A pesar de la capacidad de producción que ha caracterizado a Morelos durante milenios, nunca como ahora ha enfrentado una crisis en su capacidad para mantener su autonomía alimentaria, lo que es producto de varios factores, como el cambio climático, la falta de apoyo gubernamental y la escasez de recursos para los pequeños productores.
El cambio climático ha tenido un fuerte impacto en la producción agrícola local, generando “problemas abismales” a la hora de ofrecer a las familias los alimentos que necesitan para subsistir, dice Ivette Barrera Molina, profesora investigadora en la Facultad de Nutrición de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
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“Ahora se utiliza más el término ‘sustentable y sostenible’ debido a que las lluvias y las temperaturas ya no son predecibles, lo que afecta la calidad de la tierra”.
Municipios como Coatlán del Río y Tepalcingo, por ejemplo, que son conocidos por su producción de tuna, mango y pitaya, enfrentan ahora la aparición de nuevas plagas y la disminución en la facultad de producción. Casos de los que Barrera da cuenta por su experiencia trabajando en estas localidades, pero que se replican a prácticamente todo el territorio morelense y que se van recrudeciendo ante la falta de apoyo del gobierno.
Hay muchos productores minoritarios que sobreviven al día con los pocos animales que tienen, comprándoles medicamentos y fármacos de sus propios bolsillos. Sin una autonomía sólida, estos productores no pueden sostenerse a largo plazo.
Este escenario se agrava con el incremento de precios en productos de la canasta básica como el maíz y el frijol, los cuales, a pesar de ser producidos en Morelos, no son accesibles para los propios productores.
Si la insuficiencia alimentaria de Morelos se midiera con un semáforo de alerta, la doctora Barrera lo colocaría en color amarillo, avanzando al rojo, no porque el estado carezca de la capacidad para producir lo que necesita, sino porque los productos que se obtienen de su tierra no alcanzan la calidad necesaria.
Cada vez hay menos terrenos para sembrar
Horacio Zavaleta Malacara, líder estatal de la Unión General de Obreros y Campesinos de los Estados de México (Ugocem), dijo que los morelenses están a punto de alimentarse “con ladrillos y varillas”, porque “todo se está llenando de casas y ya no vamos a producir alimentos”.
Zavaleta coincide en la gravedad de la situación de la perspectiva de los agricultores, que este año se enfrentaron a la pérdida de más del 85% de sus cultivos.
Los seguros para el campo este año, particularmente en Morelos, solo cubrieron el 8% de los productores. Más del 85% de los productos se perdieron en el campo, lo que ha llevado a que muchas tierras de alta producción se vendan para la construcción de casas.
La falta de infraestructura adecuada, como sistemas de riego tecnificados, agrava aún más la crisis, porque hoy en día casi el 80% de las tierras se riegan con agua rodada, pero el 60% se pierde antes de llegar a su destino.
“Llevamos cinco años sin apoyos en fertilizantes, bombas de riego y toda la infraestructura necesaria para el campo”, dice el representante de la Ugocem, quien resalta la necesidad de que los productores cuenten con créditos que les faciliten la adquisición de semillas e insumos para recuperar sus tierras. De lo contrario, dijo, continuarán en el abandono, en espera de tiempos mejores que, probablemente, no lleguen.
Morelos, con capacidad de producción, pero sin apoyo
La canasta básica de México está conformada por productos esenciales para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, higiene y bienestar de una familia promedio. La lista incluye maíz y sus derivados, arroz, harina de trigo y sus derivados, frijol, lentejas, carne de res, de cerdo, de pollo, pescado y huevo, así como tomate, cebolla, papa, calabaza y otros productos.
De acuerdo con Horacio Zavaleta, el sector agropecuario local tiene la capacidad de producir la canasta básica, pero la calidad de los productos se merma debido a la falta de apoyos en cuanto a fertilizantes y las condiciones de la tierra.
“Morelos produce maíz, arroz, jitomate, cebolla, pero la cantidad y calidad de estos productos no siempre alcanzan los estándares necesarios para satisfacer la demanda local”.
Apuestan por prácticas agrícolas sostenibles
A pesar de lo desolador del panorama, hay propuestas y medidas que podrían ayudar a mejorar la situación. La doctora Barrera sugiere un enfoque integral que incluya apoyo económico a los pequeños productores y la implementación de políticas públicas que promuevan la sostenibilidad y el uso eficiente de los recursos.
“Es importante apoyar a los pequeños productores, fomentar la difusión de sus productos y promover el uso de fertilizantes orgánicos y subproductos agrícolas. La tecnificación del riego y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles son muy importantes”.
La especialista ha dedicado una buena parte de su trabajo a la búsqueda de estas soluciones, enfocándose en maximizar el aprovechamiento de todas las partes de los cultivos: en lugar de desechar partes de las plantas que tradicionalmente no se consumen, como sus hojas y tallos, negociar con empresas para transformarlas en productos útiles.
Un ejemplo de este enfoque se halla en el brócoli, del que solo se consume el florete, cuando las hojas y el tallo contienen nutrientes importantes que podrían ser utilizados en la industria alimentaria, así como en la salud. Dicha estrategia no solo promueve la sostenibilidad y la reducción de desperdicios, sino que también ofrece una fuente adicional de ingresos a los agricultores.