/ lunes 27 de abril de 2020

Voces que engrandecen a México

Las vueltas que da la vida

Queridos lectores, no sé si a ustedes les pase igual que a mí, pero en estos momentos en que pareciera que el reloj se detuvo, cómo aprecio la información inteligente que nos habla de México y sobre todo de su enorme y gran cultura porque las noticias sobre el aún misterioso virus, las leemos por todas partes y las seguiremos leyendo. Y ahora tenemos, a través del INAH, por ejemplo, una oportunidad espléndida de conocer México y sus museos en increíbles videos con voz y música explicando “de pe a pa”, cada pieza, como el recorrido virtual a la Sala Mexica y a la Maya del Museo Nacional de Antropología en la CDMX. Cuántos de nosotros hemos visitado ese espléndido museo, con el enorme monolito que se cree es la representación de Tláloc, dios de la lluvia que por cierto, el 16 de abril de 1964 que salió de San Miguel Coatlinchan, Estado de México, -poblado de origen chichimeca-, rumbo a su muy digno pedestal de la Av. Reforma, frente al Museo, fue algo formidable su traslado. Mi padre me llevó en 1964 a presenciar su paso por la plaza de la Constitución de la CDMX, me impresionó que ese día de abril, llovía y más me impactó que a su paso frente a la Catedral Metropolitana, tañeran las campanas, no sé quién las mandó tocar, pero en ese momento me pareció como si un dios le rindiera un homenaje a otro, tan diferentes entre sí, justo a su paso acostado sobre dos tráileres unidos para soportar su enorme peso estimado en 164 toneladas y su altura de 7 metros. Y luego supe que llovió desde que salió hasta que llegó a su última morada. Ese museo está considerado entre los cinco mejores del mundo y sin embargo, siempre falta conocerlo más. Tenemos la fortuna de contar con una institución como el INAH que con los asegunes que gusten y manden, es magnífica. Me adentro un poco en su historia y veo que siendo presidente de México, -tenía que ser-, don Lázaro Cárdenas del Río, que me perdone ya saben quién, pero con mucho el mejor presidente que hemos tenido y que a través de una Ley Orgánica enviada por él al Congreso de la Unión el 3 de febrero de 1939, se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Por cierto, el libro que editó el INAH el año pasado y presentaron este año por los 80 años de su creación, vale la pena que se encuentre en sus bibliotecas o libreros particulares. Son 446 páginas repletas de magnífica información y plumas como la de don Alfonso Caso, don Eduardo Matos Moctezuma entre muchos más, e imágenes acerca del riquísimo patrimonio que los distintos pueblos prehispánicos realizaron dejando cada uno invaluable muestra de sus avanzadas culturas y conocimientos que, aún hoy, asombran al mundo entero. Y de cómo desde su creación, el INAH ha hecho una apasionante y difícil tarea de investigar, conservar y difundir toda esa riqueza de nuestros pueblos originarios. El libro titulado: “Instituto Nacional de Antropología e Historia 80 años”, lo pueden adquirir aquí en Morelos en las librerías de Educal: Jardín Borda o en la del Palacio de Cortés o directamente en la tienda del Museo en la CDMX. Por qué le doy tanta importancia a esto, pues por la sencilla razón de que de nada sirve la mejor información si no se difunde. Tenemos la suerte en Morelos de contar de nuevo con un director, antes su cargo se llamaba delegado, del INAH, que desde la primera vez que estuvo en el mismo cargo en Morelos hace ya unas dos décadas, a mí, en lo personal, me abrió las puertas con gran generosidad a toda la información, fotos, archivos, voces, etc., para facilitarme el realizar los magníficos reportajes, no es por nada, que me publicaron en el periódico El Universal. No había pregunta que yo le hiciera a su director el antropólogo Víctor Hugo Valencia Valera, que él no viera la forma de enviarme el material a través de sus arqueólog@s, antropólog@s, restauraurad@es y con ello auxiliarme a difundir lo mejor de Morelos en ese rubro. Cuándo a Valencia Valera lo mandaron a Puebla, las puertas se cerraron nuevamente, claro con sus excepciones, a toda información. No entiendo como hay funcionarios que les encanta quedarse con la información que tienen guardada en los cajones o archiveros. ¿Para qué? Me preguntaba yo. Ahora que regresó felizmente a Morelos, se nos vuelven a abrir las puertas y con ocasión de esta pandemia, a todo Morelos, pues como nunca estamos recibiendo información valiosísima de materiales que ni imaginábamos, como el del, fuera de Morelos, “Atlas de los Cenotes” en tierras mayas. O él de “Del Templo Mayor a Malinalco”, pasando por nuestros mas representativos vestigios arqueológicos: Tepoztlán, Teopanzolco, Coatetelco, Xochicalco con todas sus explicaciones. A quién le interese entren en Youtube y busquen esos reportajes y de ahí se siguen con todos los demás. Bueno, hasta cada edición del órgano cultural El Tlacuache, nos comparte. Gracias Víctor Hugo. Y “by the way”, les recomjendo que en la Plataforma Digital de Cinema Planeta: www.ideaplaneta.com y vean el documental “Granicero” de Gustavo Gamou, que trata de la relación de los pueblos originarios con la lluvia, Tláloc y los usos y costumbres. Y hasta el próximo lunes.

Queridos lectores, no sé si a ustedes les pase igual que a mí, pero en estos momentos en que pareciera que el reloj se detuvo, cómo aprecio la información inteligente que nos habla de México y sobre todo de su enorme y gran cultura porque las noticias sobre el aún misterioso virus, las leemos por todas partes y las seguiremos leyendo. Y ahora tenemos, a través del INAH, por ejemplo, una oportunidad espléndida de conocer México y sus museos en increíbles videos con voz y música explicando “de pe a pa”, cada pieza, como el recorrido virtual a la Sala Mexica y a la Maya del Museo Nacional de Antropología en la CDMX. Cuántos de nosotros hemos visitado ese espléndido museo, con el enorme monolito que se cree es la representación de Tláloc, dios de la lluvia que por cierto, el 16 de abril de 1964 que salió de San Miguel Coatlinchan, Estado de México, -poblado de origen chichimeca-, rumbo a su muy digno pedestal de la Av. Reforma, frente al Museo, fue algo formidable su traslado. Mi padre me llevó en 1964 a presenciar su paso por la plaza de la Constitución de la CDMX, me impresionó que ese día de abril, llovía y más me impactó que a su paso frente a la Catedral Metropolitana, tañeran las campanas, no sé quién las mandó tocar, pero en ese momento me pareció como si un dios le rindiera un homenaje a otro, tan diferentes entre sí, justo a su paso acostado sobre dos tráileres unidos para soportar su enorme peso estimado en 164 toneladas y su altura de 7 metros. Y luego supe que llovió desde que salió hasta que llegó a su última morada. Ese museo está considerado entre los cinco mejores del mundo y sin embargo, siempre falta conocerlo más. Tenemos la fortuna de contar con una institución como el INAH que con los asegunes que gusten y manden, es magnífica. Me adentro un poco en su historia y veo que siendo presidente de México, -tenía que ser-, don Lázaro Cárdenas del Río, que me perdone ya saben quién, pero con mucho el mejor presidente que hemos tenido y que a través de una Ley Orgánica enviada por él al Congreso de la Unión el 3 de febrero de 1939, se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Por cierto, el libro que editó el INAH el año pasado y presentaron este año por los 80 años de su creación, vale la pena que se encuentre en sus bibliotecas o libreros particulares. Son 446 páginas repletas de magnífica información y plumas como la de don Alfonso Caso, don Eduardo Matos Moctezuma entre muchos más, e imágenes acerca del riquísimo patrimonio que los distintos pueblos prehispánicos realizaron dejando cada uno invaluable muestra de sus avanzadas culturas y conocimientos que, aún hoy, asombran al mundo entero. Y de cómo desde su creación, el INAH ha hecho una apasionante y difícil tarea de investigar, conservar y difundir toda esa riqueza de nuestros pueblos originarios. El libro titulado: “Instituto Nacional de Antropología e Historia 80 años”, lo pueden adquirir aquí en Morelos en las librerías de Educal: Jardín Borda o en la del Palacio de Cortés o directamente en la tienda del Museo en la CDMX. Por qué le doy tanta importancia a esto, pues por la sencilla razón de que de nada sirve la mejor información si no se difunde. Tenemos la suerte en Morelos de contar de nuevo con un director, antes su cargo se llamaba delegado, del INAH, que desde la primera vez que estuvo en el mismo cargo en Morelos hace ya unas dos décadas, a mí, en lo personal, me abrió las puertas con gran generosidad a toda la información, fotos, archivos, voces, etc., para facilitarme el realizar los magníficos reportajes, no es por nada, que me publicaron en el periódico El Universal. No había pregunta que yo le hiciera a su director el antropólogo Víctor Hugo Valencia Valera, que él no viera la forma de enviarme el material a través de sus arqueólog@s, antropólog@s, restauraurad@es y con ello auxiliarme a difundir lo mejor de Morelos en ese rubro. Cuándo a Valencia Valera lo mandaron a Puebla, las puertas se cerraron nuevamente, claro con sus excepciones, a toda información. No entiendo como hay funcionarios que les encanta quedarse con la información que tienen guardada en los cajones o archiveros. ¿Para qué? Me preguntaba yo. Ahora que regresó felizmente a Morelos, se nos vuelven a abrir las puertas y con ocasión de esta pandemia, a todo Morelos, pues como nunca estamos recibiendo información valiosísima de materiales que ni imaginábamos, como el del, fuera de Morelos, “Atlas de los Cenotes” en tierras mayas. O él de “Del Templo Mayor a Malinalco”, pasando por nuestros mas representativos vestigios arqueológicos: Tepoztlán, Teopanzolco, Coatetelco, Xochicalco con todas sus explicaciones. A quién le interese entren en Youtube y busquen esos reportajes y de ahí se siguen con todos los demás. Bueno, hasta cada edición del órgano cultural El Tlacuache, nos comparte. Gracias Víctor Hugo. Y “by the way”, les recomjendo que en la Plataforma Digital de Cinema Planeta: www.ideaplaneta.com y vean el documental “Granicero” de Gustavo Gamou, que trata de la relación de los pueblos originarios con la lluvia, Tláloc y los usos y costumbres. Y hasta el próximo lunes.

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