/ viernes 13 de enero de 2023

Los curados de Zacualpan, bebida tradicional morelense

Actualmente, el negocio más tradicional ofrece 18 sabores y también curados medicinales para tratar algunos padecimientos

A solo 160 kilómetros de la Ciudad de México se encuentra el poblado morelense de Zacualpan de Amilpas, lugar en el estado de Morelos que se distingue, entre otras cosas, por los curados de Zacualpan, una bebida originaria del lugar que es fabricada de manera artesanal con fruta de la temporada, según nos comenta doña Rosario Anzures García, integrante de una familia oriunda que por tradición se ha dedicado a la fabricación y venta del producto desde 1917, hecho con aguardiente de caña.

La bebida se expende en municipios y estados aledaños, aunque su capacidad de fabricación es limitada, reconoce en entrevista doña Charo, como la conoce la gente.

“La producción es más local, no tenemos una empresa muy grande, incluso no contamos con sucursales, nuestros clientes son más locales, pero cuando tenemos pedidos los despachamos según la cantidad en menos de una semana, ya que las bebidas las preparamos al instante”, comentó.

La experiencia la heredó desde niña, pues su madre doña Josefina le enseñó, y ésta a su vez aprendió de sus padres y abuelos.

“Somos ya la cuarta generación de fabricantes de esta bebida que hacemos con fruta de la temporada, desde mis bisabuelos, pasando por mis abuelos, tíos, y mi mamá con más de 100 años de actividad.

“En lo personal aprecio y valoro el gran esfuerzo, el trabajo de mis antepasados, y ahora que mi mamá me dio esta gran responsabilidad, lo hago con mucho gusto y siempre a la vanguardia para tener la mejor calidad en la elaboración y presentación del producto que tiene ya una marca propia, la cual llamamos Zacualpan y Vino”.

Actualmente, en la fábrica más tradicional de curados “El Oso Blanco” se ofertan 18 sabores, los que más piden los clientes son los de maracuyá, nanche, pitaya, zarzamora, ponche, guayaba y piña. Aunque también existen los elaborados con anís, jerez, almendra, jamaica, café, membrillo, cacao, ciruela, durazno, higo y tamarindo.


Curados para la salud


En este sitio también se podrá encontrar curados medicinales, como son el “amargo” preparado con ajenjo y prodigiosa que sirve para la bilis cuando se hace un coraje o se tiene un susto “para evitar la diabetes”, dice doña Charo.

El “margo verde” es otro estilo de curado que sirve como digestivo para el mal estomacal, elaborado con ajenjo, prodigiosa, hierbabuena, manzanilla, y anís.

Curado de azahares que contiene varias hierbas del campo para calmar los nervios y tranquilizar favoreciendo el buen sueño.

También está el cuatecomate que sirve para curar la tos, el asma e incluso aseguran que es anti-Covid y también fortalece los bronquios.

Curado de damiana californiana, es utilizado para la buena circulación sanguínea, dar energía y dicen que es afrodisiaca.

Y por último el de hierbas del aire que contiene albahaca, ruda, hoja de higuerillo, entre otras, que sirve para dar masaje “cuando se les va la boca de lado y se toma por goteo ya que el exceso puede perjudicar”, señalan sus creadores.

"Los curados", un distintivo de Zacualpan. / Óscar García | El Sol de Cuernavaca

Tradición familiar


Para conocer un poco más de esta tradición familiar que dio origen los curados zacualpenses, recurrimos al cronista independiente del municipio, Israel Sandoval Martínez, mejor conocido como “El Pirris”, quien reconoció a esta familia como la creadora de la bebida que identifica al municipio morelense.

En su relato nos comenta que la señora Josefina García Alcázar, “doña Jose”, es hija de los señores Gildardo García Becerra y Elpidia Alcázar, ambos ya fallecidos.

En la familia que formaron, doña Jose creció a la par con sus hermanos Ignacia, Diego, Carmela, Jaime, Ángel, y Gil, todos de apellidos García Alcázar.

“Doña José nació el 20 de diciembre de 1935. Desde los 12 años empezó ayudarle a sus papás en el negocio del aguardiente donde don Gildardo repartía a diferentes pueblos de la región como Jonacatepec, Tetelilla, Quebrantadero, entre otros, llevando sus pedidos en un burro que cargaba sus castañas, ya que en ese tiempo no había carros para transportarse.

Para entonces doña Elpidia en su casa de Zacualpan, también se hacía cargo de un negocio de aguardiente, sidra y desde luego los curados de fruta de la temporada como el membrillo y tejocote, entre otros, haciendo de la misma forma bebidas curativas llamadas "Peter Man, amargo y anís".

Llegó el momento en que doña Jose se casó a la edad de 22 años con Felipe Anzúrez, para procrear a sus hijos Rosario (Charo) y José Anzúres García.

“A los pocos años la señora Josefina enviudó a la edad de 33 años, y para no quedarse con las manos cruzadas, teniendo que sacar a sus hijos adelante, se dedicó al comercio”.

Para ello, doña Josefina siempre tuvo constante comunicación con su mamá ayudándole a preparar los curados, y al fallecer sus papás, su mamá la señora Elpidia le hereda el negocio y casa a su hijo Jaime García que en el pueblo lo conocían como “el Oso Blanco”, el cual tenía conocimiento del negocio.

Una vez tomadas las riendas, don Jaime, que era muy creativo y de gran habilidad para los negocios, incorpora nuevas frutas de la región a los curados, surgiendo así el nombre del negocio “El Oso Blanco”.

Cabe señalar que don Jaime era de gustos refinados, vestía con trajes totalmente blancos, de tez blanca y cantaba música ranchera en donde lucía su vestimenta; es así como nace el nombre del tradicional negocio.

Para entonces, doña Josefina era su mano derecha, apoyándolo en la fabricación como lo hizo con su madre en forma constante, incluso acompañándolo también en los momentos difíciles cuando padeció de una enfermedad que le deterioró la salud, y antes de fallecer don Jaime le vendió la casa a su hermana.

Al morir él, doña Jose se incorpora de lleno a la fabricación y venta de los curados.

A sus más de 85 años, doña Josefina sigue activa, aunque ha delegado la responsabilidad del negocio a su hija Charo y también a José, quienes continúan la elaboración de los curados siempre a la antigua, siguiendo la receta de sus antepasados, cuidando siempre que el producto tenga el mejor sabor y presentación para que sea del mayor agrado para los clientes.

En esa labor empresarial, doña Charo le dio una mejor presentación a la botella creando su propia marca que lleva por nombre "Zacualpan y Vino", aumentando todavía más sabores a los curados de fruta.

La atención es de forma amable y personal por doña Jose y su hija Charo, las cuales despachan en la esquina de la calle Hidalgo y Zaragoza, rumbo al centro de Zacualpan de Amilpas.

“Doña Jose es una mujer muy agradecida con Dios y sus padres doña Elpidia y Gildardo por haberle enseñado este oficio y este gran legado, herencia que se lleva a cabo de generación en generación”, puntualizó el cronista Israel Sandoval.






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A solo 160 kilómetros de la Ciudad de México se encuentra el poblado morelense de Zacualpan de Amilpas, lugar en el estado de Morelos que se distingue, entre otras cosas, por los curados de Zacualpan, una bebida originaria del lugar que es fabricada de manera artesanal con fruta de la temporada, según nos comenta doña Rosario Anzures García, integrante de una familia oriunda que por tradición se ha dedicado a la fabricación y venta del producto desde 1917, hecho con aguardiente de caña.

La bebida se expende en municipios y estados aledaños, aunque su capacidad de fabricación es limitada, reconoce en entrevista doña Charo, como la conoce la gente.

“La producción es más local, no tenemos una empresa muy grande, incluso no contamos con sucursales, nuestros clientes son más locales, pero cuando tenemos pedidos los despachamos según la cantidad en menos de una semana, ya que las bebidas las preparamos al instante”, comentó.

La experiencia la heredó desde niña, pues su madre doña Josefina le enseñó, y ésta a su vez aprendió de sus padres y abuelos.

“Somos ya la cuarta generación de fabricantes de esta bebida que hacemos con fruta de la temporada, desde mis bisabuelos, pasando por mis abuelos, tíos, y mi mamá con más de 100 años de actividad.

“En lo personal aprecio y valoro el gran esfuerzo, el trabajo de mis antepasados, y ahora que mi mamá me dio esta gran responsabilidad, lo hago con mucho gusto y siempre a la vanguardia para tener la mejor calidad en la elaboración y presentación del producto que tiene ya una marca propia, la cual llamamos Zacualpan y Vino”.

Actualmente, en la fábrica más tradicional de curados “El Oso Blanco” se ofertan 18 sabores, los que más piden los clientes son los de maracuyá, nanche, pitaya, zarzamora, ponche, guayaba y piña. Aunque también existen los elaborados con anís, jerez, almendra, jamaica, café, membrillo, cacao, ciruela, durazno, higo y tamarindo.


Curados para la salud


En este sitio también se podrá encontrar curados medicinales, como son el “amargo” preparado con ajenjo y prodigiosa que sirve para la bilis cuando se hace un coraje o se tiene un susto “para evitar la diabetes”, dice doña Charo.

El “margo verde” es otro estilo de curado que sirve como digestivo para el mal estomacal, elaborado con ajenjo, prodigiosa, hierbabuena, manzanilla, y anís.

Curado de azahares que contiene varias hierbas del campo para calmar los nervios y tranquilizar favoreciendo el buen sueño.

También está el cuatecomate que sirve para curar la tos, el asma e incluso aseguran que es anti-Covid y también fortalece los bronquios.

Curado de damiana californiana, es utilizado para la buena circulación sanguínea, dar energía y dicen que es afrodisiaca.

Y por último el de hierbas del aire que contiene albahaca, ruda, hoja de higuerillo, entre otras, que sirve para dar masaje “cuando se les va la boca de lado y se toma por goteo ya que el exceso puede perjudicar”, señalan sus creadores.

"Los curados", un distintivo de Zacualpan. / Óscar García | El Sol de Cuernavaca

Tradición familiar


Para conocer un poco más de esta tradición familiar que dio origen los curados zacualpenses, recurrimos al cronista independiente del municipio, Israel Sandoval Martínez, mejor conocido como “El Pirris”, quien reconoció a esta familia como la creadora de la bebida que identifica al municipio morelense.

En su relato nos comenta que la señora Josefina García Alcázar, “doña Jose”, es hija de los señores Gildardo García Becerra y Elpidia Alcázar, ambos ya fallecidos.

En la familia que formaron, doña Jose creció a la par con sus hermanos Ignacia, Diego, Carmela, Jaime, Ángel, y Gil, todos de apellidos García Alcázar.

“Doña José nació el 20 de diciembre de 1935. Desde los 12 años empezó ayudarle a sus papás en el negocio del aguardiente donde don Gildardo repartía a diferentes pueblos de la región como Jonacatepec, Tetelilla, Quebrantadero, entre otros, llevando sus pedidos en un burro que cargaba sus castañas, ya que en ese tiempo no había carros para transportarse.

Para entonces doña Elpidia en su casa de Zacualpan, también se hacía cargo de un negocio de aguardiente, sidra y desde luego los curados de fruta de la temporada como el membrillo y tejocote, entre otros, haciendo de la misma forma bebidas curativas llamadas "Peter Man, amargo y anís".

Llegó el momento en que doña Jose se casó a la edad de 22 años con Felipe Anzúrez, para procrear a sus hijos Rosario (Charo) y José Anzúres García.

“A los pocos años la señora Josefina enviudó a la edad de 33 años, y para no quedarse con las manos cruzadas, teniendo que sacar a sus hijos adelante, se dedicó al comercio”.

Para ello, doña Josefina siempre tuvo constante comunicación con su mamá ayudándole a preparar los curados, y al fallecer sus papás, su mamá la señora Elpidia le hereda el negocio y casa a su hijo Jaime García que en el pueblo lo conocían como “el Oso Blanco”, el cual tenía conocimiento del negocio.

Una vez tomadas las riendas, don Jaime, que era muy creativo y de gran habilidad para los negocios, incorpora nuevas frutas de la región a los curados, surgiendo así el nombre del negocio “El Oso Blanco”.

Cabe señalar que don Jaime era de gustos refinados, vestía con trajes totalmente blancos, de tez blanca y cantaba música ranchera en donde lucía su vestimenta; es así como nace el nombre del tradicional negocio.

Para entonces, doña Josefina era su mano derecha, apoyándolo en la fabricación como lo hizo con su madre en forma constante, incluso acompañándolo también en los momentos difíciles cuando padeció de una enfermedad que le deterioró la salud, y antes de fallecer don Jaime le vendió la casa a su hermana.

Al morir él, doña Jose se incorpora de lleno a la fabricación y venta de los curados.

A sus más de 85 años, doña Josefina sigue activa, aunque ha delegado la responsabilidad del negocio a su hija Charo y también a José, quienes continúan la elaboración de los curados siempre a la antigua, siguiendo la receta de sus antepasados, cuidando siempre que el producto tenga el mejor sabor y presentación para que sea del mayor agrado para los clientes.

En esa labor empresarial, doña Charo le dio una mejor presentación a la botella creando su propia marca que lleva por nombre "Zacualpan y Vino", aumentando todavía más sabores a los curados de fruta.

La atención es de forma amable y personal por doña Jose y su hija Charo, las cuales despachan en la esquina de la calle Hidalgo y Zaragoza, rumbo al centro de Zacualpan de Amilpas.

“Doña Jose es una mujer muy agradecida con Dios y sus padres doña Elpidia y Gildardo por haberle enseñado este oficio y este gran legado, herencia que se lleva a cabo de generación en generación”, puntualizó el cronista Israel Sandoval.






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