Amilcingo: Ejemplarmente dividido

Desde lejos, la comunidad de Amilcingo, en Temoac, es conocida por sus obleas de amaranto, sus dulces típicos, su tradición en la formación de docentes y, desde hace tiempo, por su carácter combativo contra casi cualquier cosa que tenga que ver con el gobierno o con los partidos políticos.

Ya adentro, uno se percata de que en realidad Amilcingo podría dividirse en dos: su cabecera, más identificada con la resistencia; y sus orillas, que todavía intentan abrirse camino a través de la producción de amaranto. Ambas identidades podrían parecer polares.

“Lamentablemente, nuestra comunidad, a partir de que pasó el gasoducto, que es parte del Proyecto Integral Morelos (PIM), sufrió la influencia de mucha gente que vino a promover la resistencia a este tipo de proyectos, a prometerles a los ejidatarios que habían vendido su tierra que les iban a dar más recursos de los que ya habían recibido, y motivarlos a participar en una lucha social que no fue como les plantearon”, cuenta Humberto Sandoval Zamora, secretario general de la Central Campesina Cardenista (CCC) en Morelos, una agrupación de izquierda mexicana fundada en 1988.

Sandoval habla desde su perspectiva. En Amilcingo, los puntos de vista pueden marcar la diferencia: mientras que ciudadanos como él aceptaron en primera instancia la construcción de la termoeléctrica de Huexca, su gasoducto y acueducto en las comunidades cercanas, un grupo de pobladores alzó la voz contra el PIM desde el momento en que se enteraron de su existencia, entre ellos el activista Samir Flores Soberanes, asesinado en 2019.

Sin embargo, la Asamblea de la Resistencia Amilcingo considera que la división del pueblo ya era evidente desde tiempo atrás, y que la CCC ha contribuido a acentuar las diferencias.

“Viene o les da dádivas del gobierno federal o estatal, en ese periodo era Graco Ramírez, y la gente, quiera o no, se siente comprometida con él, por el apoyo que les ha dado. Y hablamos de proyectos de miles de pesos”, cuenta Jorge Velázquez Escalvazeta, representante de la asamblea, quien recuerda que la injerencia de la CCC inició a partir del año 2000.

Algunos problemas

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el índice de marginación de Amilcingo es de -0.7781, lo que se considera un índice de marginación alto. En palabras de Sandoval, el pueblo ha palidecido la falta de un programa integral de desarrollo agropecuario, que permita aprovechar todo el potencial productor de sus tierras. Esto ha causado que, a la fecha, el cultivo de amaranto esté en riesgo de desaparecer.

“Ha faltado el compromiso y decisión de tecnificar la producción. Estamos haciendo esfuerzos personales, ya que no hay un plan de desarrollo agropecuario. Tristemente, el cultivo del amaranto está por desaparecer: somos pocos los productores que seguimos produciendo este emblemático cultivo, que tanto empleo genera”, detalla el líder campesino.

Aunque la producción de dulces típicos brinda empleo a unas 500 familias, sólo 10 de ellas se dedican a su producción en la localidad, según los números que ofrece la CCC. Ello, aunado a la falta de comunicación entre ambos polos comunitarios, habría dificultado encontrar soluciones para este problema desde la década de 1990.

Transformación positiva

Jorge Velázquez, cuñado de Samir Flores, destaca los aspectos positivos de Amilcingo, entre ellos la transformación de los cultivos de temporal gracias a la tecnificación para el riego y su producción de maíz.

“Además tenemos la cuestión académica: en la primaria Samir Flores Soberanes (nombrada así en honor al activista y reconocida oficialmente por las autoridades educativas) hay estudiantes que han logrado destacar en competencias nacionales, lo que nos hace pensar en un mejor futuro para la comunidad”, relata.

Los pueblos de Morelos, entre usos y costumbres

Amilcingo, una comunidad con menos de cuatro mil habitantes, se rige aún por usos y costumbres.

En Morelos, este sistema de autogobierno también fue practicado por las comunidades indígenas que buscaron su municipalización hasta conseguirla en 2019: Hueyapan, Xoxocotla y Coatetelco, todas ellas enfrentadas posteriormente a conflictos de gobernabilidad en mayor o menor medida.

En Hueyapan, la crisis de gobernabilidad generada por las rencillas existentes entre dos grupos que reclamaban el poder, estalló en 2021, cuando un grupo de pobladores se enfrentó contra policías estatales en la capital del estado, en pleno intento de establecer acuerdos de paz.

Tras la liberación de las 15 personas que fueron detenidas a causa de las agresiones, el gobierno estatal obligó a ambas partes a firmar un pacto, lo que evitó nuevas disputas durante el resto del año y permitió renovar el concejo municipal con elecciones pacíficas, que fueron vigiladas desde el Gobierno Federal.