Desde luego que cuando me enteré que Gabriel Darío Sztajnszrajber, un filósofo feminista, llegaba a México para dar un par de conferencias organizadas por una de las universidades del Estado de Oaxaca, no pude sino subirme rápidamente al coche y salir muy temprano para llegar a tiempo y poder escucharlo después de 7 horas de largo y magnífico camino atravesando la majestuosa Sierra Madre del Sur. Nuestro místico volcán Popocatépetl, esa mañana, parecía estar también emocionado echando una gran fumarola al saber que este divulgador de la filosofía, además de actor y rockero, pisaba tierras mexicanas, y lo comprendo, porque Darío se ha ganado la admiración y reconocimiento de sus miles de seguidoras y seguidores en muchos países de habla hispana por su inteligencia, transgresión y simpatía.
Darío es un docente siempre rodeado de cientos de alumnos y él es quien puede decir, con la mano en la cintura: “yo solo sé que no sé nada”, ya que entre las muchas de las valoraciones filosóficas que rondan por su mente, tiene todavía la enorme capacidad de la sencillez en su oratoria, lanzando siempre preguntas en medio de la complejidad de sus conceptos sin perder, ni un solo segundo, ese savoir-être que lo caracteriza, además de explicarlos como nadie más que yo haya conocido hasta el momento, abarcando la filosofía de todos los tiempos hasta llegar al filósofo argelino-francés Jacques Derrida y su concepto de “deconstrucción del pensamiento” del cual Darío es un gran impulsador.
Es muy conmovedor el saber que por fin, después de miles de años, hay un filósofo que en verdad atiende a un problema fundamental de la humanidad como lo es la perspectiva de género, aunque retransmitir los conceptos filosóficos que él propone es tan difícil como escribir y pronunciar su apellido, pero lo que sí es muy fácil, es quedarse en un estado de reflexión total cada vez que lo escuchamos; particularmente para mí, cuando habla de esta filosofía de género desmenuzándola y poniendo en la mesa la falta de solidez de los argumentos patriarcales propuestos a través de los siglos.
Darío dice que para hablar de filosofía de género se tiene que partir siempre de algún lado y hay una decisión un poco consciente y un poco inconsciente de ordenar las cosas de acuerdo a ese paradigma. Esta propuesta de filosofía de género impulsada por diferentes pensadoras feministas a través del tiempo y en varias partes del mundo, incluyendo México, han visualizado desde un lugar histórico y antropológico la opresión que ha padecido la mujer a través de la historia, con lo cual, esta filosofía tiene un propósito de poder emancipatorio que no podría, por ningún motivo, verse como algo negativo. Lo increíble, en todo caso, es que no se haya visualizado el sentido común hegemónico que ha puesto a la mujer en un lugar subsidiario. El varón tendrá limitaciones, sí, pero no es una sujeción.
Darío ha acompañado a muchas de estas pensadoras en distintos foros como lo fue durante la despenalización del aborto en Argentina y ha dado también conferencias junto a la activista y antropóloga Rita Segato entre muchas otras activistas. A la filosofía de género, nos dice, se le cuestiona por ser tendenciosa y entonces se le llama ideología de género, acusando a la filosofía de género desde una crítica negativa. Es decir, la palabra ideología está asociada a un interés de facto, un interés de clase, por lo que se habla entonces de una revuelta “injusta”, “irreal” que distorsiona las cosas como diciendo que lo ideológico distorsiona lo real y lo real se asocia a la naturaleza. Es decir, los que cuestionan la ideología de género, que son más bien sectores conservadores que buscan de algún modo afirmarse en una supuesta naturaleza de las cosas. Así que hacer filosofía de género es interpretar la realidad desde un lugar diferente a otras formas de interpretación posibles. Todo aquel que crea que su interpretación no es una interpretación sino una forma verdadera de acceder a la realidad, tal vez esa argumentación, justamente, sea otro tipo de interpretación que oculta su propia entidad, su propia naturaleza, porque si en algo es efectiva la interpretación, o si logra de algún modo tener éxito es cuando no logra visualizarse como tal. A eso se llama naturalizar o normalizar una metáfora, un tipo de lectura. Cuando un tipo de lectura ya no la visualizamos como lectura sino la visualizamos como un conocimiento verdadero de las cosas, entonces esa lectura logra su objetivo, al tenor de la idea Nietzchana que dice que “la verdad es la mentira más eficiente”.
La idea de objetividad, de neutralidad, la idea de naturaleza, son de esas ideas que han logrado compenetrarse como propósitos del conocimiento y de las que todavía no hemos sabido liberarnos de algún modo. A lo sumo decimos “ sí bueno, no podemos más que interpretar”, pensando que la interpretación supone una caída, una recaída algo imperfecto, algo incompleto. Ahora, no hay manera de justificar, ni de argumentar ni de concluir que esa imperfección es tal porque existe un conocimiento verdadero al que no podemos acceder. ¿Si no podemos acceder a esta verdad, por qué suponemos que existe? ¿Cómo saber si hay una verdad sí el ser humano no puede llegar a ella? ¿No es también una de las formas con las que el ser humano intenta entender lo imposible? Sin embargo, seguimos idolatrando la existencia de una “naturaleza real”, porque la colocamos en un lugar místico.
De ahí parte la “ideología de género”, que dice no se puede desoír a la naturaleza que nos manifiesta su “verdad”. Ahora bien, cualquier libro de ciencias naturales básico parte de la premisa que la naturaleza es cambio permanente. ¿Cómo justificar que hay cuestiones naturales si la misma naturaleza está en permanente transformación? ¿Cómo justificar que hay cambios? Solo se puede admitir que hay una especie de predestinación natural si hacemos énfasis en la palabra “predestinación” y entonces hablamos de metafísica, que es otra cosa; porque la naturaleza lo que nos muestra, es que no siempre fuimos así.
Esto es lo que el conservadurismo naturalista quiere defender como naturaleza última, definitiva y predestinada del ser humano, es un proceso abierto en tránsito de mutaciones infinitas que no sabemos cuándo empezó y no sabemos a dónde irá…pero también pasará, como fueron pasando los diferentes estratos evolutivos que sin ningún direccionamiento, sin ninguna aspiración de mejora como quieren hacernos creer, fueron mutando contingentemente hacia formas divergentes. Entonces, sostener argumentos que justifiquen la sexualidad, su propósito, para qué vino cada género o sexo en pos de una naturaleza fija, es una manera de desoír a la misma historia de naturaleza que nos muestra otra cosa.
Y como dice Darío, es un buen momento para hablar de lo femenino y atender que se haya visualizado por primera vez y con tanta fuerza, alrededor del mundo, como una de las relaciones asimétricas socioculturales más importantes de nuestra historia que ya no tiene marcha atrás, a pesar de todo. Atender lo femenino es también entender a la naturaleza.
Qué gran oportunidad, para mí, el haber escuchado a Darío Darío Sztajnszrajber durante dos días seguidos, aunque fueron otros temas los que tocó en esta ocasión pero todos convergen de alguna manera, porque filosofar, después de todo, es ir en búsqueda de todas las preguntas posibles. Esta conferencia de la cual estoy escribiendo el día de hoy la pueden escuchar por entero, se llama “el feminismo”. Gran parte de sus conferencias están subidas a Youtube para quienes quieran reflexionar, aflojar los pensamientos atávicos, dejar de tener pensamientos de supremacía como aquellos que matan en nombre de las religiones, tratar de hacer de este mundo uno mejor, más democrático, más respetuoso, más incluyente, más igualitario, más ecologista y tal vez convertirnos en otro tipo de civilización, con otro tipo de problemas, sí, pero ya no más de estos problemas llenos de deseo de poder, violencia y muerte.
Así mismo, no puedo dejar de pensar en la lucha femenina de la cual nos habló Melike Yasar hace sólo un par de semanas. Una lucha armada de las mujeres de Kurdistán en contra del estado islámico, pero principalmente en contra del sistema patriarcal que legitimiza las leyes en contra de ellas. Es inaudito enterarse que en esa región del mundo los hombres le tienen más miedo a la militancia de las mujeres porque piensan que si mueren por manos femeninas, nunca se irán al “cielo”. Esas mujeres y ese pueblo unido por su propia lengua y cultura milenaria ha querido crear su propio Estado Democrático e independiente pero siempre ha sido reprimido y ahora que Estados Unidos se retira de Siria, vuelve la guerra cruenta para ese pueblo en su busca eterna de la libertad. Nuestra impotencia y pensamiento están con ellas y con ellos..
Cada vez que escribo acerca de este tema, cada vez, no puedo olvidar lo que Octavio Paz le dijo a la periodista Anilú Elías: “Están atacando al poder en el núcleo. Comparadas con su movimiento, todas las demás revoluciones de la Humanidad quedan como meros epifenómenos”. “¿Y están ustedes preparadas para la contrarrevolución?”.
Dicen que la valentía a veces salta algunas generaciones, pero esta vez llegó para quedarse. La lucha sigue y seguirá, es simplemente: “Cuestión de tiempo”…