/ sábado 29 de septiembre de 2018

Tradición cultural, fuerza divina y ritual de petición de lluvias

Durante la temporada de lluvias en el nororiente de Morelos, así como en otras regiones del estado, los campos se cubren de distintas tonalidades de verde y las tierras de cultivo se dinamizan con la presencia de hombres, mujeres y en algunos casos niños y niñas que se involucran de una u otra forma en el proceso de la siembra y la cosecha de los productos

En el poblado de Yecapixtla la agricultura y el comercio han jugado un papel fundamental en la economía de sus habitantes a lo largo de la historia. Incluso hoy en día, es frecuente observar que, entre los meses de mayo y enero, la dinámica del poblado cambia, pues la presencia de los tractores, la apertura de tiendas de fertilizantes y el transitar de los señores a caballo, a pie o en camioneta hacia las tierras de cultivo es más frecuente.

La siembra de maíz, jitomate, chile verde, tomate, calabaza, camote, cacahuate y forrajes como el sorgo, se han vuelto una constante en el poblado y en ellas los campesinos invierten los ahorros que guardan desde el año pasado y en algunos casos, recurren a los préstamos económicos para solventar los gastos de la siembra. Por lo que cada año, con la esperanza de tener buenas cosechas “encargan sus siembras a Padre Jesús” y piden por “el buen temporal”.

El objetivo del presente texto consiste en describir y dar cuenta de la importancia del ritual de petición de lluvias o “el buen temporal” como lo llaman en el poblado y de mostrar como este elemento de la tradición cultural indígena está presente en la vida cotidiana de los yecapixtlenses; el cual les permite acceder a la fuerza divina y establecer una relación de reciprocidad con la deidad y con la naturaleza, asegurando la reproducción biológica y cultural de la comunidad.

Año con año, en el mes de julio, los agricultores y los devotos acuden en compañía de la imagen de Padre Jesús al paraje denominado “La Estación” para realizar una misa con la intención de pedir por la lluvia. Los agricultores piden que ésta sea abundante, que sea constante y que sea “buena” para sus cultivos. En ese sentido también piden que, el granizo y “los aguavientos” no se hagan presentes, así como la sequía.

Este año en particular, las lluvias han sido escasas en esta zona del estado y tanto los agricultores como los habitantes del poblado se angustian por las siembras. Los primeros por el dinero que han invertido y los segundos porque ante la ausencia de lluvias, los cultivos no se darán y se elevarán los costos de los alimentos. “Habrá carestía” como dicen ellos.

Una habitante de Yecapixtla, expresa lo siguiente:

Imagina cuánto dinero hay regado ahorita en el campo y el trabajo de los pobres campesinos, pero no llueve. No ha llovido nada y las milpitas se van a secar. Por eso deberíamos de ir todos a la procesión y a la misa para pedir a Dios para que nos envíe las lluvias

Los yecapixtlenses saben que, imágenes como Señor Santiago, la Virgen del Carmen y la Virgen de la Asunción, pueden “hacer verano”; es decir, pueden generar que las lluvias cesen, convirtiéndose en una temporada sumamente peligrosa tanto para las personas como para las plantas. El verano puede comenzar desde principios de julio y prolongarse hasta mediados de agosto; lo que implica que, ante la ausencia de agua, las milpas quedan vulnerables a las plagas. ““El gusano les come el corazón, se ponen tristes, cenizas y poco a poco se van muriendo”. Dicho periodo de vulnerabilidad para la milpa y para el campesino es denominado “la canícula”, la cual puede perjudicar la siembra, hasta el grado de perderla” (Ramírez, 2010: 39).

En la memoria de las personas mayores del pueblo está presente el recuerdo de cuando la siembra se perdió y ese año no hubo maíz ni para el propio consumo familiar. Recuerdan que ese año la canícula fue muy dura y que al no tener maíz tuvieron que comer con tortillas “amarillas como huevo”. Aunque la petición por “el buen temporal” se realizó, piensan que “no lo hicieron con devoción y que por eso se molestó Dios”.

Entre las comunidades de tradición cultural nahua en el estado de Morelos, existe la noción de una fuerza de origen divino que puede ser invocada por los seres humanos para resolver algún problema en particular. Dicha fuerza está presente en los elementos de la naturaleza, por ejemplo, en la tierra, los “aires”, las piedras, los manantiales, las nubes, el viento, las cuevas y los cerros; en las plantas y en los animales, pero también se puede encontrar en las imágenes religiosas, en las cruces y en los estandartes (Paulo Maya, 2011). Es por ello que, en el ritual de petición de lluvias, imploran a la imagen de Padre Jesús que los bendiga con el agua.

Las imágenes religiosas o “los santitos” son considerados intermediarios entre el mundo sagrado y el de los seres humanos. Ellos son los encargados de hacer llegar la fuerza divina a la tierra a través de la lluvia, las buenas cosechas y la salud. Sin embargo, también la pueden transformar en adversidades, por ejemplo, granizadas, enfermedades, vientos fuertes o mala suerte. Es por ello que las personas deben establecer relaciones constantes de reciprocidad con la deidad, en este caso con Padre Jesús, para que la fuerza divina llegue a ellos a través de beneficios para la comunidad (Paulo Maya, 2011).

Los yecapixtlenses toman la iniciativa en ofrendar su trabajo, las flores, los aromas y las plegarias a la imagen de Padre Jesús con anticipación. Así, el ritual comienza nueve días antes de la fecha establecida para la realización de la misa, la cual ocurre en el miércoles último del mes de julio. Es por ello que Padre Jesús es llevado en procesión de la iglesia del pueblo a la casa del mayordomo o encargado de recibirlo en su hogar y de financiar dicha festividad.

La imagen deL Padre Jesús en la casa del mayordomo de la festividad del “buen temporal”. Julio 20 de 2017.

Sin embargo, debido a los estragos que aún se viven por el sismo del pasado 19 de septiembre de 2017, la imagen de Padre Jesús se encuentra alojada en la casa de su mayordomo anual, por lo que tuvo que ser trasladada desde este espacio hacia la casa del mayordomo de la festividad por “el buen temporal”. Y aunque con los daños ocasionados por el sismo, se modificaron y se readaptaron los espacios donde se encuentran los “santitos” es fundamental, para los yecapixtlenses, mantener las relaciones de reciprocidad con los mismos, para así lograr sus favores.

Por lo que en procesión, acompañado por sus devotos, la banda de viento y cohetes, la imagen de Padre Jesús transita por las principales calles del pueblo para finalmente arribar a la casa de mayordomo donde ya lo esperan. Donde durante los próximos días realizan una novena en su honor y le pedirán que pronto les envíe la tan preciada lluvia.


Ofrenda de flores y alimentos. Julio 20 de 2018.

A la novena no sólo acuden los agricultores, sino los devotos de la imagen de Padre Jesús en general. Niños, niñas, hombres, mujeres jóvenes y ancianos se dan cita cada noche para rezar; pues los beneficios de la lluvia no serán exclusivos para aquellos que siembran, sino para toda la población. Por lo que los devotos llegan con flores y veladoras para ofrendar a la imagen. La novena, también representa un tiempo propicio para compartir los alimentos con la deidad; pues en cada noche el mayordomo y su gente ofrece un aperitivo a aquellos que asisten al rezo; sin embargo, es indispensable que antes de dar de comer a la gente, se le sirva “al santito”.

Aunque el trabajo por la petición de lluvias se realiza a lo largo de la novena, el día más importante es con el que concluyen al llevar a la imagen a escuchar misa en el campo, rodeado de tierras de cultivo. Este paraje conocido como “La Estación”, un sitio propicio para la petición y la reciprocidad entre la deidad y los humanos. Esta celebración se lleva a cabo en una fecha móvil en el mes de julio, pero uno de los requisitos es que debe celebrarse en miércoles, día destinado a Padre Jesús durante la Semana Santa.

Los preparativos comienzan desde muy temprano tanto en la casa del mayordomo como en el paraje donde se realizará la misa. La gente de Padre Jesús se organiza para contribuir con trabajo que va desde limpiar la zona, instalar el enlonado, adornar con flores rojas, acomodar las sillas para los asistentes a la misa; así como el altar donde será colocada la imagen y desde donde se dirigirá la misa.

Por la tarde, alrededor de las 3:00 p.m., los yecapixtlenses se dan cita en la casa del mayordomo y el estruendo de los cohetes anuncia la salida de la procesión con dirección a “La Estación”. Las mujeres reunidas cantan, alumbran y acompañan a Padre Jesús con flores en sus manos; mientras que los hombres se dan a la terea de cargar a la imagen en sus hombros y otros más de echar los cohetes.

Las actividades cada uno de los feligreses realizan como cargar al santo, rezar, cantar, caminar con dirección al paraje, así como cada uno de los preparativos, representan el trabajo que los devotos ofrendan a la imagen y que le permite

Mientras la procesión avanza por las principales calles del pueblo, algunos devotos se van sumando. Es común la presencia tanto de adultos como jóvenes y niños, por lo que dicho ritual también es un espacio propicio para alimentar la memoria colectiva, para motivar a los jóvenes y enseñar a los niños la importancia de las relaciones de reciprocidad que se tejen entre el pueblo y la deidad a través de dicho ritual.

En el paraje de La Estación. Julio 25 de 2018

El paraje de “La Estación” se encuentra a las afueras del pueblo, próximo a los límites con el municipio de Atlatlahucan, y aunque es una zona ya habitada, aún predominan las tierras de cultivo. Las milpas y los sembradíos de jitomate poco a poco se vuelven frecuentes a los costados del camino que está marcado por grandes guamúchiles.

Una vez que llegan al paraje, la banda de viento y los mariachis se turnan para dedicar su música a Padre Jesús. Los devotos toman asiento luego de la larga caminata bajo el rayo del sol y esperan para la celebración de la misa. Durante dicha celebración, el sacerdote encomienda las siembras a Dios y le pide a la imagen de Padre Jesús que interceda para la lluvia pronto riegue los campos de Yecapixtla.

Al final de la misa, los mayordomos regalan las flores que adornaron el altar de Padre Jesús, por lo que las personas se apresuran a tomarlas, pues tener una de ellas, representa llevar un poquito de la fuerza y de la bendición del santito a casa. Una vez que termina el ritual, poco a poco se organizan para emprender el camino de vuelta al centro del pueblo. La mayoría de los asistentes comienzan a abrir sus paraguas pues las nubes en el cielo se han tornado de un color obscuro y las gotas de lluvia comienzan a caer.

El trabajo, el esfuerzo, así como la oración y los presentes que le han entregado a Padre Jesús aumentan la fuerza divina de la imagen, que se manifiesta a través de la lluvia, por lo que este suceso alienta a los yecapixtlenses a cuidar y mantener las relaciones de reciprocidad con la deidad, así como lo han hecho a lo largo de varias generaciones.


Bibliografía:

Paulo Maya Alfredo (2011), “Visión del mundo: la fuerza divina, el chicahualistle” en Los pueblos nahuas de Morelos. Atlas etnográfico tohuaxca, togente, lo nuestro, nuestra gente, Morayta Mendoza Luis Miguel (coord.), INAH, México.

Ramírez Villaseñor Karina (2010), Nuestro Padre el Santo Entierro: “Dador de buena salud”. La construcción de una filiación ritual en el imaginario religioso de Yecapixtla, Morelos. Tesis de licenciatura, UAEM, México.

En el poblado de Yecapixtla la agricultura y el comercio han jugado un papel fundamental en la economía de sus habitantes a lo largo de la historia. Incluso hoy en día, es frecuente observar que, entre los meses de mayo y enero, la dinámica del poblado cambia, pues la presencia de los tractores, la apertura de tiendas de fertilizantes y el transitar de los señores a caballo, a pie o en camioneta hacia las tierras de cultivo es más frecuente.

La siembra de maíz, jitomate, chile verde, tomate, calabaza, camote, cacahuate y forrajes como el sorgo, se han vuelto una constante en el poblado y en ellas los campesinos invierten los ahorros que guardan desde el año pasado y en algunos casos, recurren a los préstamos económicos para solventar los gastos de la siembra. Por lo que cada año, con la esperanza de tener buenas cosechas “encargan sus siembras a Padre Jesús” y piden por “el buen temporal”.

El objetivo del presente texto consiste en describir y dar cuenta de la importancia del ritual de petición de lluvias o “el buen temporal” como lo llaman en el poblado y de mostrar como este elemento de la tradición cultural indígena está presente en la vida cotidiana de los yecapixtlenses; el cual les permite acceder a la fuerza divina y establecer una relación de reciprocidad con la deidad y con la naturaleza, asegurando la reproducción biológica y cultural de la comunidad.

Año con año, en el mes de julio, los agricultores y los devotos acuden en compañía de la imagen de Padre Jesús al paraje denominado “La Estación” para realizar una misa con la intención de pedir por la lluvia. Los agricultores piden que ésta sea abundante, que sea constante y que sea “buena” para sus cultivos. En ese sentido también piden que, el granizo y “los aguavientos” no se hagan presentes, así como la sequía.

Este año en particular, las lluvias han sido escasas en esta zona del estado y tanto los agricultores como los habitantes del poblado se angustian por las siembras. Los primeros por el dinero que han invertido y los segundos porque ante la ausencia de lluvias, los cultivos no se darán y se elevarán los costos de los alimentos. “Habrá carestía” como dicen ellos.

Una habitante de Yecapixtla, expresa lo siguiente:

Imagina cuánto dinero hay regado ahorita en el campo y el trabajo de los pobres campesinos, pero no llueve. No ha llovido nada y las milpitas se van a secar. Por eso deberíamos de ir todos a la procesión y a la misa para pedir a Dios para que nos envíe las lluvias

Los yecapixtlenses saben que, imágenes como Señor Santiago, la Virgen del Carmen y la Virgen de la Asunción, pueden “hacer verano”; es decir, pueden generar que las lluvias cesen, convirtiéndose en una temporada sumamente peligrosa tanto para las personas como para las plantas. El verano puede comenzar desde principios de julio y prolongarse hasta mediados de agosto; lo que implica que, ante la ausencia de agua, las milpas quedan vulnerables a las plagas. ““El gusano les come el corazón, se ponen tristes, cenizas y poco a poco se van muriendo”. Dicho periodo de vulnerabilidad para la milpa y para el campesino es denominado “la canícula”, la cual puede perjudicar la siembra, hasta el grado de perderla” (Ramírez, 2010: 39).

En la memoria de las personas mayores del pueblo está presente el recuerdo de cuando la siembra se perdió y ese año no hubo maíz ni para el propio consumo familiar. Recuerdan que ese año la canícula fue muy dura y que al no tener maíz tuvieron que comer con tortillas “amarillas como huevo”. Aunque la petición por “el buen temporal” se realizó, piensan que “no lo hicieron con devoción y que por eso se molestó Dios”.

Entre las comunidades de tradición cultural nahua en el estado de Morelos, existe la noción de una fuerza de origen divino que puede ser invocada por los seres humanos para resolver algún problema en particular. Dicha fuerza está presente en los elementos de la naturaleza, por ejemplo, en la tierra, los “aires”, las piedras, los manantiales, las nubes, el viento, las cuevas y los cerros; en las plantas y en los animales, pero también se puede encontrar en las imágenes religiosas, en las cruces y en los estandartes (Paulo Maya, 2011). Es por ello que, en el ritual de petición de lluvias, imploran a la imagen de Padre Jesús que los bendiga con el agua.

Las imágenes religiosas o “los santitos” son considerados intermediarios entre el mundo sagrado y el de los seres humanos. Ellos son los encargados de hacer llegar la fuerza divina a la tierra a través de la lluvia, las buenas cosechas y la salud. Sin embargo, también la pueden transformar en adversidades, por ejemplo, granizadas, enfermedades, vientos fuertes o mala suerte. Es por ello que las personas deben establecer relaciones constantes de reciprocidad con la deidad, en este caso con Padre Jesús, para que la fuerza divina llegue a ellos a través de beneficios para la comunidad (Paulo Maya, 2011).

Los yecapixtlenses toman la iniciativa en ofrendar su trabajo, las flores, los aromas y las plegarias a la imagen de Padre Jesús con anticipación. Así, el ritual comienza nueve días antes de la fecha establecida para la realización de la misa, la cual ocurre en el miércoles último del mes de julio. Es por ello que Padre Jesús es llevado en procesión de la iglesia del pueblo a la casa del mayordomo o encargado de recibirlo en su hogar y de financiar dicha festividad.

La imagen deL Padre Jesús en la casa del mayordomo de la festividad del “buen temporal”. Julio 20 de 2017.

Sin embargo, debido a los estragos que aún se viven por el sismo del pasado 19 de septiembre de 2017, la imagen de Padre Jesús se encuentra alojada en la casa de su mayordomo anual, por lo que tuvo que ser trasladada desde este espacio hacia la casa del mayordomo de la festividad por “el buen temporal”. Y aunque con los daños ocasionados por el sismo, se modificaron y se readaptaron los espacios donde se encuentran los “santitos” es fundamental, para los yecapixtlenses, mantener las relaciones de reciprocidad con los mismos, para así lograr sus favores.

Por lo que en procesión, acompañado por sus devotos, la banda de viento y cohetes, la imagen de Padre Jesús transita por las principales calles del pueblo para finalmente arribar a la casa de mayordomo donde ya lo esperan. Donde durante los próximos días realizan una novena en su honor y le pedirán que pronto les envíe la tan preciada lluvia.


Ofrenda de flores y alimentos. Julio 20 de 2018.

A la novena no sólo acuden los agricultores, sino los devotos de la imagen de Padre Jesús en general. Niños, niñas, hombres, mujeres jóvenes y ancianos se dan cita cada noche para rezar; pues los beneficios de la lluvia no serán exclusivos para aquellos que siembran, sino para toda la población. Por lo que los devotos llegan con flores y veladoras para ofrendar a la imagen. La novena, también representa un tiempo propicio para compartir los alimentos con la deidad; pues en cada noche el mayordomo y su gente ofrece un aperitivo a aquellos que asisten al rezo; sin embargo, es indispensable que antes de dar de comer a la gente, se le sirva “al santito”.

Aunque el trabajo por la petición de lluvias se realiza a lo largo de la novena, el día más importante es con el que concluyen al llevar a la imagen a escuchar misa en el campo, rodeado de tierras de cultivo. Este paraje conocido como “La Estación”, un sitio propicio para la petición y la reciprocidad entre la deidad y los humanos. Esta celebración se lleva a cabo en una fecha móvil en el mes de julio, pero uno de los requisitos es que debe celebrarse en miércoles, día destinado a Padre Jesús durante la Semana Santa.

Los preparativos comienzan desde muy temprano tanto en la casa del mayordomo como en el paraje donde se realizará la misa. La gente de Padre Jesús se organiza para contribuir con trabajo que va desde limpiar la zona, instalar el enlonado, adornar con flores rojas, acomodar las sillas para los asistentes a la misa; así como el altar donde será colocada la imagen y desde donde se dirigirá la misa.

Por la tarde, alrededor de las 3:00 p.m., los yecapixtlenses se dan cita en la casa del mayordomo y el estruendo de los cohetes anuncia la salida de la procesión con dirección a “La Estación”. Las mujeres reunidas cantan, alumbran y acompañan a Padre Jesús con flores en sus manos; mientras que los hombres se dan a la terea de cargar a la imagen en sus hombros y otros más de echar los cohetes.

Las actividades cada uno de los feligreses realizan como cargar al santo, rezar, cantar, caminar con dirección al paraje, así como cada uno de los preparativos, representan el trabajo que los devotos ofrendan a la imagen y que le permite

Mientras la procesión avanza por las principales calles del pueblo, algunos devotos se van sumando. Es común la presencia tanto de adultos como jóvenes y niños, por lo que dicho ritual también es un espacio propicio para alimentar la memoria colectiva, para motivar a los jóvenes y enseñar a los niños la importancia de las relaciones de reciprocidad que se tejen entre el pueblo y la deidad a través de dicho ritual.

En el paraje de La Estación. Julio 25 de 2018

El paraje de “La Estación” se encuentra a las afueras del pueblo, próximo a los límites con el municipio de Atlatlahucan, y aunque es una zona ya habitada, aún predominan las tierras de cultivo. Las milpas y los sembradíos de jitomate poco a poco se vuelven frecuentes a los costados del camino que está marcado por grandes guamúchiles.

Una vez que llegan al paraje, la banda de viento y los mariachis se turnan para dedicar su música a Padre Jesús. Los devotos toman asiento luego de la larga caminata bajo el rayo del sol y esperan para la celebración de la misa. Durante dicha celebración, el sacerdote encomienda las siembras a Dios y le pide a la imagen de Padre Jesús que interceda para la lluvia pronto riegue los campos de Yecapixtla.

Al final de la misa, los mayordomos regalan las flores que adornaron el altar de Padre Jesús, por lo que las personas se apresuran a tomarlas, pues tener una de ellas, representa llevar un poquito de la fuerza y de la bendición del santito a casa. Una vez que termina el ritual, poco a poco se organizan para emprender el camino de vuelta al centro del pueblo. La mayoría de los asistentes comienzan a abrir sus paraguas pues las nubes en el cielo se han tornado de un color obscuro y las gotas de lluvia comienzan a caer.

El trabajo, el esfuerzo, así como la oración y los presentes que le han entregado a Padre Jesús aumentan la fuerza divina de la imagen, que se manifiesta a través de la lluvia, por lo que este suceso alienta a los yecapixtlenses a cuidar y mantener las relaciones de reciprocidad con la deidad, así como lo han hecho a lo largo de varias generaciones.


Bibliografía:

Paulo Maya Alfredo (2011), “Visión del mundo: la fuerza divina, el chicahualistle” en Los pueblos nahuas de Morelos. Atlas etnográfico tohuaxca, togente, lo nuestro, nuestra gente, Morayta Mendoza Luis Miguel (coord.), INAH, México.

Ramírez Villaseñor Karina (2010), Nuestro Padre el Santo Entierro: “Dador de buena salud”. La construcción de una filiación ritual en el imaginario religioso de Yecapixtla, Morelos. Tesis de licenciatura, UAEM, México.

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