Hablar de las mascotas, sin duda, es hablar de una parte de nuestra familia, que, al momento de morir, deja un vacío difícil de llenar. Eso lo saben en Tlayacapan, un municipio ubicado en la zona Oriente del estado de Morelos, donde, con un poco de barro, trabajo manual y mucha imaginación han logrado que muchas familias no se separen definitivamente de sus mascotas.
Juan Carlos Altamirano es alfarero en Tlayacapan y un buen día, gracias a la imaginación, decidió, junto con su equipo de trabajo, elaborar urnas de barro para las mascotas, combinando su actividad principal: la alfarería, con la necesidad de muchas personas de querer un objeto dónde guardar las cenizas de sus mascotas. De esta manera pudo contribuir un poco a la reactivación económica de su negocio y la demarcación, que se vieron afectados por la pandemia de la Covid-19. Actualemente, a base de prueba y error, como él dice, han logrado que estas ingeniosas urnas se distribuyan en la zona centro del país.
Las urnas son elaboradas de barro y pintadas a mano; sin embargo, pueden personalizarse. Se trata de vasijas redondas con tapaderas, donde los dueños que perdieron a su mascota y gustan de incinerarlas pueden guardar sus restos en estos objetos para tenerlos siempre cerca, pero de una forma higiénica, ecológica, económica y muy creativa.
Los tamaños y diseños varían; un tamaño estándar tiene un precio promedio de 120 a 150 pesos por pieza, sin embargo este proyecto ha atraído la atención de otros emprendedores, quienes han comenzado a distribuirlos en otros estados un poco más caro.
Dichos objetos cuentan con los permisos correspondientes para ser comercializados, y pueden ir con detalles característicos de las mascotas, como una huella, un dibujo en específico o el nombre de la mascota.