Dicen que en Las Chozas se comía como en ningún otro lugar. Que la cocina de don Chucho Gil era exquisita. Y que, al caer la noche, nada como disfrutar de las últimas horas del día en aquel lugar que hoy ya no existe: donde antes hubo manjares, baile y música hoy queda un terreno baldío en torno al cual ya no puede adivinarse qué hubo ahí.
El predio está ubicado sobre avenida Reforma, a unos pasos del Hospital General de Cuautla Mauro Belaunzarán Tapia, antiguamente conocido como la Clínica del Campo: “Porque era el hospital de los campesinos y la gente pobre”, dice María Eugenia Ortíz, habitante de Yecapixtla, que recuerda bien aquella época.
El cronista Samuel Hernández Beltrán rememora la historia del local: "Chucho Gil tenía una cocina exquisita, mucha gente llegaba el fin de semana solamente para ir a comer ahí, a Las Chozas, y también porque tenía buena música. Ahí tocaron Los Soñadores".
¿Cancha de entrenamiento de Hugo Sánchez?
Además del ambiente que se vivía dentro, el restaurante alberga recuerdos relacionados con el futbol, lo que no sorprende teniendo en cuenta que el futbolista cuautlense Isidro Gil Tapia, quien llegó a jugar para el América y el Zacatepec, era hermano del propietario del lugar.
De hecho, se dice que el amplio jardín del restaurante no sólo fue lugar de entrenamiento para Isidro Gil, sino para Hugo Sánchez: “Tenían un campo especial para los que tiraban a gol, y se dice que ahí fue a entrenar Hugo Sánchez”, cuenta.
La música
“Nunca yo podré querer como te quiero a ti, sin nada de maldad…”, dice la canción Vida, del emblemático grupo originario de Cuautla "Los soñadores", que en la década de 1970 conquistaron el mundo con esta canción y que también dejó su huella en Las Chozas.
De acuerdo con el cronista de Cuautla, la fotografía del disco con el que se dieron a conocer a nivel global fue tomada justo en este restaurante. “Había unos chiles rellenos exquisitos, como nunca se han probado en otro lado. Había un mole de pipián muy sabroso, y la mejor barbacoa. También había cecina de Yecapixtla, que en esa época no era tan famosa”, rememora el cronista de Cuautla.
Después de 30 años de vida, el restaurante cerró sus puertas durante la década de 1990, ante la competencia que supusieron otros negocios de su categoría. Pero, aun en nuestros días, el lugar que ocupaba sigue ahí, vacío, permitiendo que la naturaleza se apropie de él, como si el destino se negara a abandonar este capítulo de la historia de Cuautla.
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