/ lunes 2 de enero de 2023

La fábrica que dio origen a una colonia de artesanos

La empresa Cerámica Cuernavaca fue insigne en la producción de piezas de cerámica que distribuyó a todo el país desde Morelos

Cerámica Cuernavaca se ubicaba sobre un inmueble en avenida Plan de Ayala, ahora convertido en tienda de productos para oficina.

Fue fundada en los años 60 por el ingeniero Jorge Alberto Borbolla Villamil, que impulsado por las modas españolas vio como un negocio fructífero la creación de piezas para adornar casas, jardines, hoteles y demás espacios públicos y privados.

Gerardo Becerra Chávez de Hita trabajó algunos años en la empresa y recuerda al ingeniero Borbolla como “un hombre visionario y que también era socio, en su momento, de Coca-Cola. El dato que yo tengo, porque la familia Borbolla era muy amiga de mi familia, es que los socios se separaron y el ingeniero se quedó con Cerámica Cuernavaca y su otro socio con la embotelladora que estaba en la calle de Leandro Valle”.

En su labor como Jefe de Almacén y Jefe de Embarques de 1975 a 1978, rememora que más tarde el ingeniero Borbolla, su hijo y su yerno Enrique Morelos Zaragoza fundaron en Civac la empresa Porcelana de Cuernavaca, que también se sumó a la creación de piezas únicas.

Algunos productores de cerámica tienen el temor de que este tipo de producción pueda extinguirse como la porcelana. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

Un negocio que prosperó

Hubo un momento en que la producción en Cerámica Cuernavaca era insuficiente ante la alta demanda de piezas, dice Becerra: “Había temporadas, sobre todo la navideña, donde yo surtía los pedidos al 70 por ciento porque no había manera de hacerlo completo”.

El ambiente laboral era satisfactorio para quienes trabajaban en el enorme taller con hornos para el terminado de las piezas. Becerra dice que a pesar de que Borbolla fue el iniciador de la cerámica en el estado, poco se le reconoce el mérito.

“En mi caso trabajé muy a gusto. De hecho un cuñado de mi madre llamado Jack De Cuba Muller era encargado de la producción. El lugar era bonito para trabajar, había una tienda al público que se llamaba Display. Tenía una sala de exhibición muy padre donde conocí a muchos artistas y actores importantes de la época porque iban a ver las piezas de cerámica y porcelana”. Ahí se mostraban piezas como elefantes blancos pequeños, balaustradas, sirenas, perros de tamaño natural. Incluso producían las alcancías del Sistema Bancos de Comercio.

Para los años 80 la devaluación económica que sufría el país tocó severamente las finanzas de la empresa al punto en que a los trabajadores se les quedó a deber una suma importante de dinero considerada en el Contrato Colectivo de Trabajo.

Los empleados se fueron a huelga y Borbolla se vio obligado a entregarles la fábrica; por su parte, los trabajadores vendieron los inmuebles y muchos de ellos decidieron emprender su negocio en otros sitios del estado.

La capital de la cerámica

Una vez que la empresa cerró, algunos trabajadores que habían aprendido a elaborar piezas se mudaron a la colonia Tres de Mayo para comenzar sus propios talleres, pues en esos años ya había hornos listos para funcionar, cuenta Eugenio Monje Espíritu, líder de la Unión de Productores de Cerámica, de quien su familia lleva dedicándose años a este oficio.

“En los años 60 y 70 Cerámica Cuernavaca generaba muchos empleos y la gente que trabajó ahí fue aprendiendo. Cuando salen se dan cuenta que podían crear su propio negocio. Conocí algunas personas que venían de ahí, por ejemplo los fundadores de la colonia, como Eloy Hernández, Marco Antonio Chávez y Lázaro Campuzano”.

Se dieron cuenta, relata, que hacer cerámica no era tan complicado y comenzaron sus pequeños talleres que al inicio eran cien por ciento familiares, pero luego dieron trabajo a otros habitantes ya como empresas formales, hasta llegar a 100 talleres generando 20 empleos cada uno.

En los años 80 varios trabajadores de cerámica se mudaron a la colonia Tres de Mayo para emprender sus propios negocios. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

La unión y la competencia

Primero surgieron Ceramistas de Morelos, encargados de distribuir materia prima. Luego los hijos de ellos crearon la Unión de Productores de Cerámica y más tarde su propio mercado para no depender del cliente foráneo: “Tenemos 58 locales, cada uno con su fabricante, el requisito para pertenecer aquí es tener un taller”.

La competencia ahora llega no solo de Temixco y Jiutepec, donde se han establecido talleres, sino de otros estados como de la comunidad de Tonalá, Jalisco; Dolores, Hidalgo, lo que ha obligado a muchos a ofrecer artesanía: “Ahora solo un 50 por ciento son cerámica, el resto de los ubicados en la Tres de Mayo son artesanías, restaurantes y una que otra chelería”.

Puebla, Veracruz, Ciudad de México, Oaxaca son los clientes que más se acercan a la Tres de Mayo. Llegan al mercado entre 400 personas al mes, algunas se llevan hasta 200 cajas de piezas de cerámica y algunas otras 80 cajas.

Crisis económica y temores

La situación económica del país y la caída del peso frente al dólar son unos de los factores por los que la cerámica se ha visto en declive en los últimos años. Las arcillas llegan de Estados Unidos y los fabricantes de pastas de Monterrey; además, como la cerámica no es un producto de primera necesidad se ven afectados.

Y es que la materia prima aumentó un 200 por ciento su precio. Por ejemplo, un bulto de pasta cuesta entre 200 y 250 pesos, antes valía unos 100 o 110 pesos; el incremento en el precio del gas también les pegó pues el consumo de éste absorbe el 40 por ciento de los costos de producción.

“Un plato o un vaso se ven bien, pero si (al cliente) no le sobra dinero para comprar una pieza pues no lo hará. Lo que nos ha salvado son los revendedores, casi no le vendemos a un consumidor final, sino que pasa al menos por dos o tres manos”.

Para que el declive del oficio no se acreciente, suponen necesarias nuevas tecnologías, hornos que trabajen con otro tipo de insumos y que las autoridades les brinden apoyo, consideran los ceramistas.

Existe el temor de que pueda extinguirse como la porcelana, aunque el surgimiento de nuevos modelos da esperanza a este tipo de mercado. “Que sea más industrial, con tecnología de primer nivel, nuestra propia mercancía bajaría sus precios, hay estados como Hidalgo en donde se invierte en los artesanos”.

Los productos favoritos

Los comercios de la Tres de Mayo tienen un producto favorito: las alcancías, las cuales se venden en 10 y hasta más de 250 pesos según el tamaño; además, las macetas son otro de los artículos que se venden bien durante cualquier temporada del año. Este año crearon 20 modelos nuevos, los cuales generan un costo extra de al menos seis mil pesos por cada uno, según relatan los propios comerciantes.



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Cerámica Cuernavaca se ubicaba sobre un inmueble en avenida Plan de Ayala, ahora convertido en tienda de productos para oficina.

Fue fundada en los años 60 por el ingeniero Jorge Alberto Borbolla Villamil, que impulsado por las modas españolas vio como un negocio fructífero la creación de piezas para adornar casas, jardines, hoteles y demás espacios públicos y privados.

Gerardo Becerra Chávez de Hita trabajó algunos años en la empresa y recuerda al ingeniero Borbolla como “un hombre visionario y que también era socio, en su momento, de Coca-Cola. El dato que yo tengo, porque la familia Borbolla era muy amiga de mi familia, es que los socios se separaron y el ingeniero se quedó con Cerámica Cuernavaca y su otro socio con la embotelladora que estaba en la calle de Leandro Valle”.

En su labor como Jefe de Almacén y Jefe de Embarques de 1975 a 1978, rememora que más tarde el ingeniero Borbolla, su hijo y su yerno Enrique Morelos Zaragoza fundaron en Civac la empresa Porcelana de Cuernavaca, que también se sumó a la creación de piezas únicas.

Algunos productores de cerámica tienen el temor de que este tipo de producción pueda extinguirse como la porcelana. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

Un negocio que prosperó

Hubo un momento en que la producción en Cerámica Cuernavaca era insuficiente ante la alta demanda de piezas, dice Becerra: “Había temporadas, sobre todo la navideña, donde yo surtía los pedidos al 70 por ciento porque no había manera de hacerlo completo”.

El ambiente laboral era satisfactorio para quienes trabajaban en el enorme taller con hornos para el terminado de las piezas. Becerra dice que a pesar de que Borbolla fue el iniciador de la cerámica en el estado, poco se le reconoce el mérito.

“En mi caso trabajé muy a gusto. De hecho un cuñado de mi madre llamado Jack De Cuba Muller era encargado de la producción. El lugar era bonito para trabajar, había una tienda al público que se llamaba Display. Tenía una sala de exhibición muy padre donde conocí a muchos artistas y actores importantes de la época porque iban a ver las piezas de cerámica y porcelana”. Ahí se mostraban piezas como elefantes blancos pequeños, balaustradas, sirenas, perros de tamaño natural. Incluso producían las alcancías del Sistema Bancos de Comercio.

Para los años 80 la devaluación económica que sufría el país tocó severamente las finanzas de la empresa al punto en que a los trabajadores se les quedó a deber una suma importante de dinero considerada en el Contrato Colectivo de Trabajo.

Los empleados se fueron a huelga y Borbolla se vio obligado a entregarles la fábrica; por su parte, los trabajadores vendieron los inmuebles y muchos de ellos decidieron emprender su negocio en otros sitios del estado.

La capital de la cerámica

Una vez que la empresa cerró, algunos trabajadores que habían aprendido a elaborar piezas se mudaron a la colonia Tres de Mayo para comenzar sus propios talleres, pues en esos años ya había hornos listos para funcionar, cuenta Eugenio Monje Espíritu, líder de la Unión de Productores de Cerámica, de quien su familia lleva dedicándose años a este oficio.

“En los años 60 y 70 Cerámica Cuernavaca generaba muchos empleos y la gente que trabajó ahí fue aprendiendo. Cuando salen se dan cuenta que podían crear su propio negocio. Conocí algunas personas que venían de ahí, por ejemplo los fundadores de la colonia, como Eloy Hernández, Marco Antonio Chávez y Lázaro Campuzano”.

Se dieron cuenta, relata, que hacer cerámica no era tan complicado y comenzaron sus pequeños talleres que al inicio eran cien por ciento familiares, pero luego dieron trabajo a otros habitantes ya como empresas formales, hasta llegar a 100 talleres generando 20 empleos cada uno.

En los años 80 varios trabajadores de cerámica se mudaron a la colonia Tres de Mayo para emprender sus propios negocios. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

La unión y la competencia

Primero surgieron Ceramistas de Morelos, encargados de distribuir materia prima. Luego los hijos de ellos crearon la Unión de Productores de Cerámica y más tarde su propio mercado para no depender del cliente foráneo: “Tenemos 58 locales, cada uno con su fabricante, el requisito para pertenecer aquí es tener un taller”.

La competencia ahora llega no solo de Temixco y Jiutepec, donde se han establecido talleres, sino de otros estados como de la comunidad de Tonalá, Jalisco; Dolores, Hidalgo, lo que ha obligado a muchos a ofrecer artesanía: “Ahora solo un 50 por ciento son cerámica, el resto de los ubicados en la Tres de Mayo son artesanías, restaurantes y una que otra chelería”.

Puebla, Veracruz, Ciudad de México, Oaxaca son los clientes que más se acercan a la Tres de Mayo. Llegan al mercado entre 400 personas al mes, algunas se llevan hasta 200 cajas de piezas de cerámica y algunas otras 80 cajas.

Crisis económica y temores

La situación económica del país y la caída del peso frente al dólar son unos de los factores por los que la cerámica se ha visto en declive en los últimos años. Las arcillas llegan de Estados Unidos y los fabricantes de pastas de Monterrey; además, como la cerámica no es un producto de primera necesidad se ven afectados.

Y es que la materia prima aumentó un 200 por ciento su precio. Por ejemplo, un bulto de pasta cuesta entre 200 y 250 pesos, antes valía unos 100 o 110 pesos; el incremento en el precio del gas también les pegó pues el consumo de éste absorbe el 40 por ciento de los costos de producción.

“Un plato o un vaso se ven bien, pero si (al cliente) no le sobra dinero para comprar una pieza pues no lo hará. Lo que nos ha salvado son los revendedores, casi no le vendemos a un consumidor final, sino que pasa al menos por dos o tres manos”.

Para que el declive del oficio no se acreciente, suponen necesarias nuevas tecnologías, hornos que trabajen con otro tipo de insumos y que las autoridades les brinden apoyo, consideran los ceramistas.

Existe el temor de que pueda extinguirse como la porcelana, aunque el surgimiento de nuevos modelos da esperanza a este tipo de mercado. “Que sea más industrial, con tecnología de primer nivel, nuestra propia mercancía bajaría sus precios, hay estados como Hidalgo en donde se invierte en los artesanos”.

Los productos favoritos

Los comercios de la Tres de Mayo tienen un producto favorito: las alcancías, las cuales se venden en 10 y hasta más de 250 pesos según el tamaño; además, las macetas son otro de los artículos que se venden bien durante cualquier temporada del año. Este año crearon 20 modelos nuevos, los cuales generan un costo extra de al menos seis mil pesos por cada uno, según relatan los propios comerciantes.



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