El municipio de Axochiapan quedó marcado hace cinco años: la tarde del 19 de septiembre de 2017 esta localidad fue el epicentro de un sismo que sacudió el centro del país, se llevó más de 300 vidas y destruyó miles de casas, iglesias y conventos antiguos, pero también dio muestra de la solidaridad que surge entre mexicanos en momentos difíciles.
“Yo iba en mi bicicleta y no me daba cuenta de que estaba temblando, hasta que me detuve porque empecé a sentir algo raro. Entonces vi que el agua se estaba derramando de los tinacos y que las alarmas de los carros estaban sonando”, recuerda Óscar Cortés, historiador y habitante del municipio.
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Axochiapan es una comunidad comerciante. En días domingo las calles de la cabecera municipal se atestan de vendedores que llegan de todas partes con puestos de sopes, tacos de barbacoa y aguas frescas, zapatos, ropa, frutas y verduras.
Y aunque el tiempo podría engañar a los visitantes con la falsa impresión de que aquí no pasó nada, las dos capillas del centro se niegan a ocultarlo.
Una cúpula de cobre
Construido en el siglo XVII, el Santuario del Padre Jesús fue uno de los dos templos dañados por el sismo del 19-S que provocó que su cúpula cayera. Al reconstruirla, los pobladores optaron por sustituir la antigua estructura por una armada con cobre.
“Se le puso una cúpula de cobre, como no hay en ningún otro lado, así que es única en su tipo”, afirma Cortés. Desde el exterior del santuario es posible apreciar el brillo de la cúpula; el templo principal sigue cerrado al público.
De acuerdo con los habitantes, la rehabilitación de la cúpula fue posible gracias al diezmo que pagan los feligreses, lo que además permite mantener el santuario.
Santuarios morelenses
Además del Santuario del Padre Jesús y la Capilla de San Pablo en Axochiapan, el sismo del 19 de septiembre causó daños en otros 257 inmuebles históricos del estado de Morelos y, a cinco años del movimiento telúrico, todavía hay pendientes.
De acuerdo con el delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Víctor Hugo Valencia Valera, el proceso de reconstrucción de inmuebles históricos presenta un avance del 74%.
De los 259 inmuebles dañados, el INAH ha coordinado la restauración de 194, mientras que el resto presenta avances del 60 al 70%, en espera de la aplicación de un nuevo paquete de recursos para su rehabilitación. Pasada la primera mitad del año, considera, el proceso se extenderá al menos hasta el año 2023.
Ruinas deshabitadas
En calles de la cabecera, así como en sus alrededores, es posible apreciar los estragos del sismo: en un par de terrenos, donde antes debió haber un hogar, hoy hay ruinas deshabitadas que no han vuelto a ponerse de pie.
Las cifras oficiales indican 400 inmuebles dañados, algunos de ellos a tal grado que sus moradores optaron por demoler los muros y empezar de nuevo. En la calle Emiliano Zapata, cerca de la capilla de San Judas Tadeo, parece que el sismo hubiera sido hace apenas unos meses.
Es domingo de plaza y los habitantes de esta casa están de compras. Pasa una hora y no vuelven. No hay muros que impidan entrar, pero sí una malla de alambre a través de la cual se observan bloques para la construcción, botes de pintura para transportar mezcla y arena y todos los indicios de una obra en proceso.
En algunos hogares la reconstrucción llegó más tarde. Hasta hace dos años, algunos de los pobladores cuyos hogares resultaron dañados seguían a la espera de que la Comisión Nacional de Vivienda les depositara recursos para poner de pie sus casas. En otros casos, siguen a la espera.
“A mí me dijeron que iban a volver a visitarnos, que van por secciones, pero no han vuelto. Mi casa fue dictaminada como inhabitable”, dice un encargado de una tienda de abarrotes, que no da su nombre, pero que ha esperado por cinco años.
Un temblor no se olvida
Los habitantes de Axochipan no olvidan el 19-S. Y cada septiembre lo recuerdan más. Aquel día, una mujer perdió la vida. Se encontraba en el Santuario del Padre Jesús en el momento en que la cúpula cayó. En los días siguientes llegó la ayuda: vehículos y camiones cargados con víveres, voluntarios que ayudaron a retirar los escombros e instalar hogares temporales para quienes perdieron el suyo.
“Nos llegó bastante ayuda, caravanas de gente que traía despensa, víveres de muchos estados: Veracruz, México, de muchos lados, del norte del país también”, recuerda Óscar.