Nadie les había dicho, cuando estaban aún en la secundaria, de lo locas que eran las bienvenidas a los “nerds” de primer año en una prepa universitaria, de hecho lo que los padres de las dos chicas hicieron oídos sordos. La consigna era hacer el examen para ingreso a la preparatoria de la universidad “porque es donde ellos estudiaron”, sólo reconocieron en ese tiempo que “había algunas travesuras que a veces hacían a los nuevos, pero a los hombres y de ahí no pasaba”.
Pero ¡pobres! las dos chicas en el día lunes de bienvenida, de todo les ha pasado, y claro siguen con el temor fundado de que sigan esas “condenadas” expresiones de bienvenida… o quién sabe cuánto duren las agresiones.
Lo primero al llegar al salón, fue encontrarse con que estaban circulando panfletos: “fuera nerds” que no hubiera sido trascendental sino es porque alguien entró al salón diciendo ser el profesor de matemáticas y cuando estuvieron sentados los casi sesenta chicos que tienen por compañeros, por las ventanas rociaron gran cantidad de agua a los que estaban adentro, no hubo a quien no le tocara agua y los gritos de los de afuera: “¡¡¡pijamas mojadas!!!” y el montón de gritos de las niñas y la risa de unos y el disgusto de otros, el alborotadero que se hizo en un buen rato. El falso profesor que entró según para impartirles matemáticas era uno de los “gandallas” que fue encargado de concentrarlos a todos el salón. Karina y Alma quedaron hechas sopa. Cabello, cara, blusa, brazos, parte del pantalón bien mojadas… así quedaron todos después de los diez minutos de bañada de agua – aunque algunos decían que era sacada directamente del sanitario de los baños -, ¡¡¡guácala!!! Gritaban todos asqueados.
Esa fue la bienvenida del lunes de los compañeros de segundo y tercer año de prepa para a sus “nerds de primero”.
Así, mojados, se tuvieron que quedar el resto de la mañana porque si llegaron otros “verdaderos” maestros que ni se inmutaron de verlos mojados, pero que sí los cambiaron de salón porque aquél quedó hecho una desgracia.
Además a las niñas les fue como en feria. Primero no las dejaban entrar al salón algunos que se decían sus compañeros y otros grandotes que entraron de otros grupos. Luego en las clases a cuatro de sus compañeros les prendieron fuego en el guarda papeles de la butaca y cuando se sentaron brincaron casi hasta el techo de la quemada de trasero que se llevaron. Eso además de que a otros los raparon “a coco” y con plumón de agua les pintaron en “la pelona”. A Karina y Alma les quitaron su dinero de la mochila ¡quién sabe a qué hora! y por eso las mandaron caminando de regreso a su casita.
Eso de ir a la escuela que esté más cerca de tu casa es pura calabaza para tus papás y los míos, –reclamaba Karina. Vámonos, porque ya son casi las dos y nos falta fácil una hora de caminar, alegaban las chicas que tendrían que regresar a casa por sus propios medios.
Las niñas caminaron bajo el pleno rayo de sol, librando las calles, los autos, los semáforos, ratito corriendo para cruzar la calle toreando carros, ratitos estornudaban por el tremendo smog que les alcanzaba de los autos, ratito platicaban, ratitos se reían, ratitos bien calladas.
Hora y cuarto tardaron en llegar a casa de Karina. -Pásate vamos a comer y a tomar agua –, dijo. Pues sí, entraron se hidrataron, después buscaron comida en el refri, siempre hay qué recalentar y comieron. En la plática de esa comida quedaron resueltas: hablarían con sus padres para que las cambien de escuela, ya no más prepa de la universidad.
Alma llamó a su madre… estoy en la casa de Kari, mamá resulta que nos robaron el dinero, nos mojaron, nos corretearon y estamos enojadas y asustadas, nos tuvimos que venir caminando desde tu dichosa prepa, así que vamos a comer y a descansar tantito… ¿puedes pasar por mí? Ah! Y otra cosa: yo mañana ya no voy a esa escuela.
Pues ya la dejé pensando–, dijo Alma. Yo también les diré... padres necios. Oye, y si nos dicen que allí nos quedamos “a huevo” ¿qué onda hacemos? -. Pensaron un rato… Pues, que “a huevo” vamos a tener que ir, pero igual lo intentamos, a lo mejor sí nos cambian. No saben qué decidirán sus padres, pero el día de bienvenida a su juventud será un inolvidable recuerdo.