/ jueves 4 de octubre de 2018

Relatan historias del Cerro Colorado

A través del colectivo "Jaguarundi" crearon seis libros editados de manera artesanal y un audiolibro que reúne los cuentos que surgieron de su imaginación

Tlayca no es un pueblo particularmente famoso. Con sus cerca de 500 habitantes, bordeada por cerros, es una de las comunidades más pequeñas de la región Oriente del estado. Las familias que viven ahí no están completas: a la mayoría les faltan los padres, pues muchos han tenido que migrar hacia los Estados Unidos, dejando a sus hijos en manos de las mujeres y de los abuelos. Un pueblo así tiene mucho que contar.

Esa fue la premisa que llevó a María Meléndez, del colectivo "Jaguarundi", a acercarse al pueblo para emprender un proyecto que llevó cerca de seis meses: convertir a los niños en escritores, dotándolos de las herramientas que se necesitan para plasmar historias en un papel.

Las historias de los abuelos

No fue fácil llegar y pedirles que escribieran, porque eso no iba a ocurrir, ellos tenían que partir de las artes y conocer otras cosas, había que generar un ambiente sano donde pudieran decir lo que quisieran y sintieran, y fue así como empezaron a crear las historias, recuerda María.

Con el apoyo del Programa de Formación Artística en Municipios (PFAM), María y Alberto Ramírez, un artista urbano cuyo trabajo ha sido reconocido dentro y fuera de México, llegaron hace casi medio año a la primaria "Carlos Pacheco", la única escuela que existe en Tlayca, para motivar a los niños a contar las historias del pueblo.

Un trabajo artesanal

El resultado fueron seis libros diseñados, ilustrados e impresos de forma artesanal, en un trabajo en el que se cuidó hasta el último detalle, respetando el trabajo que realizaron los 23 niños que finalmente participaron en el proyecto, elaborando historias de forma colectiva.

En una historia colectiva se lanza un detonante y las personas empieza a crear su propio fragmento de historia, para que concuerde con todo lo demás, y eso también implica que escuches al otro para poder seguir contando la historia, expone María.

Recientemente, los seis libros fueron presentados en el taller de lectura "Viaje al centro de los libros", impartido en Cuautla por la investigadora y promotora cultural Carmen de la Vega, quien reconoció el trabajo que realizaron los niños y los dos jóvenes.

"Que hayan hecho una edición tan bonita, tan bien hecha, que cubre todos los requisitos, con ilustraciones hechas a mano por los propios niños, es algo que no se ve todos los días", dijo durante la presentación a la que asistieron seis de los jóvenes autores.

¿Nuevos escritores en Morelos?

Lo cierto es que, con edades de los siete a los 12 años, es muy pronto para saber si alguno de ellos podría dedicarse de lleno a la creación literaria. Yoshua, de ocho años, insiste que no, porque a él le gustan más los caballos. Pero Valeria, de 10, cree que sí, porque se relaja mucho cuando escribe; "yo me quiero dedicar más a escribir cuentos", afirma la niña.

Por lo pronto, los talleristas esperan poder recurrir a otros programas o a algún financiamiento externo para distribuir los libros en otros lugares, ya que la primera edición se limitó a un ejemplar por cada título.


LEE LAS HISTORIAS

Huellas en el Cerro Colorado (fragmento)

Por niñas y niños de Tlayca

Hace seis o siete meses que empezaron a aparecer vacas muertas en el Cerro Colorado. Solo quedaban sus huesos. Los zopilotes se empezaban a rodear todos en el cielo, eso significaba la muerte de otro animal. Don Arturo y el tío Guicho de Bárbara habían encontrado huellas en los lugares de tierra cuando regresaban del monte. Algunos aseguran que lo escucharon rugir cuando fueron a traer milpa al campo. Las huellas estaban lejos del pueblo, no llegaban ni a los estanques, se quedaban en el camino cerca del apantle, por la vieja casa en la que guardan alimento, donde antes vivían los que cuidaban a los peces. Algunos dijeron que lo vieron a lo lejos cuando estaban en el cerro. Era un león, de eso no había duda. Unos cuentan que se escapó de un zoológico, otros que de una casa de ricos de esas que tienen a los animales encerrados en bardas altas, muy altas. El león brincaba de cerro en cerro, se pasaba del cerro Colorado al otro más chiquito que es de la comunidad vecina. Nunca se había acercado al pueblo, hasta aquella noche...



Tlayca de antes

Por niñas y niños de Tlayca

Doña Rosa y doña Gina nos platicaron que antes…

Antes no había escuela, los niños tenían que venir a la ayudantía a clases. Antes no habían carros y usaban sus transportes especiales, mulas, burros, caballos, camellos y cuando pasaban en el campo oían los ruidos del coyote ¡aauuuuauauuuu! Antes no había iglesia en el pueblo, las misas las hacían en un árbol muy grandote y que el árbol todavía sigue ahí. Antes no había agua potable entonces las personas tenían que ir a tráela en cubetas a los ríos o a los pozos. Antes las casas estaban oscuras, porque no había luz eléctrica, las personas se alumbraban con veas antiguas o con la luz de la luna, o con un viejo truco de los mayas, con espejos reflejando la luz de la luna alumbraban así y ya. Desde entonces habían muchos fantasmas y se hicieron las historias de la marrana con cadenas y muchas más cosas ¡uuuuuuu!

Me han dicho que la marrana con cadenas se ha aparecido por todo el pueblo y sus cadenas son de oro, es un fantasma, lo mataron porque era un animal muuuuy malo.

Mi tío Juan estaba con mi hermano mayor Damián en el campo, allá escucharon ruidos, luego vieron, mi hermano mayor oyó, digo vio una luz roja, después se apareció un pollito, después le dio carne pero no se fue y luego vio otra vez esa luz roja y vio un gato, le dio carne y se la comió entera, luego salió un marrano pero no le hacía caso así que le dispararon y luego otra vez lo volvió a ver y un perro sin una mano que se le veía el hueso, luego se fueron en la camioneta disparándole y el nahual se estaba transformando en varias cosas lombrices, coyotes, cualquier animal ¡hasta personas! luego llegaron hasta San Juan, se encerraron y escucharon a los perros ladrar y ladrar, vieron una viejecita que estaba caminando con su perro, luego el perro escucho algo empezó a ladrar, mi tío salió con una escopeta, le disparo varias veces pero no se moría, después un tío, otro tío mío, agarro unas armas antiguas venditas y le dispararon y se murió yyyy listo.

Cuentan que en el corredor de la ayudantía se aparecía la guacha. Mi tío me contó que había matado un conejo y que cuando lo fue a traer se paró y se echó a correr.

Mi abuelito me platicó que él iba al parque de chiquito con más amigos, se les apareció una gallina ¡con pollitos! trataban de atraparla, la atraparon la enredaban y era como invisible porque la veían en otro lado de nuevo; después salía la marrana en cadenas, la marrana en cadenas la correteaban y nunca la atrapaban; la guacha salía en el corredor, quién sabe qué mujer era. ¡uuuuuuuuuuu! ¡¡¡Ay macachí!!!

Tlayca no es un pueblo particularmente famoso. Con sus cerca de 500 habitantes, bordeada por cerros, es una de las comunidades más pequeñas de la región Oriente del estado. Las familias que viven ahí no están completas: a la mayoría les faltan los padres, pues muchos han tenido que migrar hacia los Estados Unidos, dejando a sus hijos en manos de las mujeres y de los abuelos. Un pueblo así tiene mucho que contar.

Esa fue la premisa que llevó a María Meléndez, del colectivo "Jaguarundi", a acercarse al pueblo para emprender un proyecto que llevó cerca de seis meses: convertir a los niños en escritores, dotándolos de las herramientas que se necesitan para plasmar historias en un papel.

Las historias de los abuelos

No fue fácil llegar y pedirles que escribieran, porque eso no iba a ocurrir, ellos tenían que partir de las artes y conocer otras cosas, había que generar un ambiente sano donde pudieran decir lo que quisieran y sintieran, y fue así como empezaron a crear las historias, recuerda María.

Con el apoyo del Programa de Formación Artística en Municipios (PFAM), María y Alberto Ramírez, un artista urbano cuyo trabajo ha sido reconocido dentro y fuera de México, llegaron hace casi medio año a la primaria "Carlos Pacheco", la única escuela que existe en Tlayca, para motivar a los niños a contar las historias del pueblo.

Un trabajo artesanal

El resultado fueron seis libros diseñados, ilustrados e impresos de forma artesanal, en un trabajo en el que se cuidó hasta el último detalle, respetando el trabajo que realizaron los 23 niños que finalmente participaron en el proyecto, elaborando historias de forma colectiva.

En una historia colectiva se lanza un detonante y las personas empieza a crear su propio fragmento de historia, para que concuerde con todo lo demás, y eso también implica que escuches al otro para poder seguir contando la historia, expone María.

Recientemente, los seis libros fueron presentados en el taller de lectura "Viaje al centro de los libros", impartido en Cuautla por la investigadora y promotora cultural Carmen de la Vega, quien reconoció el trabajo que realizaron los niños y los dos jóvenes.

"Que hayan hecho una edición tan bonita, tan bien hecha, que cubre todos los requisitos, con ilustraciones hechas a mano por los propios niños, es algo que no se ve todos los días", dijo durante la presentación a la que asistieron seis de los jóvenes autores.

¿Nuevos escritores en Morelos?

Lo cierto es que, con edades de los siete a los 12 años, es muy pronto para saber si alguno de ellos podría dedicarse de lleno a la creación literaria. Yoshua, de ocho años, insiste que no, porque a él le gustan más los caballos. Pero Valeria, de 10, cree que sí, porque se relaja mucho cuando escribe; "yo me quiero dedicar más a escribir cuentos", afirma la niña.

Por lo pronto, los talleristas esperan poder recurrir a otros programas o a algún financiamiento externo para distribuir los libros en otros lugares, ya que la primera edición se limitó a un ejemplar por cada título.


LEE LAS HISTORIAS

Huellas en el Cerro Colorado (fragmento)

Por niñas y niños de Tlayca

Hace seis o siete meses que empezaron a aparecer vacas muertas en el Cerro Colorado. Solo quedaban sus huesos. Los zopilotes se empezaban a rodear todos en el cielo, eso significaba la muerte de otro animal. Don Arturo y el tío Guicho de Bárbara habían encontrado huellas en los lugares de tierra cuando regresaban del monte. Algunos aseguran que lo escucharon rugir cuando fueron a traer milpa al campo. Las huellas estaban lejos del pueblo, no llegaban ni a los estanques, se quedaban en el camino cerca del apantle, por la vieja casa en la que guardan alimento, donde antes vivían los que cuidaban a los peces. Algunos dijeron que lo vieron a lo lejos cuando estaban en el cerro. Era un león, de eso no había duda. Unos cuentan que se escapó de un zoológico, otros que de una casa de ricos de esas que tienen a los animales encerrados en bardas altas, muy altas. El león brincaba de cerro en cerro, se pasaba del cerro Colorado al otro más chiquito que es de la comunidad vecina. Nunca se había acercado al pueblo, hasta aquella noche...



Tlayca de antes

Por niñas y niños de Tlayca

Doña Rosa y doña Gina nos platicaron que antes…

Antes no había escuela, los niños tenían que venir a la ayudantía a clases. Antes no habían carros y usaban sus transportes especiales, mulas, burros, caballos, camellos y cuando pasaban en el campo oían los ruidos del coyote ¡aauuuuauauuuu! Antes no había iglesia en el pueblo, las misas las hacían en un árbol muy grandote y que el árbol todavía sigue ahí. Antes no había agua potable entonces las personas tenían que ir a tráela en cubetas a los ríos o a los pozos. Antes las casas estaban oscuras, porque no había luz eléctrica, las personas se alumbraban con veas antiguas o con la luz de la luna, o con un viejo truco de los mayas, con espejos reflejando la luz de la luna alumbraban así y ya. Desde entonces habían muchos fantasmas y se hicieron las historias de la marrana con cadenas y muchas más cosas ¡uuuuuuu!

Me han dicho que la marrana con cadenas se ha aparecido por todo el pueblo y sus cadenas son de oro, es un fantasma, lo mataron porque era un animal muuuuy malo.

Mi tío Juan estaba con mi hermano mayor Damián en el campo, allá escucharon ruidos, luego vieron, mi hermano mayor oyó, digo vio una luz roja, después se apareció un pollito, después le dio carne pero no se fue y luego vio otra vez esa luz roja y vio un gato, le dio carne y se la comió entera, luego salió un marrano pero no le hacía caso así que le dispararon y luego otra vez lo volvió a ver y un perro sin una mano que se le veía el hueso, luego se fueron en la camioneta disparándole y el nahual se estaba transformando en varias cosas lombrices, coyotes, cualquier animal ¡hasta personas! luego llegaron hasta San Juan, se encerraron y escucharon a los perros ladrar y ladrar, vieron una viejecita que estaba caminando con su perro, luego el perro escucho algo empezó a ladrar, mi tío salió con una escopeta, le disparo varias veces pero no se moría, después un tío, otro tío mío, agarro unas armas antiguas venditas y le dispararon y se murió yyyy listo.

Cuentan que en el corredor de la ayudantía se aparecía la guacha. Mi tío me contó que había matado un conejo y que cuando lo fue a traer se paró y se echó a correr.

Mi abuelito me platicó que él iba al parque de chiquito con más amigos, se les apareció una gallina ¡con pollitos! trataban de atraparla, la atraparon la enredaban y era como invisible porque la veían en otro lado de nuevo; después salía la marrana en cadenas, la marrana en cadenas la correteaban y nunca la atrapaban; la guacha salía en el corredor, quién sabe qué mujer era. ¡uuuuuuuuuuu! ¡¡¡Ay macachí!!!

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