta tradicional fiesta que dura ocho días.
El presidente del Consejo Municipal Indígena, Norberto Zamorano Ortega, consideró importante que esta fiesta no pasará desapercibida con apego a los usos y costumbres, por lo que como cada año se llevó la ofrenda a la cueva de los vientecitos, el tradicional huentle y aunque con muy poca gente, se fue con los “graniceros” para pedirle un buen temporal.
Se va a hacer solo lo necesario pero la ofrenda se puso completa.
La tradicional misa de la entrada de flores la ofreció el padre a puerta cerrada y con parlantes, por internet. Hoy por la mañana los mayores llevaron las ofrendas de flores a la capilla provisional, y es que las obras de la reconstrucción de la iglesia siguen paradas y no hay fecha para cuando reanuden y la entreguen.
Sin la algarabía tradicional, la gente lleva sus promesas al santo patrón que durante nueve días salió a peregrinar por las calles y ayer que regresó le arreglaron el altar y a los pies colocaron las ofrendas florales, las veladoras y la alcancía donde también aportan la limosna correspondiente.
Desde lejos se escuchan los cohetes cuando de algún hogar de Coatetelco salen familias a entregar la promesa y vuelven a quemar otro cohete cuando llega a la iglesia.
Pero hay gente más humilde que llega caminando la pesada cuesta con un arreglo de flores blancas que ponen en el altar tras persinarse frente a la imagen, se vuelven a persinar para prender y poner la veladora junto a decenas que dejaron al pie de los cirios.