La artista Guadalupe Amaya presentó su proyecto “MORFA” (Body Movement Film) en el espacio Arte Tepoztlán. Este interesante proyecto, es un ejercicio de experimentación corporal, visual y sonora que realizó precisamente en este importante pueblo mágico, que se ha convertido en su hogar.
Cabe destacar que, para la realización del proyecto, Guadalupe tardó alrededor de tres años, un proceso relativamente largo, ya que trabajó de forma independiente, con el apoyo de otros artistas como Violet Scrap, Angélica Romanini, Picotrópico, Fernando Cabello, Julieta Vidal, Afrodita y Pablo Palomar.
“Siempre he estado conectada con el movimiento, pues es una manera de resolver para bien o para mal. Movimientos que a veces no han resultado muy sanos, hasta procesos sanadores de libertad y de encontrar salidas. El proyecto ‘MORFA’ sale de un lugar muy orgánico, de la piel de un borrego, esa piel, que fue el primer objeto que tuve en su casa, y que tiene muchos significados importantes para mí”, expresó Guadalupe Amaya.
La artista destaca que su casa es como un nido en el bosque, y fue ahí donde comenzó a trabajar con la piel de borrego. Y mencionó que, “Morfa” se desarrolla con cuatro vídeos, y fue precisamente el último, el que decidió presentar, ya que es el resultado final de este proceso de movimiento.
Durante la presentación, Guadalupe Amaya estuvo acompañada por el maestro Antonio Outón, quien brindó emotivas palabras hacia a la artista y su proceso creativo.
“Este es un proyecto que tiene un valor muy importante, al ser una producción totalmente independiente, que no está hecha para satisfacer la agenda de ninguna institución, o ningún interés político ni económico; y eso no es fácil, está hecho con los corazones de quienes saben el valor, la fuerza y la urgencia que tiene para nuestro mundo el hacer arte por el arte. Y nada de eso ha sido ningún impedimento para realizar una obra de calidad internacional. Una serie de movimientos como liberación, como una especie de ceremonia o ritual”, expresó Antonio Outón.
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Guadalupe Amaya, es originaria de la Ciudad de México, donde cursó Historia del Arte; posteriormente, se fue a vivir a Tijuana, allá encontró un movimiento de danza y empezó a involucrarse en ese ámbito, y estuvo allá durante 13 años. Después empezó a tener movimientos, tanto personales como profesionales, y llegó a la escuela Terra Mar ubicada en el pueblo de Tepoztlán. Después, decidió vivir en Cuernavaca y pasó un intervalo en el que decidió construir su propia casa en Tepoztlán.
El proceso de creación del proyecto, se hizo, con plena luz natural de un atardecer, en el marco de una maravillosa cueva en el poblado de Amatlán de Quetzalcóatl, un lugar que guarda historia social y cultural.
Finalmente, los espectadores y la artista realizaron una convivencia para charlar en torno al proyecto, y en general, la mayoría de los espectadores expresaron que, a través del arte, nos invita a liberar, en un ejercicio con gran experiencia. La mayoría de los presentes compartieron su sentir con una grata emoción.
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