El historiador italiano Riccardo Cannelli (1960) ha profundizado en temas relativos a la historia del cristianismo para luego adentrarse en asuntos mexicanos; de hecho, su tesis doctoral versó acerca de las relaciones entre el Vaticano y México de 1876 a 1914.
También publicó el libro Bush, Fox e Marcos: un triangolo geopolitico con molte incognite y en el 2002 este otro titulado Nación católica y Estado laico, subtitulado El conflicto político religioso en México desde la Independencia hasta la Revolución, 1821-1914. En esta obra hallamos un original enfoque de nuestra historia revolucionaria vinculado a la Iglesia:
➡️ Noticias útiles en el canal de WhatsApp de El Sol de Cuernavaca ¡Entérate!
"La revolución proveniente del norte –con la notable excepción de Pancho Villa- fue sumamente anticlerical. La que operó en el centro de México y la zona meridional bajo el mando de Emiliano Zapata casi nunca se mostró hostil hacia la Iglesia".
"Muchos católicos consideraron muy grave la escasa eficacia de la política represiva de Madero con respecto a los movimientos insurreccionales, especialmente el de Zapata. Según los críticos del gobierno, el caos que imperaba en algunas regiones del país era tal que justificaba un cambio drástico de la situación política. Era necesario salvar al país de la anarquía. Una vez desaparecido el entusiasmo democrático de los primeros meses, en las filas católicas se comenzaba a sentir la nostalgia del hombre fuerte y providencial".
"A finales de 1912, el régimen de Madero parecía estar condenado y a muchos les parecía que la situación justificaba el recurrir a soluciones quizá no democráticas, pero necesarias, para evitar la explosión violenta de la crisis social. Este plan adquirió una estructura menos vaga cuando fue claro que Madero no tenía la capacidad o la voluntad para vencer la guerra contra el ejército campesino de Zapata. Éste contribuyó a la caída de don Porfirio al pactar una alianza provisional con Madero, pero retomó las armas cuando el nuevo presidente dio a conocer claramente su intención de no proceder con una reforma agraria".
"Con el Plan de Ayala Zapata dio a conocer a la nación su programa radical: expropiación de todas las tierras de los latifundistas y su repartición entre los campesinos del estado de Morelos. Zapata era la expresión de un socialismo agrario —sustancialmente inmune a las influencias anticlericales— que asustaba a la Iglesia. La guerra que conducían los ejércitos zapatistas para la Iglesia tenía un carácter clasista claro y llevaba por primera vez en la historia de México a un combate sangriento entre clases sociales claramente definidas. Frente a esto, era de relativa importancia que en las zonas zapatistas se respetara a los sacerdotes y que el mismo Zapata pusiera bajo su protección personal al obispo de Cuernavaca, Mons. Fulcheri. La fama de terrible violencia que rodeaba a los zapatistas se basaba en elementos reales, pero esta violencia no era directa contra el clero, que en no pocos casos se solidarizó con los insurrectos".
"Durante la guerra revolucionaria, siete sacerdotes fueron condenados a muerte por haber simpatizado con el movimiento zapatista. Cuando a finales de 1914 los ejércitos de Zapata y Villa entraron a la capital, no produjeron los temidos saqueos. Los habitantes se quedaron sorprendidos al ver a los soldados zapatistas tañer las campanas de las iglesias y desfilar por las calles con las banderas de la Virgen de Guadalupe. Pero muchos miembros de la jerarquía eclesiástica y dirigentes políticos católicos no entendían los contenidos sociales y políticos del movimiento zapatista, juzgándolo sólo como un fenómeno delictivo y violento".