/ jueves 21 de mayo de 2020

Teporingo, en peligro de extinción por urbanización

A su lista de depredadores se han sumado los perros y gatos domésticos, señaló Óscar González Santana

Érase una vez un conejo, exclusivo de la fauna mexicana, breve, de extremidades cortas, orejas pequeñas y redondeadas, de pelaje denso amarillo, con dorso negro. Llamado teporingo, se encuentra en peligro de extinción, pues se alimenta principalmente de hierbas como el zacatón, mermado ante el embate del crecimiento urbano, su principal amenaza.

Endémico del centro del país, el conejito de los volcanes es considerado el lagomorfo (conejo-liebre) más pequeño de México y el segundo de menor tamaño del mundo, afirmó Óscar González Santana, médico veterinario de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM.

El zacatón es un grupo de plantas, de pastos amacollados, en donde el teporingo basa su existencia, por eso le dicen zacatuche (del náhuatl zactl [pasto] y tochtli [conejo]: ‘conejo del zacate’, romerolagus diazi). Esta vegetación le brinda alimento, resguardo, nido, protección y cobertura de los depredadores

No existe otra especie igual en el mundo, aseguró tajante, y refirió el libro de Francisco Romero y Alejandro Velázquez: “El conejo zacatuche: tan lejos de Dios y tan cerca de la Ciudad de México”, para enmarcar la situación de esta especie.

Vive en una de las regiones más complicadas: en las cercanías de una urbe tan grande como la Ciudad de México, en donde la expansión urbana ha mermado la cobertura herbácea densa, su alimento principal y refugio primordial ante depredadores como el lince, coyote, comadreja, búho, serpiente de cascabel, y ahora perros y gatos domésticos

El zacatón es también su recurso para alimentarse y reproducirse, en concreto, un factor determinante para su distribución, uso de hábitat y rango hogareño.

Es una especie endémica del centro del país/ Conabio

Conservación

Hasta octubre de 2018, según un monitoreo realizado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, había cinco poblaciones estables de teporingo: en el Parque Nacional Izta-Popo, en el Corredor Biológico Chichinautzin, en Milpa Alta, en Topilejo y en el Tepozteco.

Oficialmente, dijo el también especialista de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), distintas instituciones trabajan en conjunto con las comunidades para monitorear esta especie, difundirla y promover su reproducción en cautiverio.

El Teporingo se encuentra en la lista de la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2001) en la categoría de peligro de extinción; asimismo, la UICN lo ubica en peligro, y partir de 2010 el Gobierno Federal propuso crear una unidad de manejo para su conservación.

Instancias de la UNAM como el Instituto de Biología (IB), el Instituto de Ecología (IE) y la Facultad de Ciencias (FC), han realizado estudios para contribuir a su supervivencia. Desde 1952, sobre el conejito de los volcanes se han emprendido 31 trabajos recepcionales a nivel licenciatura y posgrado.

Se han llevado a cabo intentos de reproducción en cautiverio para una posible reintroducción en el Zoológico de Chapultepec y San Cayetano, en México; el Zoológico de Jersey, Inglaterra; el Zoológico de Amberes, en Bélgica; y la Universidad de Hokkaido, Japón.

El teporingo no está extinto pero sí en peligro de extinción/ Conabio


La segunda quincena de septiembre pasado, la noticia de su extinción dio la vuelta al mundo. El seguimiento periodístico dio por muerto al Teporingo, y días después se matizó al ubicar su desaparición sólo en el Nevado de Toluca.

La forma en que esto se puede manejar y entender es con buena información, con datos de investigaciones serias, de buena calidad, y que den resultados creíbles y objetivos; eso es lo que necesitamos, dijo José Sarukhán, investigador emérito del IE.

El Teporingo es una especie que ha sido estudiada porque es muy atractiva y porque está en un lugar muy especial. La mejor forma de conservarlo es saber de qué tamaño es el problema, y resolverlo con la mejor información científica, y ése es el propósito de instituciones como la UNAM

Finalmente, González Santana recordó que “los mexicas asociaban a los conejos con la fertilidad. En algunos entierros prehispánicos se han encontrado restos de estos conejitos. Se les conocía como tepolito, que significa ‘El de las rocas’".

Érase una vez un conejo, exclusivo de la fauna mexicana, breve, de extremidades cortas, orejas pequeñas y redondeadas, de pelaje denso amarillo, con dorso negro. Llamado teporingo, se encuentra en peligro de extinción, pues se alimenta principalmente de hierbas como el zacatón, mermado ante el embate del crecimiento urbano, su principal amenaza.

Endémico del centro del país, el conejito de los volcanes es considerado el lagomorfo (conejo-liebre) más pequeño de México y el segundo de menor tamaño del mundo, afirmó Óscar González Santana, médico veterinario de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM.

El zacatón es un grupo de plantas, de pastos amacollados, en donde el teporingo basa su existencia, por eso le dicen zacatuche (del náhuatl zactl [pasto] y tochtli [conejo]: ‘conejo del zacate’, romerolagus diazi). Esta vegetación le brinda alimento, resguardo, nido, protección y cobertura de los depredadores

No existe otra especie igual en el mundo, aseguró tajante, y refirió el libro de Francisco Romero y Alejandro Velázquez: “El conejo zacatuche: tan lejos de Dios y tan cerca de la Ciudad de México”, para enmarcar la situación de esta especie.

Vive en una de las regiones más complicadas: en las cercanías de una urbe tan grande como la Ciudad de México, en donde la expansión urbana ha mermado la cobertura herbácea densa, su alimento principal y refugio primordial ante depredadores como el lince, coyote, comadreja, búho, serpiente de cascabel, y ahora perros y gatos domésticos

El zacatón es también su recurso para alimentarse y reproducirse, en concreto, un factor determinante para su distribución, uso de hábitat y rango hogareño.

Es una especie endémica del centro del país/ Conabio

Conservación

Hasta octubre de 2018, según un monitoreo realizado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, había cinco poblaciones estables de teporingo: en el Parque Nacional Izta-Popo, en el Corredor Biológico Chichinautzin, en Milpa Alta, en Topilejo y en el Tepozteco.

Oficialmente, dijo el también especialista de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), distintas instituciones trabajan en conjunto con las comunidades para monitorear esta especie, difundirla y promover su reproducción en cautiverio.

El Teporingo se encuentra en la lista de la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2001) en la categoría de peligro de extinción; asimismo, la UICN lo ubica en peligro, y partir de 2010 el Gobierno Federal propuso crear una unidad de manejo para su conservación.

Instancias de la UNAM como el Instituto de Biología (IB), el Instituto de Ecología (IE) y la Facultad de Ciencias (FC), han realizado estudios para contribuir a su supervivencia. Desde 1952, sobre el conejito de los volcanes se han emprendido 31 trabajos recepcionales a nivel licenciatura y posgrado.

Se han llevado a cabo intentos de reproducción en cautiverio para una posible reintroducción en el Zoológico de Chapultepec y San Cayetano, en México; el Zoológico de Jersey, Inglaterra; el Zoológico de Amberes, en Bélgica; y la Universidad de Hokkaido, Japón.

El teporingo no está extinto pero sí en peligro de extinción/ Conabio


La segunda quincena de septiembre pasado, la noticia de su extinción dio la vuelta al mundo. El seguimiento periodístico dio por muerto al Teporingo, y días después se matizó al ubicar su desaparición sólo en el Nevado de Toluca.

La forma en que esto se puede manejar y entender es con buena información, con datos de investigaciones serias, de buena calidad, y que den resultados creíbles y objetivos; eso es lo que necesitamos, dijo José Sarukhán, investigador emérito del IE.

El Teporingo es una especie que ha sido estudiada porque es muy atractiva y porque está en un lugar muy especial. La mejor forma de conservarlo es saber de qué tamaño es el problema, y resolverlo con la mejor información científica, y ése es el propósito de instituciones como la UNAM

Finalmente, González Santana recordó que “los mexicas asociaban a los conejos con la fertilidad. En algunos entierros prehispánicos se han encontrado restos de estos conejitos. Se les conocía como tepolito, que significa ‘El de las rocas’".

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