Hasta el fin “dignidad”

¡Que hay de Nuevo…Viejo!

Araceli Mendoza

  · sábado 19 de mayo de 2018

Quiero compartir con los adultos mayores esta información, ya que muchas veces no estamos informados sobre documentos que nos pueden dar una perspectiva distinta para la toma de decisiones, para el beneficio de la salud y para beneficio nuestro y de la familia, ya que la esperanza de vida cada día es mayor.

Los notarios son los autorizados para hacer el trámite de la voluntad anticipada es el conjunto de preferencias que una persona tiene respecto del cuidado futuro de su salud, de su cuerpo y de su vida; y es quien decide cuando está en pleno uso de sus facultades mentales, en anticipación a la posibilidad de que en algún momento en el futuro se encuentre incapacitada para expresar esas preferencias y tomar decisiones por sí misma. La voluntad anticipada contiene no sólo las preferencias sino también los valores de la persona, su entorno cultural y sus creencias religiosas.

La voluntad anticipada tiene algunas semejanzas con un testamento y las razones para elaborarla son también similares. En un testamento, una persona indica su deseo de cómo ha de disponerse de sus bienes cuando haya fallecido. En una voluntad anticipada, una persona indica cómo quiere y cuáles tratamientos médicos han de aplicarse o cuáles han de evitarse, así como cuáles síntomas han de tratarse y cuáles pueden permitirse o qué hacer en caso de que la persona pierda la capacidad de alimentarse por sí misma, así como qué hacer en caso de que se disponga de sus bienes más preciados, es decir, su salud, su cuerpo y su vida, en un momento cercano a la muerte en el que ya no sea capaz de decidir por sí misma.

Por lo general, se hace referencia a la voluntad anticipada, en el contexto de una enfermedad terminal, un estado de coma o un estado de sufrimiento irreversible, que son situaciones en que la persona pierde la capacidad de expresar sus deseos y decidir por sí misma. En esas circunstancias, el conocer la voluntad anticipada de una persona puede facilitar la toma de decisiones tales como: cuáles tratamientos médicos han de aplicarse y cuáles han de evitarse, cuáles síntomas han de tratarse y cuáles síntomas pueden permitirse, qué hacer en caso de que la persona pierda la capacidad de alimentarse por sí misma, qué hacer en caso de que los tratamientos médicos ya no sean útiles y la muerte sea inevitable, qué hacer en caso de que ocurra un paro cardiorrespiratorio o decidir si el fallecimiento ha de ocurrir en casa o en el hospital. Más aún, el conocer la voluntad anticipada de una persona permite que su dignidad sea respetada hasta el último momento, lo cual maximiza la calidad de vida.

En días pasados, el australiano David Goodall, de 104 años, se trasladó a Liestal, Suiza, esto debido a que en la su nación no se permite el suicidio asistido y a que consideró que había perdido toda calidad de vida. El biólogo nacido en Gran Bretaña fue declarado muerto a las 12:30 horas locales en Liestal, cerca de Basilea, Suiza, así lo indicó Philipp Nitschke, director de Exit International, un grupo que aboga por el derecho a morir con dignidad.

Goodall lamentaba tener que dejar Australia para morir, pero comentó: “He vivido una vida bastante buena hasta hace muy poco. El último año ha sido menos satisfactorio para mí porque no podía hacer cosas”.

Hasta 2016 trabajó como asociado honorario de investigación en la Universidad Edith Cowan en Perth, tomando dos camiones y un tren cuatro días a la semana. Su mundo se encogió al tiempo que se vio forzado a dejar de manejar y de actuar en el teatro.

“Fue el principio del fin”, dijo Carol O´Neil, una amiga y representante de Exit International, grupo defensor de los suicidios asistidos.

Había sufrido una caída en su departamento y no fue encontrado hasta dos días después. Su condición física se deterioró.

Goodall dijo: “Uno debería tener la libertad de utilizar el resto de su vida a su elección”, palabras fuertes para la percepción de algunos, pero afirm:“Si uno elige quitarse la vida entonces es lo justo. No creo que alguien más debería interferir”. Y más a los 104 años.

“La muerte un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor”.