Han pasado 13 años desde la desaparición de la gloriosa Arena Isabel. Este recinto que se ubicaba sobre bulevar Juárez fue testigo de largas filas de familias completas que cada jueves y domingo acudían a ver a sus ídolos de la lucha libre. Este santuario dijo adiós en 2009, luego de que tener su mayor auge en la década de los 90.
Y eso lo recuerda muy bien el Canelo Casas, hijo del reconocido réferi de lucha libre Pepe Casas y sobrino del luchador profesional el Negro Casas. Entre sus anécdotas cuenta que de niño vivía en la Ciudad de México, pero cada domingo viajaba a Cuernavaca para acompañar a su familia y, desde las gradas de la Arena Isabel, apoyarla. Ya en la adolescencia se mudó a la ciudad de la eterna primavera.
“Mi tío, el Negro, era de los luchadores que durante los 80 y 90 tuvo una época de oro en la lucha; en la Arena Isabel luchó muchas veces; recuerdo haber visto al Perro Aguayo, Fishman, Mil Máscaras y Angres Gigante”. Fue gracias a la tradición luchística de su familia que decidió subirse al ring de la Arena Isabel todos los domingos, de 2005 a 2009.
El Canelo Casas despidió la Arena Isabel un viernes 11 de diciembre de 2009, y lo recuerda con mucha nostalgia. "Ese día fue el Hijo del Santo y se llenó como en los buenos tiempos. Era la despedida de Pierroth y para mí significó mucho; ese día se vencieron las tarimas y se rompió el ring; parecía como si el supiera que era su última gala".
¿Cómo era la Arena Isabel?
Si no tuviste la fortuna de ir a este emblemático lugar te contamos cómo era, y si fuiste de los afortunados, seguro lo recuerdas más o menos así:
En la cornisa, el gran letrero que decía "Arena Isabel" en letras rojas. Sobre la banqueta, a borde de la calle, había más de tres puestos que vendían máscaras, pero no sólo eso, también podías percibir el olor a antojitos mexicanos, patitas de pollo en bolsas de plástico con salsa y su limón, mollejitas, pepitas tostadas, cacahuates y unos tacos dorados que ni el mejor restaurante de la ciudad podía ofrecerte.
Una vez que ingresabas al lugar, había un túnel que dividía el camino hacia los palcos y las gradas. Una vez que tomabas tu lugar podías observar el cuadrilátero, imponente, ahí, en cuestión de minutos, grandes luchadores darían un espectáculo inolvidable cada jueves y domingo.
“De la parte de abajo salía un olor como a madera húmeda siempre. Era mágico ver de fondo el ring iluminado, muy enigmático, ese lugar imponía porque estaba hecho para eso”, recuerda el Canelo.
Fueron 56 años los que la Arena Isabel fungió como casa y plataforma de más de 60 luchadores, entre los que destacan: “Chamaco” Valaguez, el Barón Siniestro, Zaratustra, Ráfaga Moreno, Tartú, apoyados por el empresario Ramón Cué, mismo que creó El Cuadrilátero, el primer medio impreso en la entidad, era una especie de crónica que redactaba y narraba todo lo que pasaba dentro y fuera del ring.