Durante los dos años de pandemia por la Covid-19 hemos tenido que bajar la guardia en torno al resguardo de nuestros datos personales y privacidad, al quitar restricciones para usar distintas plataformas, trabajar en línea, participar en videoconferencias y abrir cámaras y micrófonos de nuestros dispositivos.
"Debemos hacer una campaña de concientización sobre la necesidad de preservar nuestra privacidad; sobre cómo podemos generar una mayor protección de nuestras personas y nuestros datos, a pesar de la tecnología", señaló la académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, María Marván Laborde, en el marco del Día Internacional de la Protección de Datos Personales, que se conmemora el 28 de enero.
La privacidad, explica Marván Laborde, es un derecho humano entendido, fundamentalmente, como la obligación del Estado por respetar ese ámbito. Sin embargo, ha evolucionado como una garantía que también se ejerce frente a la iniciativa privada, por los avances de la tecnología y el boom del internet, las redes sociodigitales, aplicaciones, entre otros.
“En ellas vamos dejando huella de lo que hacemos, de quiénes somos y esta huella se convierte en la posibilidad de generar perfiles a partir de los cuales, en el mejor de los casos, se nos ofrecen productos, pero también sirven para perseguir a las personas, ya sea políticamente o con cualquier otro tipo de persecución”, alerta.
Armamos expedientes
De acuerdo con la Asociación de Internet MX, en nuestro país existen 84.1 millones de internautas que representan 72 por ciento de la población de seis años o más. Durante 2020, como consecuencia del confinamiento, los usuarios de la red tuvieron el mayor crecimiento observado en el último lustro.
El 17º Estudio sobre los Hábitos de los Usuarios de Internet en México 2021 de la Asociación detalla que 90.9 por ciento se conectó desde su hogar; 66.1 por ciento accedió a redes sociales; 26.5 por ciento a mensajería instantánea; 17.8 por ciento para enviar o recibir correos; y 15.3 por ciento para ver películas o series.
Otro 15.1 por ciento para escuchar música o la radio; 8.8 por ciento para utilizar mapas; 7.1 por ciento para videoconferencias; seis por ciento para tomar cursos; 3.2 por ciento para hacer operaciones bancarias, entre otros.
La experta en Transparencia y Desarrollo Democrático en México subraya que numerosas personas utilizan aplicaciones en su celular, por ejemplo, para conocer la ruta más rápida a fin de llegar a un destino, pero deben considerar que dejan un rastro por dónde y hacia dónde van.
“Pareciera que la privacidad es un sueño imposible y la tecnología lo confirma. Yo creo que no hemos perdido la batalla, se requiere de mucha educación a todas las personas, de cualquier edad, pero en especial a niños y adolescentes, que sepan los riesgos que corren al compartir su vida en las redes sociales. Debemos recordar que estos expedientes que vamos armando nos pueden perseguir por el resto de nuestra vida”, insiste.
Recalca que la protección de datos personales es reconocida en múltiples países como una garantía fundamental en sí misma y las autoridades están obligadas a hacerla cumplir con independencia de dónde se encuentren los servidores de los buscadores.
“Cuando una persona solicita hacer valer este derecho al olvido, lo que logra es hacerse famosa. Si el INAI o un juez ordena romper las ligas que vinculan su nombre a una noticia que le preocupa, la realidad es que el solo hecho de entablar el juicio genera muchos más impactos a través de los cuales se le acaba encontrando”, sentenció.
Con información de la UNAM
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