En la capital del estado hay casas, viviendas o inmuebles que con el paso de los años han quedado abandonados y en cierto momento se han convertido en escenarios de historias y relatos macabros, paranormales y terroríficos.
Uno de estos casos es la famosa “casa que se regala”, ubicada a un costado de la avenida Palmira, al sur de la capital morelense, y que fue visitada por influencers y medios de comunicación dado que supuestamente te regalaban el inmueble si podías pasar una noche entera ahí, ya que estaba embrujada y podías toparte con espíritus y toda clase de espantos.
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Otro sitio que envuelve leyendas es la conocida "casa de los Libaneses", ubicada a unos metros del puente Porfirio Díaz, sobre calzada Leandro Valle, esquina con calle Celia Muñoz. Se cuenta que, al llegar a un punto de la noche, sobre las ventanas se observan siluetas de cuerpos o rostros de personas que murieron hace tiempo.
También se narra que se escuchan muchos ruidos misteriosos. Y aunque los más escépticos señalan que son causados por indigentes que habitan el lugar, otros opinan lo contrario y lo atribuyen a espíritus de muertos que quedaron atrapados en esa casa y no hallan salida.
La historia de este lugar data de los años 70, pues se dice que la propiedad perteneció a una familia de libaneses. El dueño era un empresario textil con una fábrica ubicada en Jiutepec, pero enfermó y habría ido a su país natal para tratarse; sin embargo, a los pocos meses falleció y la esposa de este poco a poco iría perdiendo más y más la razón.
La empresa quebró y la propiedad pasaría a manos del hijo mayor, quien supuestamente se perdió entre el mundo de la vagancia y la adicción a las drogas.
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Un caso más es el hotel Chula Vista, ubicado en la colonia y avenida del mismo nombre. El sitio está ubicado a unos cuantos minutos del centro de la capital morelense y tuvo su auge en los años treinta, cuando fue inaugurado.
Pero ahora la gente cuenta que en el lugar se aparecen toda clase de fantasmas, principalmente en el área de la capilla, las habitaciones principales y en la réplica del templo de Salomón.
Durante sus años de esplendor llegó a ser sitio de cinco estrellas y hospedó a personalidades de la talla de Agustín Lara, María Félix, Germán Valdés “Tin Tan”, Pedro Infante, el expresidente de Cuba, Fidel Castro, y otros exmandatarios de México.
En el lugar, cuentan, se siente una vibra bastante pesada, como si alguien te observara desde alguno de sus rincones, lo cual te hace estar alerta; además de que por el desuso de la mayoría de sus áreas se puede sentir el crujir de la madera de los muebles abandonados y, si te quedas en completo silencio, puedes percibir algunos lamentos o quejidos.
El hotel es por demás escalofriante, pues prácticamente quedó en el olvido para los años cincuenta con el esplendor de lo que fue Acapulco, Guerrero y su impulso turístico.
Por si algo podía acrecentar más aún el misterio de este sitio, en los años sesenta fue adquirido por un ministerio evangélico denominado Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo A. C., y ahí fue utilizado para llevar a cabo retiros de cientos de iglesias de todo el mundo.
En 2013 fue cerrado tras diversas disputas sobre su propiedad y fue adquirido por la Universidad Autónoma de Morelos para llevar a cabo el proyecto de un centro cultural, pero quedó frenado debido a la crisis por la cual atravesaba la UAEM.
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