Deberían ser espacios seguros en los que las familias puedan divertirse sanamente, pero, en medio de la crisis de seguridad que enfrenta Cuautla, sus balnearios que en el pasado la hicieron famosa a nivel mundial, hoy también resienten este fenómeno, según da cuenta el personal que labora en ellos.
"Es un año como ningún otro, porque no está viniendo la gente", afirma uno de los trabajadores del balneario Los Limones, quien se negó a proporcionar su nombre.
El trabajador refirió que estos centros recreativos no están exentos de llamadas de extorsión, pero dijo que el problema que más afecta el sector es la reducción de visitantes, atribuida al clima de inseguridad que prevalece en el municipio, con ataques constantes en establecimientos de consumo.
"Antes, los fines de semana, las familias llegaban desde temprano y muchas veces no encontraban lugar porque estábamos llenos. Ahora, a veces ni siquiera alcanzamos la mitad de nuestra capacidad”, relata con nostalgia.
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Esta realidad se ve reflejada también en otros balnearios del municipio, en los que la percepción general de peligro que siente el público ha afectado la afluencia. "Las familias ya piensan dos veces antes de hacer el viaje", señala otro trabajador, esta vez en Las Tazas.
Aunque hasta la fecha la delincuencia no ha atentado contra el turismo, los efectos de su presencia ya se percibían desde principios de año en el entorno estatal, como expuso en febrero Víctor Manuel Castro Serrano, presidente de la Asociación de Parques Acuáticos y Balnearios de Morelos al reconocer que, ya para entonces, sí tenía el registro de intentos de extorsiones hacia los empresarios:
"La situación se repite por temporadas y generalmente son números desconocidos", dijo entonces.
En Los Limones, que se encuentra en el Centro Histórico de Cuautla, el personal del lugar da cuenta de los hechos:
"Sí nos han llamado, aunque hasta ahora no ha pasado a mayores", indica el mismo testimonio.
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