“La nuestra es una iglesia profundamente herida que necesita desesperadamente ser curada. Los católicos están abandonando la iglesia; los que se quedan están retirando sus donaciones; padres que han estado esperando durante mucho tiempo que sus hijos se conviertan en sacerdotes los están disuadiendo de que entren en el seminario”, decía en un escrito el papa Francisco.
En Morelos existe el Seminario Diocesano San José de Cuernavaca, hoy más que en otros años hay 78 jóvenes solicitando servir profesional, espiritual y físicamente a Dios.
La ausencia de los fieles al llamado a misa, hoy han resultado ser eso, “van quienes quieren”, señala el refrán, lo malo es que cada vez son menos los que van. Para Roberto Tinoco, en su libro “La Deserción de la Iglesia”, señala que esta doctrina está experimentando una deserción de su membresía, la cual se manifiesta en diferentes dimensiones. Muchas personas hacen profesión de fe, deciden servir a Dios pero al tiempo abandonan la iglesia. Algunos se van porque tienen causas justificadas, otros porque cambian de lugar o se reubican, pero la gran mayoría se va por causas ajenas a lo antes mencionado.
En ese libro, el autor presenta un estudio sobre la crisis de la deserción que están experimentando las iglesias cristianas y las causas más comunes por las que la gente se va de la iglesia son asuntos relacionados con la iglesia y sus prácticas, la pérdida de la fe, del compromiso, cambio en los valores.
Desde el 2019, en el espacio HIPTEX Contando Historias, se hacía referencia a esta situación que fue reconocida en México por Monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, durante la apertura de la Conferencia del Episcopado Mexicano en la CVII Asamblea Plenaria, refirió que la Iglesia Católica atraviesa una etapa de crisis y de gran dificultad por los escándalos que afectan su credibilidad y autoridad moral. Habló del “terrible flagelo de la pederastia, que no hemos sabido enfrentar en el pasado”.
Incluso agregó que la emergencia pastoral más apremiante son los sacerdotes, “los protocolos para atender las denuncias sobre el abuso a los menores y a los adultos vulnerables han hecho que en ocasiones nos vean a los obispos como perseguidores o policías, minando la necesaria confianza filial que debemos despertar en ellos. Estamos en el reto de mantener el equilibrio pues no podemos encubrir delitos, pero tampoco perder a nuestros presbiterios”.
Pero además, señaló, los Obispos de México debemos reconocer que como iglesia atravesamos una etapa de crisis y de gran dificultad. No sólo por los escándalos que tanto han afectado nuestra credibilidad y autoridad moral sino por el cambio de época que estamos viviendo y al que no estamos respondiendo de manera adecuada.
Sin embargo, en Morelos, específicamente en la formación de los sacerdotes, la labor no se ha detenido sino por el contrario hay un trabajo constante, complicado, pero sobre todo dedicado y con fe. Así lo explicó, Israel Vázquez Melchor, rector del Seminario Conciliar fundado en 1989 por Onésimo Cepeda cuando era el VII Obispo; Sergio Méndez Arceo fue el primer rector de dicho seminario y también fue profesor de teología.
El también capellán de la Catedral de Cuernavaca confió que asumió esa responsabilidad desde hace cinco años y medio, aunque en el seminario tiene al menos siete años, ya que comenzó como director académico de la escuela y titular del área de filosofía.
Hizo notar que desde hace algunos años la población escolar efectivamente iba disminuyendo, pero para la buena fortuna “y gracias a Dios, no hemos tenido ninguna merma en lo que se refiere a vocaciones. Yo lo atribuyó a nuestro obispo Don Ramón, desde que llegó a Morelos en la Diócesis ha sido un ferviente orador de las vocaciones y así lo hace al final de todas las misas”.
En este 2022 hay una cifra récord en el seminario mayor y al inicio del ciclo académico hubo 78 jóvenes, cantidad que no se veía aunque cuatro ya no regresaron, cada uno por distintas razones, especialmente por las académicas.
Lo cierto, expuso el padre, no atribuiría a una baja en el entusiasmo de los jóvenes por servir a Cristo y es que a esa edad todavía les cuesta mucho trabajo a las nuevas generaciones concentrarse en la escuela.
Incluso no dudó que “estos aparatitos de los teléfonos con las redes sociales les quitan mucho tiempo y cada vez quieren estudiar menos, pero la verdad es que siguen y allí están todos los que aspiran, hasta hubo récord en las calificaciones, no hubo reprobados, pero sí les cuesta trabajo dedicarse. En cambio, sus teléfonos están inscritos a todos los streamings posibles; es parte de su generación, pero sí hay que lidiar con todo eso”.
Con el paso de los años, el esquema académico en el caso de la teología y la filosofía no se pueden cambiar en el fondo, llevan una misma estructura, aunque para la reflexión sí ha sido diferente y es allí donde se ha ido transformando el aprendizaje para los nuevos sacerdotes.
“No podemos seguir enseñando lo de la edad media, el mundo se mueve y nosotros nos tenemos que mover con él, y la reflexión filosófica y teológica se han movido como lo requiere el tiempo”.
Pero entonces ¿cuál es la nueva realidad que deben aprender quienes serán los encargados de continuar con la doctrina católica? Israel Vázquez explica que hoy la iglesia está abierta al diálogo y es algo que fue aprendido de la labor de don Sergio Méndez Arceo al padre Baltazar López Bucio, quienes marcaron nuevas rutas en su tiempo porque estaban dispuestos al diálogo con quién fuera, ateos, científicos o con la gente que no creía, incluso con los pueblos de usos y costumbres, y con todos aquellos que probablemente tienen una idea negativa de la fe.
No dudó en que la academia en el seminario mayor es sin duda una opción, especialmente para las familias de escasos recursos, primero en apoyo al nivel preparatoria y a nivel seminario, porque lo único que se busca es seguir a Cristo.
Sobre la preparación de un futuro sacerdote, el padre Israel comentó que se puede entrar desde la preparatoria, que son tres años; un año de curso introductorio, tres de filosofía y cuatro de teología, son en realidad 11 años con la preparatoria, y sin este nivel son ocho años. Aunque es el Obispo quién toma la decisión de ordenarlos que puede pasar hasta un año.
Los jóvenes toman su clase, la mayoría con una computadora personal, y los profesores, muchos de ellos jóvenes seminaristas, igual explican la clase en un pizarrón.
En una parte del auditorio, con ayuda multimedia, está una profesora, de allí sale Giovanni Sánchez Sánchez con apenas 19 años, muestra su entusiasmo por ser un sacerdote en un futuro no muy lejano, aunque en su familia lo consideraron una locura, al final al ver su convencimiento sus padres aceptaron su decisión.
Es el más joven de los estudiantes, por eso, se le cuestiona porque de todas las opciones que había, decidió tomar una determinación que para muchos no lo era.
“Tuve la inquietud desde pequeño cuando vi una invitación para estudiar en esta casa de formación, me animé y quise conocer más sobre esta vida. Cuando hablé con mis padres quería entrar al seminario menor, mi papá me dijo que estaba loco, que no pensara en esas cosas y decidí estudiar la prepa en Axochiapan, de donde soy”.
Una vez que concluyó ese nivel volvió a exponer su inquietud a sus padres, esta vez fue determinante recibir el apoyo de su madre y así llegó al seminario. “El principal objetivo es ser sacerdote y me llama la atención que quiero dedicar mi vida al servicio de Cristo y ayudar a la comunidad a través de esta bonita vocación, y acercar a las personas para que conozcan a Dios”.
Giovanni incluso desestimó los comentarios de sus amigos cuando expresaba esas ganas de servir a Dios como su representante en la tierra.
Todos los días los jóvenes tienen cosas que hacer además de estudiar, como responsabilidad deben tener limpio el lugar donde están, los fines de semana tienen la oportunidad de ir a una iglesia en los municipios, para mostrar su aptitud de servir a Cristo. Cuentan con dos temporadas vacacionales donde tienen la oportunidad de estar y convivir con sus familias. En lugar de ver como una crisis de credibilidad de la iglesia la toman como una oportunidad, con todo y que son “alegres y juguetones”, como dice el padre Israel Vázquez, al final son jóvenes y de entre ellos saldrán las próximas generaciones de sacerdotes responsables de llevar la doctrina católica a donde se les mande.
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