Así arda o se derrumbe
El pasado lunes 15 de abril la Catedral de Notre Dame ardió. Quien así lo quiso pudo ver, aterradoramente en vivo, cómo el fuego consumía esta edificación patrimonio de la humanidad. El viernes santo, el Arzobispo de París presidió un viacrucis alrededor de la catedral como homenaje a una de las edificaciones góticas más famosas del mundo.
Este tipo de desastres nos hacen pensar en la fragilidad, la nuestra y la de los recintos arquitectónicos que amamos. Me vino a la mente la devastación sufrida en la mayoría de los edificios del siglo XVI en nuestro estado, también ellas patrimonio de la humanidad, producto del temblor del 19 de septiembre de 2017.
Una de las diferencias entre estos desgraciados eventos, es que varios de estos edificios morelenses son escenario de diversas festividades que involucran expresiones de la cultura popular. Los viacrucis que los circunvalan en semana santa no son un homenaje, son parte de las expresiones cotidianas que los mantienen vivos y permiten que los habitantes de las localidades en las que se encuentran los sigan considerando suyos, porque aun se les utiliza, pues son escenario, año con año, del ciclo de festividades patronales y agrícolas.
Ante el desastre, los mayordomos y cofradías se dieron a la tarea de salvaguardar algunas de las imágenes de los santos patronos, encontrar espacios alternos para las festividades y mantener vivas las celebraciones que los involucran. Aun en medio de la calamidad, quienes recrean las tradiciones las han mantenido contra viento y marea, o más bien, así arda o se derrumbe.
Si estás interesado en conocer más sobre este fenómeno de persistencia cultural, puedes asistir al Museo de Arte Indígena Contemporáneo, donde se expone el pertinente trabajo de documentación e interpretación realizado por el Antropólogo Miguel Morayta, Investigador del Centro INAH Morelos, y su equipo.