Hace ocho años, Rommel Torres sentó en Cuautla las bases de un festival que hoy se ha convertido en una marca: Bamboo Fest, un evento que ofrece, principalmente a los adolescentes y jóvenes seguidores de la cultura japonesa, un espacio para convivir con otros como ellos, adquirir productos que de otra forma no podrían comprar y disfrutar de presentaciones musicales y pasarela de cosplayers.
Para quienes no conocen la cultura otaku puede que estos términos resulten desconocidos, aunque lo cierto es que en el mundo que hoy vivimos muy pocos estarán ajenos a su influencia. Además, el paso de los años ha permitido a los creadores japoneses mejorar la calidad de sus producciones, al grado de algunas de las series animadas más reciente salidas de aquella región del mundo pueden clasificarse entre las mejores, como por ejemplo Shingeki no Kyojin, con millones de seguidores en todo el planeta y episodios que han recibido excelentes valoraciones de la crítica, a la altura de series consagradas en nuestro tiempo.
“Somos un evento a nivel Morelos, pero orgullosamente la sede es en Cuautla. Hace ocho años nosotros decidimos empezar aquí, no había nada. Tenemos el orgullo de decirlo, no es presunción, pero generamos esta cultura en Morelos y ahora nos visita gente de todo el país porque Cuautla tiene todas las condiciones para generar una importante derrama económica en turismo cultural”, dice Rommel, un hombre con alma joven que porta una gorra con el logotipo del popular videojuego móvil Free Fire.
De las Scooby Galletas a los platillos típicos
Alrededor se distribuyen varios puestos en los que se pueden comprar figuras de acción, capas bordadas, cuadernos personalizados y golosinas y alimentos que japoneses, como el ramen, o ficticios de series que todos hemos visto, como las famosas Scooby Galletas. Todo esto está aquí por aquello que Rommel inició hace ocho años, con el apoyo incondicional de su familia. Él, oriundo del Distrito Federal, llegó a Cuautla hace 20 años y desde aquel momento quedó prendado del atractivo de la localidad.
“Nosotros pudimos haber empezado en Cuernavaca, en Puebla, porque hay mejores condiciones, pero pensamos que aquí había mejores condiciones, y la gente que viene se maravilla porque es un lugar muy bonito. Yo, de tanto venir, me enamoré”, reconoce.
Reactivando la economía
En esta edición del Bamboo Fest, realizada en la Unidad Deportiva “José María Morelos y Pavón”, Rommel y los suyos estrecharon lazos con productores, artesanos y comerciantes locales. Así, los asistentes pudieron no sólo comprar ramen o comer Scooby Galletas, sino degustar pozole, mole y nieves hechas en Cuautla. La iniciativa se tomó con el apoyo del proyecto “Turismo en Cuautla”, que encabeza Gustavo Andrew Correa, un ciudadano que, desde las redes sociales y la labor social, busca promover el turismo local.
“Es un proyecto que no se quería dejar pasar. Se nos ocurrió la idea de enfocarlo hacia la reactivación económica, uniendo fuerzas a través de la gastronomía, los compañeros que preparan comida, el corredor gastronómico, los artesanos, los productores de Morelos, principalmente locales, y sus especialidades, pasando por medicina herbolaria”, explica Andrew.
Probamos el pozole verde, el tradicional de Guerrero, en el puesto de Clara Salgado, quien respondió a la convocatoria y apoyó a los organizadores con la coordinación de los productores locales. Para ellos, esta edición del Bamboo Fest fue especial, porque les permitió volver a exhibir sus productos a más personas y recibir al turismo, luego de más de un año de pandemia:
“Tengo varias compañeras que se quedaron sin trabajo, igual que yo, que son madres solteras, divorciadas. Vamos a reactivar la economía, hacer un corredor gastronómico. Esa es la idea: darnos la oportunidad de ofrecer lo que sabemos hacer, con mucho amor, para que vengan a degustar. La pandemia sigue y tenemos que tomar medidas, así que contamos con un arco sanitario, gente que está dando gel y vigilando el uso de cubrebocas”, dice Clara.
En la entrada de la unidad deportiva hay, en efecto, un arco desinfectante por el que cruzan todos los que llegan. Algunos jóvenes se hacen presentes acompañados de sus padres o algún adulto, pero la mayoría llega con un compañero o compañera de la misma edad. Una vez dentro, lo primero que encuentran son los puestos instalados por artesanos y, hasta el fondo, el escenario de Bamboo Fest.
Hay Bamboo para rato
Con ocho años de continuidad, Bamboo Fest es un evento consolidado por el tiempo y el interés de las generaciones que siguen acudiendo a la convocatoria. Durante la contingencia sanitaria de la covid-19, los organizadores suspendieron su realización y optaron porque las conferencias y presentaciones fueran virtuales y a distancia. En semáforo amarillo el festival retomó su naturaleza presencial, pero Rommel espera que a fines de año haya eventos de mayor magnitud.
Lo inspiran varios motivos, entre ellos el de seguir ofreciendo a las generaciones más jóvenes una fuente de entretenimiento que no implica bebidas alcohólicas, que se lleva a cabo durante el día y que, además, promueve el aprendizaje de una cultura distinta con la que también se pueden sentir identificados:
“Mis hijos me fueron metiendo a esta parte y empecé a conocer la cultura oriental más allá del cómic y el anime, y es una cultura formidable, de disciplina, de valores, y tienen una calidad en lo que es la parte de la narrativa, la parte de las historias que crean, y del dibujo”, dice.
“A mí me encanta, por mis hijos, y porque ahora vienen cientos de chicos a disfrutarlo”, dice Rommel sobre el festival.
Bamboo Fest se realizó el pasado viernes y sábado 13 y 14 de agosto en Cuautla, con la participación de comerciantes de varias partes del país, así como más de 70 productores y artesanos locales.