La semana pasada en pleno festejo por Día de Muerto, le hicieron un homenaje al inolvidable pensador Jean Robert.
Me costó mucho trabajo decir no a quien generosamente me invitaba a formar parte del excelente panel de presentadores. Me movieron dos factores, el primero fue la responsabilidad que siento en tiempos de pandemia, por tanta gente que me rodea en casa comenzando por mis pequeños nietos que pasan a cada momento raudos y veloces en juegos imaginarios por el jardín formando telarañas que atrapan no a suculentas moscas y sí a mis perros a los que tenemos que ir a destrabar.
Pero también me detuvo el que de todos los conferenciantes, yo era la que menos convivió con Jean Robert y desde luego había quien merecía ese espacio mucho más que yo. Pero desde estas preciosas líneas me sumo a su recuerdo y leo un trabajo que me envió mi amiga Clotilde Papahiu escrito por el brillante anarquista como le encanta auto definirse, Braulio Hornedo quien, como toda la gente sobresaliente, es diferente a los demás, estuvo asimismo ligado durante mucho tiempo a Iván Illich, entre otros.
Lo menciono porque escribió un poema hermosísimo dedicado a Jean Robert. Ahora bien, se ha hablado mucho de éste último con ocasión a su reciente fallecimiento pero si me lo permiten a mí me encantaría resaltar quién fue su compañera de vida: Con post-doctorado en Psicología y Sociología de las Religiones de la Universidad de Harvard, la doctora Sylvia Marcos quien durante años ha sido profesora visitante de la Facultad de Estudios de las Religiones del Posgrado de la Universidad de Claremont en California, es integrante y fundadora del seminario permanente de Antropología y Género en la UNAM entre otros muchos méritos. Y su relación de tantos años con Jean Robert, me dio siempre la impresión cuando los veía yo en eventos culturales siempre asociados a sus movimientos de lucha no violenta y de apoyo permanente a distintas comunidades, fue el de contemplarlos como dos troncos de árbol enlazados. Siempre con un respeto absoluto entre ellos en sus distintas actividades. Se creó el Consejo para la Cultura y las Artes en Morelos, formaban parte, Javier Sicilia, Mónica Rovelo, Oscar Menéndez, Rafael Segovia y Alicia Dorantes Se hicieron varias mesas y Alicia y Jean Roberto conformaron la mesa de Arquitectura. Eso fue en el 2001, en esa fecha se unen Pietro Ameglio y Flora Guerrero.
Al mes y medio se conforma el Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva, ese mismo año se les unen destacados luchadores sociales entre ellos el entonces estudiante Pablo Gleason, Rafael Laddaga y Areli Carrión, los cito sabedora que quedan fuera de estas líneas, varios más que escapan a mi memoria quienes intentaron durante tres años que duró su movimiento, detener la destrucción del Hotel Casino de la Selva al que todos los que vivíamos en Cuernavaca estábamos ligados emocionalmente ya fuera por ir a nadar a la preciosa alberca olímpica, o por su playa de arena, el boliche, la disco, las funciones de cine, el restaurante y la sala de exposiciones y conferencias. En realidad como dice Silvia Marcos, no había un jefe pero, todos intercambiaban opiniones e incluso Ivan Illich los llegó a asesorar en alguna ocasión.
La maestra Alicia Dorantes, junto con Jean Robert alzaron las primeras voces de alarma acerca de la inminente destrucción del mítico lugar para erigir dos tiendas de autoservicio como actualmente están. En el evento homenaje realizado la semana pasada en La Casona, el cineasta Pablo Gleason pasó un documental de su autoría muy completo acerca del Casino de la Selva, su contexto histórico y la historia también de la lucha que mantuvieron en vano intento por preservar lo que consideraban parte del patrimonio histórico-cultural-artístico del emblemático hotel. La lucha no violenta por violenta que realizaron por salvaguardar ese lugar que era icónico de nuestra ciudad de Cuernavaca y conocido en varias partes del mundo. “Materialmente”, asegura la doctora Laura Bensasson, “no se ganó nada y fue una pena porque aunque hubo gente de la ciudad que apoyaron, no fue suficiente, el grueso de la ciudadanía no apoyó a quienes mantenían una movimiento de resistencia con enorme desgaste físico y emocional de todos los participantes.” Durante el homenaje se recordó ese movimiento en particular ya que Jean Robert fue quien lo encabezó y al que se fueron sumando distintos líderes en apoyo. “Sin embargo jamás permitieron que ingresara un partido político porque no querían que se politizara el asunto sino sólo preservar ese enorme bien patrimonial de la ciudad”. -añadió Laura Bensasson. Eso tuvo un costo, porque se tuvo menos fortaleza”.
En el evento hubo hasta lágrimas de nostalgia ya que el filme de Gleason incluyó no sólo la historia sino todo el contexto histórico que rodeó al famoso inmueble dado que luego de la revolución fue un casino de juego que a la llegada a la presidencia de la república del general Lázaro Cárdenas, mandó cerrar todos los casinos, posteriormente fue un hotel propiedad de don Manuel Suárez que conservó el nombre de Hotel Casino de la Selva sin olvidar que fue el 30 de junio del año 2001 cuando Jean Robert calificado por el poeta Javier Sicilia como uno de los más grandes pensadores en México de los últimos 50 años, fue el primero en alzar la voz para tratar de evitar su destrucción. Personajes como Malcolm Lowry, Leonora Carrington, Reyes Meza, Félix Candela, Diego Rivera, Mario Moreno “Cantinflas”, fueron algunos de los que se alojaron allí, entre muchos más. En la nostalgia por la pérdida de Jean Robert, afloró la pérdida también de una magna obra como fue el hotel Casino de la Selva que tan sólo con sus murales sin contar con el resto de esculturas que ahí se alojaban, representa la última fase del muralismo en México que llegó hasta 1960.
Y hasta el próximo lunes.
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