El próximo 6 de junio se llevará a cabo la elección que ha sido denominada por el INE como “la más grande de la historia”, al menos en un sentido cuantitativo pues se renovará la Cámara de Diputados a nivel federal, 15 gubernaturas, y en cada una de las 32 entidades federativas se elegirán gran parte de sus ayuntamientos y/o sus congresos locales, según sea el caso. Particularmente en Morelos se votará por 20 diputaciones locales y los correspondientes ayuntamientos.
De tal manera, estas elecciones intermedias tienen una importancia no solo en el aspecto cuantitativo sino también en el cualitativo, en virtud de que, a nivel federal será determinante cómo queda conformada la Cámara de Diputados, si seguirá con mayoría del partido del presidente y sus aliados, algo difícil más no imposible, o se fragmentará a favor de los partidos de “oposición”, representados por la alianza “Va por México” conformada por el PRI, el PAN y lo que queda del PRD, en 219 distritos electorales de los 300 que hay.
Esta alianza se quiere posicionar bajo un discurso de detener a Morena que a su parecer ha destruido a México, un México que ellos mismos fueron sepultando con políticas que sirvieron para desviar recursos, enriquecer a unos cuántos, así como permitir el desmantelamiento de la industria petrolera y eléctrica que fueron y son vitales para el desarrollo industrial del país, y para ello tenemos como ejemplos el pacto por México, la cruzada contra el hambre, o el seguro popular que carecía de estructura y que era más una política clientelar que un verdadero mecanismo de seguridad social del que tanto necesita el país.
Desde hace unas décadas se planteó que el PAN y PRI eran las dos caras de una misma moneda: el proyecto neoliberal, y que si bien es cierto, abiertamente ante los electores representaban opciones diferentes, en realidad seguían un mismo eje económico y político que acrecentó la desigualdad social, fortaleciendo una cúpula de personajes que veían en la política una manera de hacer negocios (algo que lo hemos percibido desde tiempos de Alemán Valdés) pero que ahora es más palpable, al grado de querer transitar de la clase reinante a la dominante. Y en cuanto al PRD, vemos que sus dirigentes perdieron, si es que alguna vez la tuvieron, su esencia de izquierda al grado de realizar lo impensable, aliarse con un partido que representa su polo opuesto, Acción Nacional, revelando así una carencia de ideología y valores a consecuencia de esta postmodernidad, en donde lo que se busca con dichas alianzas es recuperar sus privilegios e intereses. No se ve que dicha coalición electoral sea para salvar a México, o al menos no el México que fue olvidado por ellos mismos, quizás se refieran al México oligárquico.
En cuanto a las 15 gubernaturas, al parecer Morena podría ganar 6 o 7, así como sus respectivos congresos locales. Hay que señalar que a nivel entidad federativa también es importante para dicho partido contar con el mayor número de legislaturas para seguir con las reformas constitucionales que permitan seguir edificando su proyecto de nación.
Y a nivel municipal se ha presentado una situación que conflictúa al ciudadano pues hay candidatos que no representan al partido del presidente, pues vemos casos donde cambian de partido como de playera: hace tres años teníamos a un candidato que era abanderado por el color guinda y ahora lo vemos de azul o viceversa, candidatos que ahora se pintan de color vino y que no lo eran, entonces, ¿dónde queda la coherencia ideológica?, se trata solo de buscar el poder en muchos casos, sin dejar de mencionar el fenómeno de la injerencia del crimen organizado en muchas elecciones locales.
En suma, se trata de una elección compleja, donde hay que razonar el voto y tener memoria histórica.