¿Puerquitos que juegan videojuegos? ¡Por supuesto! Hamlet, Omelette, Ebony e Ivory son cuatro cerdos que aprendieron a manipular los controles de mano y jugar videojuegos rudimentarios.
A través de un experimento encabezado por Candace Croney, de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, se les enseñó a los cuatro cerdos a manipular un control de videojuegos con los hocicos. El estudio fue publicado en la revista Frontiers in Psychology.
Los cerdos aprendieron que al guiar el cursor hacia cualquiera de los lados serían recompensados con alimentos y palabras de aliento de humanos. Los cerdos lograron pasar distintos niveles de dificultad y a todos los cerdos les fue bien en la versión “difícil” del videojuego.
De acuerdo con Candece Croney, “el hecho de que los cerdos puedan hacer esto en cualquier grado debería hacernos reflexionar sobre qué más son capaces de aprender”.
El estudio revela que en las ocasiones en que se apagaba el dispensador de golosinas, se podía animar a los cerdos de forma verbal o táctil a que siguieran moviendo los controles. Asimismo, los investigadores descubrieron que para las tareas más difíciles sólo el estímulo verbal parecía ser suficiente, lo que, incluso, podría guiar a los puerquitos hacia el éxito.
“La forma en que interactuamos con los cerdos y lo que les hacemos les impacta y les importa. Por lo tanto, tenemos la obligación ética de comprender cómo los cerdos adquieren información y qué son capaces de aprender”, recalca Candace.
Si bien los cerdos no pudieron dar los mismos resultados que los primates no humanos, los investigadores refieren que una de las limitantes es que los cerdos no tienen dedos.
Los investigadores esperaban probar si podían genera una comunicación más directa con sus pupilos a través de un programa informático que utilizaba símbolos, sin embargo, el proyecto concluyó antes de que pudieran emplearlo.
“Informar las prácticas de gestión y mejorar el bienestar de los cerdos era y sigue siendo un objetivo importante, pero en realidad, eso es secundario para apreciar mejor la singularidad de los cerdos más allá de cualquier beneficio que podamos derivar de ellos", señala la investigadora.