Desde hace algunos años, una escultura de un hombre y su familia trabajando en un taller de alfarería, adorna el crucero de Cuatro Caminos del poblado de Amayuca. Para los artesanos de la localidad, perteneciente a Jantetelco, es un orgullo pasar por ahí, porque a pesar de que este oficio se estableció en la zona hace cinco décadas, pocas veces se les había honrado de forma tan visible.
"Se nos hizo muy bueno que optaran por darle esa vista al alfarero, que es lo que aquí ha dado de comer a muchísimas personas", dice Antonio Bernal, del taller de alfarería La Perseverancia.
El padre de Antonio, Don Juan Bernal, fue uno de los pioneros de la alfarería en Amayuca: procedente de la Ciudad de México, aquel hombre llegó al pueblo junto con el negocio de su patrón, luego de que las autoridades de la capital tomaran la decisión de reducir los niveles de contaminación que producían los artesanos, lo que llevó a muchos de ellos a tener que instalar sus talleres en otras partes.
"Vienen a plantarse aquí los primeros alfareros. Mi papá venía de peón con ellos, estamos hablando de hace 45 o 50 años, y se encontró el material que se ocupaba para seguir con esto en la zona de Amayuca. Se encontró el barro, la tierra, las mezclas, y se empezó a volver a echar andar el negocio de la alfarería y las macetas", relata Antonio.
Actualmente, las alfarerías de México están sujetas a varios lineamientos que tienen el objetivo de eliminar la presencia de plomo en las piezas, entre ellos la Estrategia para el Manejo Integral del Plomo en las Regiones Alfareras de la República Mexicana.
Sustento de las familias de Amayuca
Aunque muchos tienen la idea de que Tlayacapan es el mayor pueblo alfarero de Morelos, en realidad, Amayuca es la localidad que da honor a ese título. De hecho, algunos artesanos de Tlayacapan son clientes de productores como Antonio, cuyas piezas circulan prácticamente en todo el territorio nacional.
"Nuestro fuerte son los estados del norte, como Chihuahua, Sinaloa y Durango, pero también tenemos mucha venta en la región sur, como en Villahermosa, Cancún, Yucatán, Chiapas y Oaxaca", explica el productor.
En Amayuca, cerca de 400 personas trabajan día a día en los más de 40 talleres instalados, algunos más visibles que otros. Ante tal competencia, los pobladores buscan que sus elaboraciones se distingan del resto ya sea por sus decorados, la calidad del barro y su elaboración artesanal. En el caso de La Perseverancia, Bernal presume que, excepto por el molde, todo el proceso se realiza a mano, y que sus piezas son muy económicas y de todos los tamaños.
"La gente viene y le gusta mucho, y el precio también les parece muy bien, al alcance del público. Tenemos macetas de la más chiquita hasta la más grandota que puedan imaginarse, con precios que van de los quince a los cuatro mil pesos", compartió Antonio Bernal.
➡️ ¿Ya recibes las noticias en WhatsApp? ¡ES GRATIS!
Únete a nuestro canal de YouTube