La ciudad de la eterna primavera se engalana una vez más con el trabajo del escultor y pintor Víctor Manuel Contreras, quien radica en la ciudad desde hace 56 años. Se trata de la obra “Quetzalcóatl, eje de las culturas mesoamericanas”, ubicada en la intersección entre Río Balsas y Río Mayo, de la colonia Vista Hermosa, y que donó al municipio de Cuernavaca.
“El sentido de la obra es porque Quetzalcóatl nace en Amatlán, Tepoztlán, Morelos, y es el primer gran ser que le da origen a nuestra raza. Es como una forma regresarlo a Morelos a través de esta escultura”, expresó Víctor Manuel Contreras.
Esta obra no es reciente, pues es el modelo que utilizó para realizar la pieza principal de la escultura “Inmolación a Quetzalcóatl” que se ubica en la Plaza Tapatía, en Guadalajara, Jalisco, inaugurada en 1982, cuya medida es de 30 m de altura y un peso de 50 toneladas.
“El maestro ha decidido donar la obra pensando en que se exalte que tenemos esa cultura en Morelos. Y decidió colocarla en ese espacio, que es muy significativo porque está cerca de las pirámides de Teopanzolco, además le gustó mucho el lugar”, comentó Arturo Santana, representante del maestro Víctor Manuel Contreras.
Esta obra la creó Víctor Manuel Contreras basándose en la leyenda de Quetzalcóatl la serpiente emplumada, el único hombre en la historia de la humanidad que trata de abolir la esclavitud.
“Él decía que, si quieres sacrificar algo, sacrifiques tu sangre y no la de otros. Es un personaje único que emigra de Amatlán a Tollan e imparte sus conocimientos; posteriormente viaja al sur de México y llega a Yucatán, donde se le nombra Kukulcán, para llevar sus doctrinas, conocimientos y preparación. Después regresa con su pueblo, se le aparece Tezcatlipoca que era el Dios de las Tinieblas y lo convence de tomar pulque, se emborracha y lo hacen que salga en ese estado y que salude a su pueblo. Tezcatlipoca le muestra un espejo de obsidiana y se ve así borracho y que su pueblo está sufriendo. Quetzalcóatl se avergüenza de haber sido tentado, no soportó eso y al día siguiente se prende fuego, se inmola; al prenderse fuego, en lugar de humo, salían palomas que volaban hacia el horizonte. Quetzalcóatl que era simbolizado por la ‘Serpiente emplumada’, en esa dualidad del ave, espíritu y la serpiente en la tierra”, compartió el maestro Víctor Manuel Contreras.
Junto a las esculturas La Paloma de la Paz, ubicada al norte de la ciudad y la escultura La Madre y el Niño, en El Calvario, y Quetzalcóatl, eje de las culturas mesoamericanas, nos dan muestra del trabajo y talento del maestro Contreras, embelleciendo las calles de esta ciudad, que lo ha cobijado durante más de cinco décadas.
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