De todas las cafeterías que existen en Cuautla, sin duda alguna Green Witch Coffee & Store es distinta al resto. Desde octubre pasado, la historia de este negocio empezó a construirse entre café, aperitivos y brujería.

Entrar a este lugar es adentrarse en un mundo protagonizado por brujas, elfos, duendes y un joven que, a sus 21 años, es todo un emprendedor.

Su nombre es Emmanuel Zameza y se reconoce así mismo como practicante de brujería: “Todo empezó en 2019, con una tienda en línea que creé para hacer productos artesanales y que la gente pudiera seguir su práctica. Entonces me hice viral con un video en TikTok, donde mostraba uno de mis kits”, relata ante una mesa decorada con el tablero de una ouija.

Inspirado en la cafetería Salem Witch Store & Coffee de la Ciudad de México, Emmanuel fue armando la idea de este establecimiento durante dos años hasta que finalmente, y con el apoyo de sus familiares y amigos, logró abrir sus puertas hace tres meses.

“Estamos en una ciudad donde la mayoría de la gente es cristiana, y la verdad es que mi mayor miedo era que no aceptaran el concepto, pero todo ha ido muy bien, la aceptación ha sido muy buena, sobre todo porque impartimos el respeto, no imponemos nada y la gente puede venir sin importar sus creencias y su religión, lo pueden ver como una cafetería temática y listo”, explica.

Escuela para brujas y hechiceros

Los clientes de la cafetería son como los que podría tener cualquier otra: un leal cliente que llega cada mañana a tomarse una taza de café mientras contempla el ir y venir de los vehículos, un grupo de jóvenes que parecen haber aceptado la recomendación de uno de ellos, el mesero que se acerca a tomar la orden.

Pero Green Witch tiene un valor agregado, que es su propio encargado, dispuesto a resolver cualquier duda relacionada con el lugar y a compartir sus conocimientos con quien así lo desee.

“Ofrecemos libros gratuitos para lecturas: la gente que quiera venir a tomarse un café y leer puede tomar uno de la biblioteca. Además, doy cursos en línea y hace poco ofrecí el primero en modalidad presencial, que fue de muñecos”, agrega Emmanuel, quien se adentró en este mundo desde los 16 años de edad.

En los estantes en que se exhiben los libros también hay otros artículos en venta, la mayoría de ellos artesanías elaboradas por emprendedores del rubro: Bruja Pachamama, Erion Leather Craft, Manos Creadoras Rama, Laksmi Candles, Coralillo y Brujas Morenas son los jóvenes detrás de estas creaciones.

“Todo lo que ves aquí es apoyando a emprendedores. Además, en los cursos he encontrado gente que está empezando en su negocio de terapias básicas, y la intención es apoyarlos”, detalla el emprendedor.

Sabor fresco y casero

Pero Emmanuel es consciente de que, más allá de la temática que ostenta la cafetería, el sabor de los platillos y bebidas es un factor determinante para que la gente disfrute su estancia en el lugar. Más allá de los nombres que aparecen en el menú, relacionados con el mundo de la hechicería, la cocina busca que cada platillo sea preparado como si fuera en casa.

Por eso, hay que ser consciente de que, a la hora de ordenar, puede que los clientes tengan que ser pacientes para recibir su orden.

“Tratamos de hacerlo lo más casero posible, así que todo lo preparamos al momento. Esto podría ser una desventaja, pero a comparación de otros lugares el sabor se mantiene muy fresco. En cuanto a la temática, estamos comenzando con algo muy básico, como decorar la crema del café en forma de pentagrama y algunos tés los servimos con una cápsula de vidrio y les ponemos humo adentro”, explica Zameza.

Los precios son económicos: mientras que las bebidas calientes van de los 45 a los 65 pesos, la comida y los snacks ciertamente están mucho más baratos que en otros lugares. Una orden de enchiladas, por ejemplo, cuesta 50 pesos, la de enfrijoladas lo mismo y una ensalada de lechuga italiana (aquí se llama “Witchy fit”) tiene un costo de 85 pesos.

Además, el menú está en constante evolución y varía según la temporada.

Un trabajo en equipo

Esta cafetería es resultado de un proceso en el que el apoyo de los familiares fue esencial. Sin ello, las cosas no habrían sido posibles. Para empezar, Emmanuel enaltece el apoyo que recibió de sus padres a la hora de poner en marcha este proyecto. En el camino se le unieron sus familiares y amigos: Alejandro, su primero, se encargó de realizar las criaturas que protagonizan los pequeños murales interiores, mientras que Adán (“Juca, arte y diseño en madera”), un amigo suyo, es el responsable de fabricar las señalizaciones y todas las decoraciones hechas con madera. “Esto es un trabajo en equipo, en el que buscamos apoyarnos entre todos”, remata Zameza.

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