Entre las décadas de los 50, 60 y principios de los 70, en Cuautla existió un restaurante que ofrecía deliciosos platillos, entre ellos unas exquisitas tortas de pierna, mole, bacalao, entre otros guisados.
Se trató del restaurante Tío Peña, ubicado en la planta baja del desparecido Hotel De La Paz.
El lugar se encontraba prácticamente frente al histórico ferrocarril Interoceánico de Cuautla, sobre lo que es la calle de Padre Sámano, donde hoy se ubica el banco BBVA, a un costado de la Plaza y Fuerte de Galeana, antes Alameda de Cuautla.
La gente que llegaba de los diferentes destinos, principalmente de la capital del país, remolcados en el tren que jalaba la locomotora de vapor 279, era atraída para saborear la exquisita comida que se ofrecía en este lugar.
Así lo recuerda Margarita Olea Soriano, quien trabajó en el restaurante al lado de su madre, Leonor Soriano López, que era la responsable de la cocina.
“Mi madre era quien hacia toda la comida del restaurante, incluidas las aguas de diferentes sabores con fruta de la temporada, como guanábana, que le salía riquísima, de horchata que la hacía directamente moliendo el arroz en el metate con su canela y la colaba con una fina manta, en verdad no he probado comida como la que ella hacía”, dice con cierta melancolía.
“Hoy a mis casi 70 años le puedo decir que mucha gente de la época recuerda con agrado los platillos que se ofrecían primero en el Tío Peña y luego en el Tío Sam; así se llamó en una segunda etapa el restaurante cuando se cambio a unos metros del zócalo de Cuautla, y donde mi madre, yo y mi hermana María seguimos trabajando”.
El sazón de doña "Leo"
Recordó que doña “Leo”, como le dicen de cariño, aprendió a cocinar con una mujer de nombre Adriana, quien le dio clases de cocina antes de ingresar a trabajar en el restaurante.
“Mi mamá le aprendió mucho, y luego ella nos enseñó a nosotros a hacer los pescuezos que cocinaba en salsa de guajillo, un platillo muy solicitado en ese entonces, también hacía las chalupas, las tortas, las papitas fritas, y unas salsas muy sabrosas como eran la verde y la de guajillo”.
Doña Margarita agrega que en esa época todo los alimentos eran más saludables y saborosos, pues nada se consumía enlatado como ahora.
Hervíamos la leche de vaca en una ollas grandes para extraer la nata y preparar una tortas también de nata, las cuales luego se replicaron en los hogares de Cuautla, eran las tortas de nata con azúcar, deliciosas.
Dijo que durante el día se cambiaba el menú, pues se vendían picadas en las mañana, con el apoyo de otra empleada que preparaba los antojitos mexicanos.
“La verdad se vendía mucho, acudía a comprar la gente de los negocios y colonias del centro, los de los bancos; teníamos mucha clientela, primero con el Tío Peña a un costado de la Alameda y luego cuando se cambió al Tío Sam cuadras más abajo, ambos negocios eran del mismo dueño, don Samuel Hernández”.
Don Samuel, comenta, “tenía ahí trabajando a su familia, como su hermano Rodolfo, José, su hijo, al igual que Samuelito, que ya murió, Toño que ya no lo he visto, todos ellos le cuidaban la caja a don Samuel, el dueño, porque era un restaurante de mucho éxito”.
Sabor que alcanzó la fama
Asegura la entrevistada que en ese entonces, como Cuautla y la región eran lugares muy socorridos para las filmaciones cinematográficas, algunos actores importantes llegaron a comer al restaurante, como don Ignacio López Tarso.
El restaurante ubicado en la parte baja del Hotel De La Paz recibía a gente importante de todos los niveles sociales, incluso del futbol profesional cuando llegaban equipos a jugar con el Cuautla en la Primera División.
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“Muchos que visitaron la ciudad llegaron a probar nuestros platillos del restaurante con el gran sazón de mi mamá”.
Posteriormente, durante la segunda etapa, en el nuevo domicilio, a escasos metros del zócalo de Cuautla, ya con el nombre de Tío Sam, llegaba todos los días un cantante urbano con discapacidad visual que tocaba la guitarra, era don Pifas, que fue muy conocido y del agrado de la población por su gran capacidad y talento para interpretar melodías del género bolero, incluso era invitado a las estaciones de radio de la ciudad.
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