Mientras que en España corren ríos de tinta para resarcir la "Leyenda Negra española" con muchos escritos, algunos francamente minuiciosos y hasta encantadores, aquí en México la primera no dama de nuestro país acude al Vaticano para entregar una carta en la cual pide que se ofrezcan disculpas a los pueblos originarios por todo lo sucedido en la época de la colonia y dijo: "Agradezco a su Santidad haberme recibido y juntos conversar de los problemas de nuestro tiempo, pero también de las soluciones".
¿Problemas de nuestro tiempo?
No soy historiadora ni católica, soy una ávida lectora y libre pensadora que nació hablando un español mexicanizado pero también con todas las influencias árabes, bajo todas las herencias simbólicas que esto implica, y que ha tenido que reflexionar cada día de su existencia para encontrar la paz y la armonía que perdió desde que se enteró que había nacido pecadora en este mundo patriarcal y que no puede entender qué tipo de disculpas nos merecemos como pueblo cuando la mayoría de las personas, de este este país y del resto del continente, atienden a esa religión que nos trajeron precisamente los colonizadores y que desde presidencia se está atentando en contra de la laicidad de nuestro país.
Por otro lado sé que hace 500 años hubo también una pandemia que mató a miles de oriundos y europeos; que, desde luego, los españoles rapiñaron todo el oro y la plata que pudieron, así como otras menudencias a lo largo y ancho de nuestro continente en nombre de su germen civilizatorio igual de patriarcal que nuestras autóctonas estructuras de poder en aquellos tiempos cuando tampoco éramos tan libres como personas; y que en este continente muchas personas pretenden descolonizarse, a su manera, recuperando también los idiomas originarios para entender la conexión de respeto que, eso sí, tenían nuestros antepasados con la Tierra y con el Cosmos.
Así que no le encuentro ninguna lógica el pretender revivir la todavía incandescente y no superada historia (en ambos continentes) justo un año antes de la conmemoración de los 500 años de la conquista de los españoles como tampoco creo que sea necesario quitar y destrozar estatuas por el mundo. La historia no se puede borrar, debe ser estudiada, reflexionada y entendida para que nunca más sea repetida. La globalización como resultado del expansionismo de territorios e implantación de economías y doctrinas patriarcales empieza a no ser un orgullo para la humanidad. Es por eso que no se entienden a las modernas y chuecas izquierdas que quieren actuar como las viejas y reaccionarias derechas retorcidas que se ahogan en sus propios caldos de cultivo defendiendo lo ya indefendible.
En pleno siglo XXI, lejos de querer recuperar cualquier antiguo y sórdido modelo de avasallamiento patriarcal con todo y sus mitos fundacionales que se hayan diseminado por el mundo, sería mejor trabajar arduamente en nuevos discursos que nos ayuden a sobrevivir como especie. Ya no más con la idea de domino de poder, de jerarquías, de sometimientos, de cruentas guerras, sino con la perentoria necesidad de cortar todo atisbo de estructura machista que nos ha venido destrozando como humanidad bajo la estructura de estado, religión y familia y en donde lo masculino ha sido observado, a través de los siglos, como lo intrínsicamente mejor que lo femenino.
En este sentido, la metáfora de abrazar a la madre Tierra es primordial porque abraza a lo femenino. La Tierra es femenina, la que da vida y es también vaso receptor de la muerte. Vivos o muertos nos quedamos en ella, no tenemos otro lugar a dónde ir y no podemos seguir violentándola sin sentido por el bien de nuestra especie. Y digo metáfora feminista porque las mujeres han sido también asesinadas, violentadas, regaladas, compradas e intercambiadas como mercancía, así, como la misma Tierra bajo esta estructura de dominio. Por eso parece de risa querer conmemorar aquellos tiempos de los depredadores y darles el "lugar que merecen en la historia por la grandeza de sus proezas y en nombre de la civilización y el progreso" y aquí estamos, haciéndonos más daño cada día, envueltos en torpezas ilustradas y párbulas rencillas.
Tenemos cosas más importantes que atender en estos tiempos. Dejemos la historia como está, ya pasó, ya sucedió, ya fue, ya aconteció. Lo que tenemos que hacer ahora es poner un alto de manera inmediata a la desmesurada explotación demográfica y dejar de contaminar nuestras aguas y nuestra amada Tierra. En 1960, por dar un ejemplo, éramos 3 billones de habitantes. En menos de 60 años duplicamos esa cifra, con con creces, y ahora somos ya 7 billones de seres que depredamos nuestro Planeta diariamente. Ya estamos en plena cuenta regresiva. Los expertos dicen que para el 2100 habremos arrasado con toda la biodiversidad de nuestro planeta.
Metafóricamente o no, la Naturaleza nos puso otro "hasta aquí", igual que hace 500 años y no hemos aprendido nada todavía, Pero ahora, no hay vuelta atrás. Qué extraño suena pensar en todas esas expediciones espaciales queriendo encontrar agua y vida en otros planetas y el agua y la biodiversidad que tenemos aquí, en nuestro hermoso planeta azul, la contaminamos sin misericordia.
¡El planeta está en peligro! Tenemos que hacer no solo un acto de expiación por todo lo que estuvo marcado por el pecado, la injusticia y la violencia como dice la iglesia, tenemos que hacer borrón y cuenta nueva de todos nuestros pensamientos patriarcales para que podamos mirarnos hombres y mujeres cara a cara, trabajar hombro con hombro por el único lugar en donde podemos vivir.
Amar y proteger a la Tierra, además de ser el acto más feminista y puro, será lo único que nos quede por hacer, si no es ya demasiado tarde.
¿Soñadora? ¡No lo creo! En todo caso, mejor pidámosle perdón, desde ahora, a nuestras futuras generaciones. Es lo único que nos queda por hacer si nos olvidarnos de las cosas de verdadera importancia.