Si eres un amante de la historia, la naturaleza y, particularmente, de los ferrocarriles, seguro que este destino oculto en la localidad de Tenextepango llamará tu atención. Se trata de la antigua estación del ferrocarril interoceánico que permanece en esta localidad, así como su casa sección e, incluso, un vagón abandonado camino a Coahuixtla.
Aunque puedes recorrer los tres puntos en vehículo, hacerlo en bicicleta te permitirá disfrutar mejor de la experiencia, especialmente en esta temporada del año, en que los cerros y los cultivos reverdecen a ambos lados del camino.
La aventura inicia en la primaria Gregorio Torres Quintero, edificada sobre la antigua estación del ferrocarril, y rumbo a la carretera de Tenextepango, donde se encuentra la casa-sección:
"La casa-sección es donde vivían los reparadores de vía del tren interoceánico. Esta, en particular, está relacionada con la estación de Tenextepango, que hoy en día es la primaria", relata el historiador Enrique Anzures.
De la casa-sección quedan solo ruinas, ya que el edificio fue abandonado y, con el tiempo, vandalizado. Sin embargo, todavía es posible apreciar su pintura original en las paredes, muestra del cuidado que tuvo durante sus operaciones.
Estación de ferrocarril de Tenextepango
La estación de ferrocarril de Tenextepango, en Ayala, se edificó sobre la línea del ferrocarril de Cuautla a Atencingo, por medio de la concesión 196, del 28 de marzo de 1898.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la empresa que exploró esta ruta, que conectaba a la hacienda del pueblo con la de Coahuixtla, fue la Compañía Limitada del Ferrocarril Interoceánico de México, Veracruz y Acapulco.
A lo largo del antiguo camino que seguía el ferrocarril hoy se abre uno de los senderos favoritos de los ciclistas morelenses, a través del cual se abren vistas envidiables de los cultivos de caña y maíz de la zona y un vagón abandonado que ha protagonizado cientos de fotografías, ubicado a la altura de la colonia Niños Héroes.
“Este vagón debió haber sido abandonado cuando el ferrocarril dejó de funcionar. Hoy mucha gente se detiene aquí a tomarse fotografías”, dice Anzures.