Las personas que habitamos las ciudades con frecuencia olvidamos que la naturaleza es parte de nuestra cotidianeidad, que incluso nosotros mismos somos naturaleza, habitamos territorios y ecosistemas que hemos manipulado a través de los años y hemos transformado para nuestra comodidad, utilizamos los recursos a nuestro alrededor compramos y consumimos comida que a pesar de que alguna de ella ha sido procesada su orígen es orgánico, muchos de nosotros aún vamos a los mercados en busca de remedios naturales para curar enfermedades, en fin, las sociedades modernas y urbanas si cuentan con relaciones conectivas con la naturaleza, reflexionando sobre eso y revisando con más detalle podemos ver que incluso el conocimiento tradicional comunmente asociado a las comunidades indígenas y rurales sigue presente en las ciudades (Vargas Rivera y Corona-M., 2015). Un ejemplo muy claro donde es observable el conocimiento tradicional y su relación con la naturaleza es en todas las fiestas que aún persisten en las ciudades relacionadas al calendario agrícola o las festividades religiosas como las cruces de flor de pericón que encuentras en casas, automóviles, locales y de más en la fiesta de San Miguel.
Pero la conexión con la naturaleza también está en los jardínes de las casas, en los parques, en las áreas protegidas como el parque Barranca de Chapultepec en medio de la ciudad de Cuernavaca que cuenta con su propio ojo de agua, en los zócalos, en el supermercado, en los balnearios como Agua hedionda en la ciudad de Cuautla, las 46 barrancas que fluyen por la ciudad, el Jardín etnobotánico o el Jardín Borda, las zonas arqueológicas como Teopanzolco y Xochicalco en Morelos, Cuicuilco en Ciudad de México, entre otras.
La perspectiva para estudiar esas conexiones es el de la diversidad biocultural, ésta ha evolucionado a través de los años, el concepto fue desarrollado en la década de los 90 para hacer notar la diversidad de la vida en todas sus manifestaciones (biológica, cultural y lingüística) que coevolucionaron dentro de sistemas socio ecológicos más complejos (Maffi, 2005, 2012, en Elands et al., 2018), el concepto nació ante la preocupación global de la desaparición de ecosistemas frágiles, extinción de especies y la destrucción del conocimiento, innovación y prácticas de las culturas indígenas alrededor del mundo. Algunos estudiosos del tema, actualmente consideran que el concepto de diversidad biocultural generalmente privilegia a las comunidades indígenas, es evidente que es indispensable para la conservación de éstos y sus conocimientos y prácticas, así como a su habitat, sin embargo es importante considerar la diversidad biocultural en zonas urbanas y modernas y no considerarlas como el enemigo de la naturaleza sino como una forma de evolución de la relación entre naturaleza y cultura. (Elands et al., 2018).
Evidentemente no todos los casos son iguales, la urbanización y las industrias si están transformando los ecosistemas, destruyendo paisajes y hábitats incluyendo a las comunidades y cultura que habita en esos territorios, pero hay otros aspectos que no necesariamente son destructivos si no nuevas formas de adaptación entre las personas y su medio ambiente, como los parques ecológicos, o la llamada oleada verde que busca en los proyectos de urbanización incluir infraestructura, planeación y gobernanza verde y sustentable, que promueve la economía local, verde y sustentable, así como la preocupación y acciones ante el cambio climático y la conservación de la biodiversidad.
Hay que considerar que el concepto de cultura debe ser entendido como un proceso dinámico que implica el intercambio transcultural y la constante re articulación de las prácticas culturales, por lo tanto el concepto de diversidad biocultural es afectada por esta idea y por lo tanto aplicable a comunidades no indígenas, ya que las diferentes culturas y personas perciben lo biocultural desde diferentes puntos de vista ya que sus memorias y experiencias son diferentes (Cocks, 2006).
Elands (2018) coincide con esta idea, añadiendo que este enlace inextricable entre la diversidad biológica y la diversidad cultural existe en la herencia cultural urbana, y considera que dentro de lo que se conoce como la “oleada verde” esta el argumento que sustenta que la diversidad biocultural puede ser asociada a las dinámicas y procesos sociales, entonces no solo se trata de preservar las prácticas culturales, conocimientos y valores, sino también en saber cómo modificar, adaptar y crear cultura en formas que se reconecte a las personas con la naturaleza.
Donde sea que habite el ser humano creará relaciones con la naturaleza, Lourdes Lourdes Arizpe (2019) en una conferencia magistral mencionó que lo que deben hacer las personas para mantener e integrar esta perspectiva a la vida diaria de las personas es, aprender a observar nuestro entorno (paisajes, ríos, bosques, caminos, etc.), aprender a reconocer y entender a los seres existentes y sintientes (árboles, flores, perros, gatos, pájaros…), fijarnos en las múltiples conexiones que tiene nuestro cuerpo con el entorno natural y reflexionar hasta qué punto nos es escencial esa conexión (el oxígeno que respiramos producido por los árboles, la comida que comemos, entre otros, el espacio que habitamos) para darnos cuenta que la cultura es naturaleza y la naturaleza es cultura y por lo tanto esta en todos.
Referencias bibliográficas
- Rosas, C. A. (2015). Regulación de barrancas urbanizadas en Cuernavaca. Inventio, la génesis de la cultura universitaria en Morelos, 11(25), 29-35.
- Arizpe, L. 2019. Patrimonio cultural inmaterial. Apuntes de conferencia magistral CRIM UNAM, mayo.
- Cocks, M. (2006). Biocultural diversity: moving beyond the realm of ‘indigenous’ and ‘local’people. Human Ecology, 34(2), 185-200.
- Elands, B. H. M., Vierikko, K., Andersson, E., Fischer, L. K., Gonçalves, P., Haase, D., ... & Wiersum, K. F. (2018). Biocultural diversity: A novel concept to assess human-nature interrelations, nature conservation and stewardship in cities. Urban Forestry & Urban Greening.
- Vargas Rivera, Y. N. y E. Corona-M. 2015. Recuperando el conocimiento tradicional para enfrentar los problemas ambientales actuales. A propósito de la Etnoecología incluyente. En: El Tlacuache, Suplemento Cultural. CINAH y La Jornada, Morelos. Agosto. 685: 3-4.