El sacerdote español Francisco Antonio Lorenzana y Butrón (1722-1804) fue obispo de Plasencia y luego arzobispo de México, de 1766 a 1772. Apoyó la expulsión de los jesuitas de 1767, no obstante que él se había formado con ellos en España. Reformador e ilustrado, publicó las actas de los tres primeros concilios provinciales mexicanos, que tuvieron lugar en el siglo XVI; él mismo convocó y realizó el cuarto concilio, aunque las propuestas emanadas de dicho evento nunca fueron aprobadas por el Vaticano. Estudioso y promotor de la arqueología y la historia, a su regreso a la península fue arzobispo de Toledo e integró una extraordinaria biblioteca que convirtió en pública. Finalmente, el papa lo nombró cardenal y fue a vivir a Roma, donde murió.
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Dentro de las obras que publicó, destaca una que tituló Historia de Nueva España escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, aumentada con otros documentos y notas por Francisco Antonio Lorenzana, que vio la luz en 1770. En ella lo que nos interesa ahora no son las Cartas de Cortés, a quien ya hemos reseñado en esta columna, sino los textos del propio Lorenzana entre los cuales encontramos esta información que incumbe a nuestro tema:
“El Excelentísimo señor Don Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera, casado con la señora Doña Leonor Carreto, entró en el gobierno del virreinato de la Nueva España a 15 de octubre del año de 1665, que fue señalado porque en él reventó el Volcán de México [el Popocatépetl] , y estuvo arrojando cenizas cuatro días; fue muy Político, y volviendo a España murió su esposa en Tepeaca”.
No necesitamos recordar que la cúspide del Popocatépetl es el punto que divide a tres estados: México, Puebla y Morelos. Así continúa Lorenzana:
“El Excelentísimo Señor Don Agustín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas, tomó el mando del virreinato de la Nueva España por Noviembre del año de 1755; se distinguió su mérito en la Milicia en las Guerras de Italia; murió en Cuernavaca por Febrero del año de 1760, y está su cuerpo en el santuario de nuestra Señora de la Piedad”.
En la misma obra, Lorenzana reproduce unos “fragmentos de un mapa de tributos de los pueblos que los pagaban al Emperador Muteczuma [Moctezuma] en su gentilidad” y aclara:
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“Está en papel muy grueso de metl, o maguey, que se llama pita en España. Los indios no sabían escribir en su gentilidad, y el modo de entenderse era figurar, o pintar, lo que querían decir, con varios caracteres y figuras; si eran guerras, ponían arroyos de sangre, para significar el estrago; y aún la doctrina cristiana fue necesario al principio enseñársela con figuras […]Parece increíble el número de Ropas, Tilmas, Mantas, y Huipiles que pagaban cada ochenta días muchos Pueblos, y servían para vestir a todos los dependientes de Palacio [el de Moctezuma], que eran muchos”.
Entre los pueblos principales o cabeceras que se expresan en el mapa, aparecen los siguientes del actual estado de Morelos: “Cuernabaca, o Quaunahuac: que tributaba maíz, papel, tecomates, mantas, vestidos, etc. Huaxtepec [Oaxtepec]: que tributaba maíz, tecomates, vestidos, mantas, etc”.
Nótese que el propio Lorenzana usa para nuestra ciudad los dos nombres: el original en náhuatl y el adaptado (o más bien inventado) por los españoles.
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