En Plaza Cuernavaca, uno de los centros comerciales más populares de la ciudad capital, existió un espacio donde podías pasar horas de diversión jugando al golfito en Glow Minigolf. De hecho se ubicaba, para ser más precisos, en Casa Blanca, a un lado de la plaza, en la planta alta del local 21.
De acuerdo con Víctor Manuel Madrigal, excliente del minigolf, el establecimiento tenía 14 hoyos para jugar y la temática era muy novedosa, pues el mobiliario y el contorno de cada espacio para jugar golf era fluorescente, todo brillaba.
Por todas partes había animales de la sabana pintados en la pared y esculturas de jirafas, elefantes e hipopótamos, una decoración ideal para llamar la atención.
La música ambiental que sonaba era la que en ese tiempo estaba de moda, sobre todo en inglés, cuenta Víctor. Además, tiene vagos recuerdos de que la cafetería del minigolf era buena en cuanto a precio y calidad.
“Estamos hablando de hace 11 años más o menos. A mí me gustaba el golf, fui un par de veces, pero mi fuerte eran los videojuegos porque también había consolas para jugar”, narra.
Agrega que el local era pequeño, pero muy agradable y económico por el tiempo que permitían que jugaras: 75 pesos por persona y los martes tenían promoción de dos entradas por el precio de una.
Asegura que gracias al éxito y popularidad que ganó, Glow se llenaba a diario, sobre todo los fines de semana y había que hacer fila para hacer el recorrido de los 14 hoyos. Explica que la experiencia completa duraba cerca de 50 minutos o un poco más.
Dice que esta dinámica de diversión fomentaba la convivencia familiar y era común ver a grupos de adolescentes competir entre ellos: “Muchos iban aún con sus uniformes de la escuela porque en ese tiempo había pocas actividades, que no fuera el cine, para hacer con los amigos”.
Pero no solo se iba a jugar minigolf, sino que también había espacios para los adultos, pues de vez en cuando organizaban “tocadas”, en especial de rock alternativo. Los artistas que se presentaban eran locales o de estados vecinos.
“Fue muy triste un día querer ir y encontrar el local vacío, pregunté en los locales vecinos y nadie sabía nada, nunca supe por qué se fueron”, expresa Víctor.
Añade que este minigolf era muy novedoso para los años en que inició, porque había pocos lugares que juntaban la diversión y el ambiente familiar en uno solo. Los padres de familia se sentían seguros al dejar a sus hijos en Glow Minigolf mientras hacían sus compras en la plaza del momento.
Actualmente el espacio donde estaba Glow es un local comercial más y ya no hay videojuegos, comida, música ni mucho menos golfito. De hecho, en Plaza Bugambilia, que se interconecta con Plaza Cuernavaca, hay un minigolf en la terraza, cuenta con nueve hoyos y cuesta 40 pesos por media hora, solo está disponible de viernes a domingo de 12:00 a 18:00 horas y es al aire libre.
“Ya no hay nada que se le parezca. Antes en Plaza Cuernavaca había un lugar llamado Coney Island, por allá de los años 80, con golfito, maquinistas, pero era más caro”, puntualiza Víctor.
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