Hace unos días estaba comentando con Gabriel, comunicador de la ciencia y amante de las plantas, sobre cómo identificar, a grandes rasgos, algunas especies de leguminosas.
Hablamos de los tamarindos, las jícamas, los frijoles, las vainas de los guajes, de las mimosas, de la flor de camarón y otras más. Mientras le explicaba con algunas imágenes en la mano las diferencias entre algunos grupos, me preguntó a qué subfamilia pertenecían los cacahuates.
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Le expliqué que son parientes de los frijoles, por lo que se agrupan con la subfamilia Faboideae, pero luego me preguntó muy entusiasmado por qué los cacahuates tenían frutos debajo de la tierra. Y entonces me encuentro aquí escribiendo sobre esto porque ese proceso me parece absolutamente asombroso.
El cacahuate es una hierba de flores amarillas que crecen, como muchas otras flores, en la superficie. Estas flores se autopolinizan, que quiere decir que no requieren ayuda de polinizadores para poder reproducirse, ellas pueden solas. Las flores crecen y se acercan al suelo, liberan su polen para la fertilización y tiran todos sus pétalos. El ovario se convierte en una especie de estaca o clavo que se introduce en el suelo donde madura, se convierte en vaina y finalmente, como producto final, da cacahuates. De hecho, su nombre científico hace referencia a esa extraña característica: Arachis hypogaea se traduce como: ”bajo tierra” o “cripta”.
Este proceso, en el que los frutos maduran debajo de la tierra se conoce como geocarpia y es una adaptación que han desarrollado algunas plantas para proteger su decendencia. El hecho de que los frutos se entierren los protege de muchísimos factores ambientales que pudieran impedir que esas semillas sean exitosas, se cubren de las fluctuaciones de temperatura y de la luz solar excesiva.
Debajo de la tierra y con una capa tan gruesa, las posibilidades de ser devorados antes de tiempo son mucho menores. Además, el suelo proporciona un entorno estable y favorable para la retención de humedad y la disponibilidad de nutrientes. Al desarrollarse bajo tierra, los cacahuates pueden acceder a recursos esenciales como el agua y los nutrientes de manera más eficiente, lo que ayuda a su crecimiento y desarrollo.
Además de eso, ahorran energía en su dispersión. Esta característica es un punto a favor de su domesticación ya que le permite una recolección más fácil por parte de humanos o animales que los desentierran y pueden dispersarlos de manera más sencilla. La planta madre sirve como “bandera” de que ahí hay deliciosos frutos maduros y listos para comer.
Los cacahuates no solamente son un fruto que se usa para muchísimos fines por su valor nutricional, importancia económica, contribución a la salud del suelo, adaptabilidad a condiciones ambientales desafiantes y sus diversas aplicaciones en la industria alimentaria, sino que también su biología y sus estrategias reproductivas son sumamente interesantes.