Las campanas son el reloj que regula la vida de los pueblos, además de un medio de comunicación e información de las comunidades. Tras el sismo, en Tepoztlán el silencio paralizó y modificó sustancialmente muchas de las actividades de la gente. Con la exposición Cuando callaron las campanas en Tepoztlán la gente manifiesta el impacto que tuvo ese silencio y el no escuchar el vibrante sonido, porque todos los campanarios fueron cerrados por los daños.
Sin las campanas repicando, el ánimo de la gente del pueblo se vino abajo, expresó Lucía Ortiz, directora del ex convento de Tepoztlán, y es que todas las parroquias de los barrios perdieron el acceso a esos lugares, porque los campanarios se dañaron.
Las campanas, en las creencias de las comunidades, protegen contra fenómenos naturales y también sirven como un llamado de alerta ante alguna emergencia que pongan en riesgo a la población; asimismo, funcionan en las convocatorias de las escuelas, para avisar de algún difunto o para los llamados a misa.
También pueden doblar en un deceso o replicar de alegría en alguna festividad de la comunidad, ya sea en honor a un santo o una virgen; de igual manera, se emplean por rogación o para un toque de respeto.
La finalidad de la exposición Cuando callaron las campanas en Tepoztlán es mostrar el sentimiento de la gente, que tiene como el elemento central del poblado y regulador de la vida en la comunidad; por medio de entrevistas a gente representativa se explica el fenómeno de la ausencia de las campanas y cómo el silencio influye en la vida cotidiana e incluso de cohesión social.
Lucía Ortiz explicó que la exposición es un esfuerzo comunitario que ayudó también a levantar el ánimo de todos. A semanas del sismo, los trabajadores no querían entrar al edificio, pero hubo que rescatar el archivo histórico de la comunidad y sirvió para que gradualmente se fueran abriendo espacios del ex convento.
Recordó que dos meses después del sismo mucha gente no supo que el lugar abrió, aunque con un acceso limitado, porque fue cerrada la planta alta; al final del año estará recibiendo otra vez a los visitantes.
En este proceso de reconstrucción el mirador del ex convento todavía tendrá que esperar porque presenta daños estructurales, pero en 2019 posiblemente esté en condiciones.
El lugar donde están las campanas tardará al menos dos años en ser restaurado en su totalidad, porque sí quedaron dañados, no se pueden juntar como si fuera un rompecabezas, explicó.
Por medio de la exposición “se busca documentar la historia del lenguaje sonoro de Tepoztlán; las campanas tienen una función importante en la vida cotidiana, social, religiosa de las practicas que realizan los habitantes; la gente aún regula sus actividades por medio de su sonido; las campanas avisan cuando hay un difunto, un llamado de alarma, en las fiestas religiosas, y son muy importantes. Cuando callan las campanas el silencio es más fuerte que el propio sonido, fue el silencio de las campanas la necesidad de rescatarlas y rescatar su historia”, manifestó.
Para conocer la historia de cada campana se entrevistó a las personas de la tercera edad, quienes participan en la exposición; relataron cómo sus abuelos o bisabuelos les contaron las historias.
Sobre esto, Marcela Tostado, experta en tradiciones e historia del municipio, explicó que cuando preguntan la razón del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para intervenir antes que todo el ex convento, es que era urgente por los daños que presentaba y si pasaba más tiempo el daño podría ser mayor.