La periodista italiana Nadia Piemonte Giacomini vive en México desde hace más de medio siglo y lleva décadas residiendo en Cuernavaca. Diplomada en Historia del Arte por el Instituto Dante Alighieri, desde 1968 se inició en el periodismo dentro del grupo Excélsior y luego continuó en Proceso y otros diarios nacionales, además de hacer radio y televisión cultural.
En 1995, doña Nadia publicó un libro titulado Actores de la cultura en Morelos y en él incluye 36 entrevistas y otros artículos previamente publicados en otros medios. En la presentación de este, Ricardo Garibay apunta: “Periodismo nervioso, imprudente, voraz, de veras impregnado de madurez y juventud, que señalan a la Piemonte y que hacen de su lengua castellana cosa llana y devota, muy digna de leerse”. Uno de los capítulos es “Festival Cultural Tepoztlán” y así comienza:
“¿Qué tan hermoso no será este lugar que hasta la Virgen María y el dios-rey Tepuztécatl, aquí se hicieron amigos, a la sombra de ciruelos y colorines, en esta atmósfera como transportada de otro mundo hasta estas montañas labradas por el viento?”
“Lo legendario de Tepoztlán lo descubrieron tanto los nativos, como los autonombrados tepoztizos, que en su mayoría, huyendo de los malos aires defeños, vinieron a refugiarse en este poblado que creció, creció y creció, hasta contar ahora con 15 mil habitantes, un tianguis dominical, una librería —El Valle Sagrado— con tal surtido que ya quisieran ‘las grandes de México’, una veintena de restaurantes donde se pueden comer hasta flores acompañadas de tortillas azules, restaurantes que a la vez son galerías de pintores, guarida de periodistas y fotógrafos, de cineastas, de artesanos, de músicos, muchos músicos que han encontrado en Tepoztlán el lugar ideal para amalgamar lo popular con lo culto, logrando una de las orquestas juveniles más importantes del continente. Ni más ni menos".
“Este lugar mágico que se viste del color de las flores de la temporada —ahora, por ejemplo, es anaranjado-cempasúchil— halló en sus habitantes una especial vocación por la música, y una predisposición por convocar a actividades. La combinación logró instituir todo un festival cultural que en un sexenio fue creciendo, creciendo, hasta realizar más de 50 actividades con destacados artistas nacionales y extranjeros, exposiciones pictóricas, conferencias y una feria del libro”.
“Aunado a ese ánimo creativo, los tepoztecos y tepoztizos aprovecharon uno de los monumentos más adustos de lo que hoy es Morelos: el conjunto monacal de Nuestra Señora de la Natividad, con sus más de cuatro siglos de vida, en el centro de Tepoztlán, que es el espacio utilizado como escenario del festival cultural. Claustro, atrio, capilla abierta, parroquia y la austera belleza de los salones interiores del recinto son los espacios utilizados para los eventos musicales, dancísticos, teatrales, cinematográficos, veladas literarias y artes plásticas. Es decir, todo un banquete servido en charola de plata”.
Treinta años después de haberse publicado el libro de Nadia Piemonte, Tepoztlán sigue siendo el mismo pueblo extraordinario. Con nuevas casas sobre todo en lo que los lugareños llaman “el Valle” y con una excelente autopista que lo comunica hacia la ciudad de México y hacia Cuautla, sus habitantes han sabido cuidar y defender la personalidad y la imagen de su poblado de los agresivos embates de la modernidad (generalmente encabezados por políticos de todos colores). Los tepoztecos son un admirable ejemplo de resistencia social.