El Club del Lago fue visitado por muchísimas personas en las décadas de los 80 y 90; niños que pasaban sus tardes y fines de semana entre clases de tenis y natación, o mamás que iban a ejercitarse con sus amigas por las mañanas, o aquellos fines de semana cuando los papás se juntaban a jugar tenis con sus amigos.
El Club del Lago se ubicaba en la carretera México-Acapulco, en la colonia Villas del Lago, donde hoy se encuentra Averanda.
La mayoría de las personas que asistían a este club eran trabajadores de Caminos y Puentes Federales, la mayoría por la cercanía, ya que la Unidad Habitacional José María Morelos y Pavón, que se encuentra a escasos cinco minutos del lugar, albergaba a varios de los trabajadores, incluyendo algunos que tuvieron que migrar de la Ciudad de México luego del terremoto de 1985.
José Peña, de 52 años, platica que toda su vida ha vivido en la colonia Ricardo Flores Magón, y cuando se encontraba en la primaria, a finales de los años 70, se anunciaba por las calles del lugar la apertura de tan lujoso club, que era presentado con una alberca olímpica, un chapoteadero, una alberca para usos múltiples y una fosa artificial de tres metros de profundidad, más jacuzzis y dos toboganes que ahí se encontraban.
Este club también era visitado por artistas de la época, pues además de las albercas, también contaba con 12 canchas de tenis, futbol rápido, futbol soccer, básquetbol, gimnasio, áreas de gimnasia y salas de vapor.
Los más de 250 mil metros cuadrados donde se ubicaba el Club de Lago se convirtió en punto de reunión de cientos de jóvenes para realizar tardeadas o reuniones privadas, incluso escuelas ocupaban sus instalaciones para desarrollar eventos deportivos, principalmente de natación, donde constantemente se hacían competencias;también se llevaban a cabo torneos de tenis.
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Durante esos años el Club tuvo gran popularidad y más miembros se iban sumando, algunos exmiembros señalaron que sus membresías parecían ser de por vida, sin embargo, a los pocos años, el gran club cerró.
Lupita López dijo que se casó en ese lugar, siendo, hasta donde se tiene registro, la única boda celebrada, “Yo me casé en ese lugar, hasta el momento creo que fue la única boda que se realizó ahí. Fue allá por el 85”.
Muchos otros, llegaron después del terremoto de 1985, por lo que conocieron el club a finales de los 80 y principios de los 90, cuando este se encontraba en su auge, tal es el caso de la familia García Pacheco; Alan, su hijo mayor, platicaba que pasaba casi todas las tardes con sus dos hermanos en el club, jugaban en las áreas verdes y practicaban tenis; además de que su mamá, Magda, era fan de ir a hacer ejercicio con sus amigas.
A mediados de los años 90, la familia Viveros Ortega también estuvo presente hasta el cierre del club, a principios de los 2000; sus dos hijos y uno de sus sobrinos cuentan que todas las tardes esa era su forma de divertirse, debido a que vivían a escasos cinco minutos a pie del club, el menor de los tres, Francisco, ahora con 32 años, cuenta que hacían competencias corriendo para llegar al lugar.
“Hay tantas historias que vivimos en ese club que es muy difícil seleccionar una, pero hay una en específico que hizo que ese lugar se quedara grabado en mi mente porque en una de sus albercas fue donde aprendí a nadar, además, recuerdo que en las canchas de tenis nació mi amor por ese deporte, deporte que hasta hoy me gustaría seguir practicando… Pero como toda cosa buena, llegó a su final, y de repente sin muchas explicaciones lo cerraron”, explicó Francisco Viveros.
Desde principios de los 2000 este lugar quedó en completo abandono, muchas personas se quedaron con membresías de las cuales no hubo respuesta o alguna clase de reembolso, y poco a poco las instalaciones se fueron deteriorando, al grado de ser utilizadas para las prácticas de los cursos que el cuerpo de Bomberos sede Villas del Lago llevaba a cabo, sin embargo, todavía quedaba su esencia puesto que las canchas de tenis se veían desde la carretera y eso era el vivo recuerdo de lo que alguna vez fue el lugar favorito de chicos y grandes.
De acuerdo con el exsecretario de Turismo en el estado, Marcos Manuel Suárez Gerard, el cierre del Club del Lago detonó también la llegada de plazas comerciales a la zona, incluyendo la apertura de Liverpool Cuernavaca, la cual fue a mitad de la primera década de los 2000.
“Cerró a principios de los dos mil, luego se inauguró Liverpool, por allá del 2005, después el predio quedó abandonado por muchísimos años, y el terreno se estuvo ofreciendo por todos lados, porque se traía otro proyecto, me lo llegaron a mostrar, pero no se había consolidado hasta que se aceptó que se hiciera Averanda”, comentó.
Aunque el predio estuvo en venta durante más de una década, se dice que la familia Autrey sufrió un atentado, lo que orilló a que los procesos de venta del lote fueran más veloces; llegando así a la propuesta de un proyecto para atraer inversionistas, comercio y turismo a Cuernavaca: Residencial Averanda.
A finales de 2015 el proyecto de Averanda llegó a manos del entonces gobernador del estado de Morelos, Graco Ramírez Abreu, quién aprobó la realización de la plaza comercial con un concepto mixto, es decir, que también contaba con venta de departamentos y una plaza comercial con empresas internacionales y nacionales.
Fue en noviembre de 2017 cuando Averanda abrió sus puertas, sepultando lo que alguna vez fue el gran Club del Lago; por lo que ahora quiénes tuvieron la fortuna de pasar sus tardes o fines de semana ahí, miran con gran melancolía la plaza, y cómo poco a poco, lo que en su momento fue un predio lleno de canchas de tenis, albercas y risas, se convirtió en una plaza con un concepto completamente diferente.
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