Símbolo de identidad y fiesta, el mariachi es emblema y orgullo de México al interior del país y en el mundo; sonidos que exaltan las más variadas emociones. Pese a su prestigio, la mayoría de quienes conforman las agrupaciones carecen de protección laboral, además, este género musical requiere mayor difusión, asegura el profesor de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM, Camilo Camacho Jurado.
“La música de mariachi que llega a los grandes espectáculos, las disqueras y la radio se concentra en menos de 30 agrupaciones muy prestigiadas y conocidas, pero la mayoría de los mariachis padecen condiciones laborales difíciles, como no tener protección social ni contratos suficientes”, refiere.
Las “tocadas” varían según la fama del grupo y la cantidad de integrantes. En promedio, Camacho Jurado calcula, de acuerdo con su experiencia como intérprete de violín, que una hora de este tipo de música se cobra de tres mil a cuatro mil pesos.
Al respecto, la estudiante de la FaM e integrante del grupo Sonalli, Amalia Aguirre Rojas, añade que en ocasiones puede disminuir hasta 500 pesos debido a la necesidad económica de sus elementos.
La pandemia ha golpeado fuertemente a este sector, el cual ha reducido su trabajo hasta en 50 por ciento en los últimos dos años, cuando comenzaron las restricciones sanitarias, destaca Camacho Jurado a propósito del Día Internacional del Mariachi, que se celebra el 21 de enero.
De acuerdo con la página electrónica de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, la UNESCO calificó la interpretación con mariachi como “una música tradicional y un elemento fundamental de la cultura mexicana, a través de la cual se transmiten valores, patrimonio, historia y diferentes lenguas indígenas”.
Recuperación del género
Camilo Camacho Jurado es musicólogo y profesor de la FaM. Además del violín, toca vihuela, jarana y otros instrumentos autóctonos. El docente de la Licenciatura en Etnomusicología explica que el mariachi tiene dos vertientes: el tradicional y el moderno.
El tradicional es solamente con cuerdas, tiene gran variedad de estilos y sigue la oralidad; es decir, la tradición oral de los pueblos de generación en generación. Está integrado a la fiesta de una comunidad y es quien toca para amenizar y que la gente baile sones, fandangos y otros estilos. En él participan los integrantes quienes cantan y tocan.
En cambio, el moderno es académico, sus músicos leen notas e integra las trompetas y, a veces, otros instrumentos. Privilegia la voz de uno o varios cantantes y no se utiliza para bailar, solo para escuchar y cantar. A diferencia de la variedad del tradicional, tiene un estilo homogéneo de géneros: va de las rancheras y los boleros, a la canción romántica.
Es fundamental el sombrero, moño y traje de charro con botonadura de plata, que en el tradicional se sustituye con ropa de manta, sombreros y a veces ropa típica.
Sinónimo de hombría
Ser mujer en una agrupación de mariachis tiene dificultades, pues el traje de charro se identifica tradicionalmente con la hombría, con quien canta fuerte. Y aunque ellas incursionan hace décadas como cantantes y luego instrumentistas, falta mayor inclusión, estima Amalia Aguirre Rojas, quien estudió la licenciatura en Educación Musical en la FaM para ser maestra de esa disciplina, y actualmente cursa Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de esta casa de estudios.
“Específicamente como miembro del mariachi resulta ser un poco difícil, porque aunque ya la mujer figura como algo importante que aporta cada vez más, aún sigue siendo un tabú que las mujeres estén en ellos, sobre todo al tocar instrumentos o ser cantantes”, abunda.
La difusión de la música tradicional mexicana en las plataformas digitales ayuda a difundirla en las nuevas generaciones, aunque falta mayor promoción en medios masivos de comunicación, para que no se dediquen prioritariamente a promover música norteña y de banda.
Con información de la UNAM
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